Chiapas, nuestra casa
Chiapas es nuestra casa, nuestro hogar. Aquí nos tocó vivir como dice Cristina Pacheco. Solo que nuestra casa se está cayendo, requiere reparación. Hay que analizar sus fallas estructurales para saber por dónde comenzar. Cada ciclo gubernamental la esperanza se renueva. El gobernante en turno tiene al menos el beneficio de la duda para poder actuar, para imprimir su sello personal en el ejercicio del poder. No se trata de administrar los problemas sino de pensar en soluciones integrales a mediano y largo plazo.
DIAGNÓSTICO CORRECTO
Se asevera que Chiapas está sobre diagnosticado. Eso es falso. En todo caso está mal diagnosticado. No podemos esperar resultados distintos si seguimos haciendo lo mismo. A pesar de la enorme derrama económica por parte de la federación que ya cumple casi tres décadas, los indicadores en distintos sectores no reflejan ninguna mejora. Por el contrario, seguimos ocupando los últimos lugares en materia de salud y educación. En desarrollo económico, no se diga. El dinamismo de nuestra economía en el sector primario (agricultura, ganadería, pesca, etc.) y el terciario (turismo, transporte, servicios y comercio) se debe al circulante producto del gasto corriente del gobierno y a la derrama en subsidios a la pobreza.
MULTIPLICACIÓN DE LA POBREZA
El circulante de dinero por el gasto federal es el equivalente al del torrente sanguíneo. Chiapas es el estado que mas recursos recibe si consideramos que ocupa el 5to lugar después de la CDMX, el estado de México, Jalisco y Nuevo León que son los que más contribuciones aportan. Hay circulante y por eso sobrevivimos, como un cuerpo al que hay que mantener permanentemente con transfusiones. A eso hay que agregar la dispersión poblacional que nos convierte en un barril sin fondo porque no hay dinero que alcance para hacer llegar los servicios básicos a toda la población. A ello hay que sumar la tasa de crecimiento poblacional que se dispara tres veces por encima de la media nacional en los municipios más pobres. El efecto de la política asistencialista ha sido ese: multiplicar la pobreza, pero nadie hace nada para cambiarlo. Eso es lo que conviene a quienes han hecho de la necesidad su principal clientela electoral mientras ellos esquilman al dinero público en beneficio propio.
CÍRCULO PERVERSO
Si no cambiamos ese círculo perverso, Chiapas seguirá siendo pobre porque así conviene a los intereses de los caciques locales que se han enriquecido sin pudor y en las narices de un pueblo que todavía los admira por su magnificencia. Nuestro modelo educativo es desastroso por sus resultados a pesar de que gastamos más 30 mil millones de pesos que solo benefician a los disque educadores que ya representan una clase social. En materia de salud el gasto es aún mayor, pero estamos por la calle de la amargura. Seguimos ocupando los primeros lugares en desnutrición, enfermedades gastrointestinales y diabetes mellitus. Somos campeones mundiales, eso sí, en el consumo de Coca Cola a falta de acceso al agua potable.
El salario promedio real está muy por debajo del resto del país a todos los niveles. Los más de 2,150,000 personas que reciben algún tipo de ayuda social carecen de incentivos para trabajar y paradójicamente las pocas empresas que pueden pagar salarios dignos y prestaciones sociales no encuentran trabajadores. La migración se ha convertido en un fenómeno creciente a todos los niveles. Las remesas se han disparado más de cuatro veces y hoy somos el estado que ocupa el cuarto lugar en comparación con otros cuya migración es histórica.
Hay chiapanecos por todas partes, lo mismo en la Riviera Maya supliendo la falta de mano de obra, los servicios turísticos o los campos de cultivo en el norte del país. Ya somos una población creciente en los Estados Unidos. A la pobreza y falta de oportunidades hay que agregar la creciente presencia del narcotráfico y la explosión migratoria que cruza la frontera sur y hoy inunda nuestras ciudades. Vivimos en dos mundos paralelos. El que presume el gobierno y el que sufre cotidianamente la realidad.
AUSENCIA DE VISIÓN
Salvo esporádicos esfuerzos, no hay una política pública orientada al desarrollo económico y la generación de empleos mejor remunerados. Para eso está Papá gobierno al que hay que agradecer con votos y acudiendo a mítines multitudinarios que simulan popularidad a sus orquestadores. Basta plagar de propaganda a cambio de una propina por todos los rincones de Chiapas para encabezar encuestas y ser los elegidos del gobierno en turno que nos hace cambiar de color de camisa como si fueran calzones.
CADA VEZ MÁS
El problema es que cada vez somos más y en esa proporción son más las necesidades. Solo que los recursos son finitos y las necesidades infinitas. Nuestra capacidad de adaptación es impresionante. Los que aquí seguimos ya aprendimos a bailar al son que nos toquen. Nuestra clase empresarial se ha vuelto prebendaria, también vive del gobierno. Somos el estado con menor clase media del país. Son ricos los políticos y los empresarios que viven de sus favores. Por eso nadie levanta la cabeza. Por eso solo cuchichean y se viven quejando, pero sin que nadie los oiga.
UN BUEN GOBERNANTE
La única alternativa es que la federación nos deje de tratar como súbditos y que tengamos por fin un gobernante dispuesto a cambiar esa realidad. Es una cirugía mayor. El asunto no es sencillo. Nos toca pensar en Chiapas y pensar en grande. Aprovechar nuestras fortalezas que son muchas y potencializarlas con una visión de futuro. No estamos condenados a la fatalidad. Regiones y países del mundo han podido salir del subdesarrollo haciendo lo correcto. Es lo que hay que identificar para poder proponer y exigir a quienes nos gobiernan elegir el camino correcto. La historia los premiará. Nuestros hijos lo agradecerán.