A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Rayos y centellas


No hay un antecedente en la historia reciente de un encuentro entre líderes mundiales que haya sido tan escandaloso como el que sostuvieron Donald Trump y Volodímir Zelensky en la Casa Blanca. Lo que se suponía debía ser el inicio de un acuerdo de paz terminó convertido en un espectáculo bochornoso, donde el presidente de Ucrania tuvo que ceder con mínimo de decoro ante las demandas de Trump, quien ahora pretende apropiarse de las tierras raras de Ucrania como pago por el apoyo estadounidense.
No es un acuerdo de respaldo futuro, sino una cobranza directa por la ayuda ya prestada. Una lógica más cercana a la de un acreedor sin escrúpulos que a la de un aliado en tiempos de guerra. Fue la OTAN, con Estados Unidos a la cabeza de sus aliados en Europa, quien animó al David ucraniano a enfrentar la embestida del Goliat ruso en sus afanes expansionistas. La injerencia de Rusia en las elecciones ucranianas provocó en 2013 una revuelta conocida como el Euromaidán (se puede ver el documental “Winter on Fire” en Netflix), principalmente encabezada por jóvenes y no por partidos políticos, que prefieren integrarse a la Unión Europea y no seguir siendo sometidos por el yugo de Putin.

TRUMP, A LO CHINO
Mientras Trump quiere cobrarse a lo chino por el apoyo brindado quedándose con los minerales más codiciados de Ucrania, Rusia exige quedarse con partes estratégicas del Donbás y Crimea, consolidando su expansión territorial y dejando a Ucrania en una posición desventajosa dentro de un tratado de paz que recuerda al humillante Tratado de Versalles de 1919. No se trata de que ambos países firmen la paz, sino de que Ucrania acepte su derrota después de que miles de patriotas ucranianos perdieron la vida por defender a su país.

EL HOLODOMOR
Durante la dictadura de Stalin el llamado “Holodomor” (Hambre y Muerte) fue una hambruna inducida que ocurrió en Ucrania entre 1932 y 1933. Durante ese período, las políticas del régimen soviético, en particular la colectivización forzada de la agricultura y la confiscación masiva de granos, provocaron una grave escasez de alimentos para reprimir el espíritu nacional ucraniano, llegando a catalogarlo como un acto genocida. Se calcula que entre 3 y 7 millones de ucranianos perdieron la vida durante este trágico episodio, el cual dejó una profunda marca en la memoria colectiva de Ucrania.

VERSALLES
El Tratado de Versalles, firmado por Alemania el 28 de junio de 1919, puso fin oficialmente a la Primera Guerra Mundial, imponiendo condiciones tales como la pérdida de territorios y la limitación de fronteras, la reducción y restricción de sus fuerzas militares, la obligación de pagar importantes reparaciones económicas, así como la inclusión de la cláusula de «culpa de guerra», en la que se responsabilizó a Alemania por el conflicto. Por eso fue un factor clave en el ascenso de Hitler y del nazismo en Alemania. En sus discursos, el futuro Führer prometía restaurar la grandeza de Alemania y revertir las injusticias impuestas, lo que resonó con una parte significativa del electorado. No solo eso, con el apoyo de un financiero del experto judío, Hjalmar Schacht, implementó una política keynesiana, generando un enorme gasto público en obras de infraestructura, el rearmamento de Alemania y una política de sustitución de importaciones. La narrativa de la superioridad de la raza ária incentivó un nacionalismo profundo en los alemanes que luego, ya en la guerra, derivó en consecuencias funestas.

UCRANIA, DEBE PAGAR EL COSTO DE UNA GUERRA QUE NO INICIÓ
Ucrania debe pagar (reparar el gasto) el costo de una guerra que no inició, enfrentándose a una potencia militarmente superior que ha ignorado todos los llamados al derecho internacional. Se dice que los acuerdos de paz buscan evitar futuros conflictos, pero cuando se imponen de manera abusiva, solo siembran el resentimiento y la posibilidad de nuevas guerras en el futuro. Las heridas quedan abiertas y la desconfianza permanece. Declarar en cese al fuego en esas condiciones es sacar la bandera blanca de la rendición, que es a lo que Trump está obligando a Zelensky.

EL ESTILO TRUMP
El espectáculo de la Casa Blanca no solo dejó claro que Trump no tiene intenciones de respaldar a Ucrania sin obtener algo a cambio, sino que su estilo de negociación es implacable y hasta grotesco. Días antes, mostró una actitud grosera con la gobernadora de Misisipi y, en la reunión con Zelensky, su incomodidad fue evidente desde el primer momento, cuando criticó al líder ucraniano por no llevar traje al encuentro. La razón detrás de esto es simple: Zelensky ha optado por evitar el protocolo de vestimenta formal para no enviar un mensaje de comodidad en medio de la guerra.

MÉXICO, ¿ESTAMOS PREPARADOS PARA UNA NEGOCIACIÓN ASÍ?
Pero más allá de la crisis entre Ucrania y Rusia, en México deberíamos empezar a preocuparnos seriamente. Si Trump aplica la misma lógica de negociación con nuestro país, Claudia Sheinbaum podría encontrarse en una posición sumamente delicada. Trump no se siente complacido con los gestos diplomáticos recientes: ni los decomisos de droga, ni las operaciones contra el narcotráfico, ni las concesiones económicas que afectan a China parecen ser suficientes. Tampoco la liberación reciente de ex capos que ya purgaban penas en México, como en el caso de Caro Quintero, para reparar el viejo agravio del asesinato del agente de la DEA, Kiki Camarena.
Más aún, el gobierno estadounidense tiene información clave sobre el presunto involucramiento de funcionarios mexicanos y miembros prominentes de Morena con el crimen organizado. Si Trump llega a hacer públicos esos datos en un escenario de negociación, sería un golpe devastador para la presidenta mexicana, ya de por sí vapuleada. Una situación similar a la que enfrentó Zelensky, donde México se vería obligado a aceptar condiciones extremadamente desventajosas para evitar un conflicto con su principal socio comercial.

TODO TIENE UN PRECIO
El problema con Trump es que todo tiene un precio. En el caso de Ucrania, las tierras raras; en el caso de México ni se diga. Además, un nuevo tratado en condiciones cada vez más ventajosas para Estados Unidos terminará golpeando la economía mexicana y los millones de empleos que dependen de ella. La política internacional ya no se maneja con diplomacia tradicional, sino con cálculos fríos y transacciones desprovistas de principios. Ucrania ha sido obligada a pagar por la guerra que no inició, y México podría encontrarse en una posición similar. No basta con enviar ofrendas, discursos de buena voluntad o caerle bien a Trump. Cuando llegue el momento de la negociación, nos pedirán más de lo que estamos dispuestos a dar.

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