Váuchers de salud, remedio para la enfermedad
Si en algo fracasó rotundamente el gobierno de AMLO, fue en el sector salud. Fue un exabrupto decir que tendríamos un sistema igual que el de Dinamarca. El expresidente no se tomó la molestia de indagar acerca del funcionamiento de ese sistema de salud en un país tan desarrollado y con los mejores estándares del mundo. Obsesionado por mandar al diablo a las instituciones y reinventarse las propias, creó el ahora extinto INSABI (Instituto de Salud para el Bienestar) y monopolizó la compra de insumos y medicinas, por lo cual los grandes laboratorios corrieron a “ponerse a mano” con los nuevos funcionarios. La ocurrencia derivó en fracaso. En su segundo informe de labores, el INSABI reconoció haber gastado 106 mil 515 millones de pesos, pero 50% de ello –53 mil millones de pesos– los regresó a Hacienda. Tan no sirvió que lo desaparecieron de un plumazo.
EL FRACASO DEL SISTEMA DE SALUD
De la noche a la mañana decidieron desaparecerlo y se lo endosaron a un área del IMSS denominada IMSS Bienestar. Además, decidieron transferirle los servicios de salud estatal mediante convenios a los que solo entraron los gobiernos morenistas. Un centralismo que entorpece aún más el sistema de abasto y distribución. En seis años el deterioro de los servicios médicos ha sido notable. Salvo en honrosas excepciones, atenderse en el sector público de salud es inhumano, indigno y muchas veces mortal. La situación es dramática. Los diputados tanto locales como los federales, incluyendo a los senadores que integran las comisiones de salud, deberían visitar los hospitales y salir de su zona de confort, para darse una idea de lo que está pasando, a ver si tienen la capacidad de indignarse y hacer algo al respecto.
LOS MONOPOLIOS DE ESTADO NO SIRVEN
Como liberal, sostengo que todos los monopolios del Estado, particularmente en la prestación de servicios de salud, educación e incluiría al de energía, están destinados al fracaso. Todo sale más caro, comenzando por las prestaciones laborales, la gran burocracia y sus sindicatos, que solo piensan en sus beneficios y no en la calidad de los servicios. Lo mismo pasa en la educación, que es de muy baja calidad en nuestro país. El intento de reformas que luego se revirtieron fue de por sí mediocre. No hemos podido llegar a fondo en esos temas en los que el país es comparable a los países más subdesarrollados. Los estatizadores y parásitos mayores, que tanto critican las privatizaciones, las han fomentado más que nadie. Cada vez hay más hospitales privados y más escuelas privadas ante la incapacidad del gobierno para atender las más mínimas obligaciones en que más gasta el presupuesto.
LAS CONTRARREFORMAS
Todas las reformas liberales desde De la Madrid hasta Peña permitieron el mayor crecimiento económico del país. La suscripción del TLC -ahora T-MEC- disparó las exportaciones, lo que benefició a los consumidores, es decir el pueblo. La desigualdad persiste porque el crecimiento económico favoreció al norte y centro del país, no al sur, pobre desde siempre. No ha habido talento para desarrollarlo. Por el contrario, lo han convertido en el reservorio de votos del gobierno en turno a cambio de programas sociales con los que llevamos ya casi tres décadas y, sin embargo, la pobreza persiste. Son estados en coma que viven de las transfusiones presupuestales, entre ellos el nuestro.
MÁS INCENTIVOS FISCALES, MÁS EMPLEOS
La fórmula es sencilla, pero no quieren hacerlo. Los votos cuentan más donde hay más pobres viviendo de la mano del gobierno. Es una correlación perversa. A nadie le interesa romperla. Basta con hacer cuentas para ver los miles y miles de millones que se han invertido sin cambiar la realidad. Seguimos siendo los más pobres. No se invierte en infraestructura, no hay incentivos fiscales agresivos que bien podrían funcionar y atraer inversiones que generen empleo. Imagínense lo que sucedería si, por ahorrarse el ISR, vinieran acá a instalar sus empresas. ¿Por qué no atreverse si nuestra aportación actual es casi nula? Nada pierde el gobierno federal, pero insisto, no se atreven. No quieren perder a sus súbditos, a sus votos, siempre cautivos.
DESPARASITAR AL GOBIERNO
Algo hay que hacer y de manera urgente para atender la salud de los chiapanecos. De pronto, auditar para documentar el robo del descabellado que casi logra ser gobernador. De la que nos salvamos. Ojalá se finquen responsabilidades para sentar un precedente en ese sector. Hay miles de clínicas, pero si los principales hospitales son un desastre, imagínense lo demás. La salud es precaria, nula, miserable y en ella se gasta más de 35 mil millones de pesos de nuestro presupuesto estatal, más todo el presupuesto federal que en 2024 se incrementó a 980 mil millones de pesos. Un monstruo lleno de parásitos al que urge desparasitar.
EL SISTEMA DE VOUCHERS
Hay que analizar el sistema de váuchers que ya funciona en otros países. Es lo que ahora se asemeja a los servicios subrogados del IMMS, pero sin los mismos resultados. Utilizar parte de los recursos multimillonarios que capta el Seguro Social del sueldo de los trabajadores y las obligaciones patronales, para cubrir la demanda que no alcanza a cubrir el sector salud. Si los hospitales públicos no pueden, que atiendan los privados. Se pueden realizar convenios con ellos como lo hacen las aseguradoras a través de tabuladores para que no se aprovechen cobrando caro y garanticen el servicio. Hay entidades públicas que si lo hacen. Muchos entrarían y por ahora no se darían abasto, pero vaya que dignificarían nuestro derecho a la salud. Muchos más invertirían con sus propios recursos desde el sector privado bajo ese esquema. Lo mismo con las farmacias para surtir las medicinas y laboratorios si el gobierno no es capaz de dar oportunamente ese servicio. El sistema de váuchers funciona con éxito en algunos países con mucho éxito. Más fácil que pensar en Dinamarca…