A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Unach

Como suele suceder cada que se avizora el renuevo de la rectoría de la Unach surgen manifestaciones de la comunidad universitaria. Se alebresta el ambiente porque en aras de una mal entendida autonomía, retoñan disputas por los intereses en juego donde cada quien quiere llevar agua a su molino. Puedo estar equivocado, pero con el formato actual nuestras universidades públicas se han convertido en rehenes de sus sindicatos que aprovechan cada sucesión para encarecer su respaldo y sacar raja de ello.

Sucede también con muchas instituciones públicas cada vez que se tiene que renovar el famoso contrato colectivo de trabajo. Por eso muchas universidades del país se encuentran endeudadas y operando con déficits presupuestales. Las prestaciones laborales se han vuelto una pesada los cuando no, un lastre. Por eso también han florecido un sin fin de instituciones de educación privada. Los altos costos de operación de la educación pública restringen el ingreso y por eso muchos jóvenes se quedan sin estudiar. A pesar de ello hay que reconocer que la matrícula que la UNACH atiende es extensa, que la calidad educativa es buena y que de ahí han surgido muchísimos profesionistas exitosos que hoy se desempeñan en el sector público y privado.

En lo personal creo que el actual Rector Carlos Nataren, a quien conozco desde joven y le tengo afecto y reconocimiento, ha tenido un desempeño discreto, pero no por eso menos destacado. Carlos es egresado con mención honorífica de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Chiapas en San Cristóbal de las Casas. Tiene estudios de Maestría en Derecho Constitucional en la UNAM, es Especialista por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de España y es Doctor en Derecho Procesal cum laude por la Universidad Complutense de Madrid. También ha sido profesor investigador en la Unach Y desde su creación en 2011, dirigió el Instituto de Investigaciones Jurídicas. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 2004, donde actualmente es reconocido como nivel 2 (SNI II). Su currícula académica es extensa.

Es además autor de diversos libros y artículos publicados en revistas especializadas mexicanas y extranjeras.

Se ha dado a la tarea de sanear las finanzas y ha tenido un papel profesional, sin aspavientos, pero con resultados. El actual Rector ha señalado que la universidad tiene que tener más alumnos de los que ya tiene y su reto es duplicarlos siendo que actualmente son 27 mil. Lo que sigue es que en los siguientes años nuestra máxima casa de estudios encuentre la manera de dar acceso a los jóvenes que quieran estudiar, que tengan voluntad y talento.

La ley orgánica permite la reelección y el Rector está en su derecho de hacerlo. No se está contraviniendo ningún precepto. La comunidad universitaria le manifestó su respaldo quizás adelantándose a que surgieran, como siempre sucede, críticas fundadas o no a su gestión, pero en realidad se trata de movimientos que cíclicamente surgen con el objeto de negociar prebendas.

Lo que se debe evaluar objetivamente son los resultados de su gestión. Si lo ha hecho bien merece la continuidad y en lo personal percibo que así es. En mi opinión -y sabemos que sucede de facto- es el ejecutivo del estado a quien debe corresponder esa decisión. Por lo pronto le ha dado un espaldarazo reconociendo su labor.

La universidad no puede seguir siendo rehén de quienes la han convertido en una exclusiva fuente de usufructo. Si se conocieran públicamente esas nóminas créame que muchos se sorprenderían. De ahí se pudiera entender cómo es que cada que se elige a un rector existe tanto revuelo. Se vale que existan distintas opiniones y yo las respeto. Lo que ya no debiera suceder es que la educación pública se convierta en un botín de sus docentes y empleados. Resulta que con la susodicha autonomía los patos siempre le tiran a las escopetas

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *