A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Beneméritos

No cabe duda de que la reforma judicial se hizo con las patas. Terminaron imponiéndola a chaleco, coaccionando a senadores de oposición, con un INE complaciente que desacató amparos con la complicidad del TRIFE y un ministro de la Corte -Pérez Dayan- que finalmente dobló las manos para impedir que se analizara la constitucionalidad de la reforma.

Unos días después, María Luisa Alcalde, la lideresa morenista, se quejaba del presupuesto exigido por el INE (13 mil millones de pesos) para organizar la singular elección de jueces y magistrados en junio del próximo año. Esto debido a que se debe capacitar e instalar casillas como en cualquier otra elección nacional, y esta no puede ser diferente. No se trata de una consulta sino de un proceso electoral. No son enchiladas.

FIASCO

Por si fuera poco, la convocatoria para participar, ha resultado un verdadero fiasco. A duras penas alcanzaron a cubrir el número de cargos que estarán en disputa. De última hora se pusieron a invitar a cualquiera que quisiera inscribirse, y ya se imaginará usted lo limitado de los perfiles que finalmente se registraron. 38 mil cuando apenas 5 días había 3 mil.

“Queremos muchos Benitos Juárez en el Poder Judicial”, dijo la presidenta, como si los Benitos Juárez se sembraran en macetas. Si algo tenía el Benemérito era una bien labrada preparación: era excepcionalmente culto, y eso fue lo que lo llevó a escalar hasta el cargo de ministro de la Suprema Corte.

“Benemérito” proviene del latín y significa «buenos méritos» o «bien merecido». Y acuérdese que en Morena hay una contracultura precisamente en contra de la meritocracia. El mediocre resultado está a la vista.

Por otra parte, hay que considerar que, aunque podrían haber participado, los actuales jueces y magistrados renunciaron a hacerlo, mostrando suficiente decoro para no prestarse a una reforma inspirada en el prejuicio de que el Poder Judicial es corrupto y goza de privilegios. Esa narrativa fue instalada por el anterior presidente y provocada por el coraje de que los ministros y jueces impidieran los abusos legales que acostumbraba imponer.

AUSTERIDAD

A eso hay que agregar el pretexto de sujetar a los funcionarios judiciales a la famosa “austeridad” que tanto pregonan, pero que, en los hechos, la casta morenista no practica. A cada rato afloran sus excesos y privilegios: vuelos privados, tsurus que cambiaron por suburbans, atención médica en hospitales privados y el shopping de fin de semana en los odiados malls del capitalismo.

Ahora recortan los salarios y prestaciones a los nuevos funcionarios judiciales, lo cual probablemente incitará futuros actos de corrupción. Nadie que gane bien en un trabajo lo expondría.

SIMULACRO

Por eso los jueces de carrera han optado por su liquidación y pensiones, a las que la ley les da derecho. Todo esto por un caro simulacro democrático en el que solo participarán los votantes cautivos de Morena, porque nadie que se considere serio estará dispuesto a legitimar la subyugación del Poder Judicial al servicio de la nomenclatura que ahora gobierna nuestro país.

A menos que gasten una fortuna en movilizar votantes, es probable que el resultado de esta elección sea tan escaso que solo confirme el fracaso de este supuesto mandato del pueblo que el oficialismo dice encarnar.

Si muchos de los jueces retirados se dedican a litigar, ya quiero ver las palizas que le van a dar a toda la bola de novatos cuya falta de experiencia, carrera y preparación todos terminaremos pagando. Más aún si terminan colonizando al Poder Judicial, repartiendo puestos a personas que tampoco tienen experiencia. Solo unos cuantos jueces y personal del Poder Judicial se inscribieron en la convocatoria. No alcanzo a imaginar qué hubiera pasado si se hubieran inscrito todos.

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