El loco
Cuando Richard Nixon asumió la presidencia de EE.UU. en 1969, junto con Henry Kissinger aplicó «la teoría del loco», una estrategia predefinida para convencer a sus adversarios de que era impredecible y capaz de tomar medidas extremas. Nixon utilizó este ardid con la URSS y Vietnam del Norte, insinuando que podría usar armas nucleares si no lograba sus objetivos. No quería una retirada humillante de Vietnam que dejara a EE.UU. en una posición de debilidad. Su meta era lograr un acuerdo de paz que permitiera la retirada de las tropas estadounidenses sin dar la impresión de una derrota.
LA IMPREVISIBILIDAD COMO ARMA
Con Donald Trump pareciera que esa estrategia está de regreso, resurge, pero con una notoria diferencia: mientras Nixon la usó de manera calculada, Trump parece ser genuinamente errático. Su estilo se basa en la presión extrema, la intimidación y la ruptura de acuerdos internacionales sin un plan claro. Trump ha demostrado que su estrategia de negociación se basa no solo en la amenaza sino que en hechos concretos. Impuso aranceles de forma súbita, maltrato a Zelensky y le retiró el apoyo militar, se burló de los demócratas durante su discurso en el congreso y puso en jaque alianzas con la Unión Europea. Es su regreso al poder, con las mismas tácticas, pero con más experiencia y mas agresividad.
Para la presidenta de México, esto supone un reto bastante complejo. Trump impuso aranceles sin importar los avances del gobierno en el control migratorio, las restricciones comerciales a China y el combate a los cárteles. Trump insiste en que las empresas automotrices deben regresar su producción a EE.UU. pero fueron esas mismas empresas las que le pidieron que aplazara su decisión y reconsiderara las consecuencias. Trump parece usar la misma estrategia del presidente argentino Milei con la llamada motosierra aprovechando el momentun que vive y con su popularidad en pleno auge. El problema es que en la premura de sus decisiones puede cometer errores garrafales y terminar por recular, como ya lo estamos viendo.
CÓMO ENFRENTAR A TRUMP
La clave no es responder con agresividad, sino con estrategia y diplomacia inteligente evitando la confrontación directa. Claudia Sheinbaum ha optado por una diplomacia más discreta, evitando la retórica desafiante de AMLO. Un choque frontal con Trump en las actuales circunstancias solo reforzaría su postura agresiva. Debe usar los propios intereses de EE.UU. a nuestro favor ya que muchas empresas norteamericans dependen de la manufactura mexicana. México debe negociar recordando que la interdependencia económica no es opcional.
Hay que buscar aliados dentro de EE.UU. donde gobernadores, congresistas y empresarios pueden ser claves para contener las políticas más extremas de Trump. No es la primera vez que sus sectores industriales han ayudado a frenar sus iniciativas más radicales. Hay que demostrar resultados sin someterse y no por soberania sino por estrategia. Si aprecia que Claudia flaquea en sus decisiones tomará provecho.
El combate al narcotráfico es el principal punto de presión de Trump. La administración de Sheinbaum debe convencerlo de que si está comprometida en neutralizar a la narcodelincuencia, pero no es una tarea fácil. Debe parecer implacable para legitimarse no solo ante Trump, sino todos los mexicanos. Ganará por partida doble si logra salir con éxito.
Lo que no debe dejar de hacer Claudia, es diversificar e intenisificar nuestras relaciones internacionales y hacerlo con sumo tacto para no aparentar una doble cara. México depende demasiado de Estados Unidos en comercio. Independiente de sortear con éxito las renegociaciones del T-Mec, lo cual ahora se aprecia difícil, deberá acelerar la diversificación de mercados con Europa, Asia y América Latina para tener más margen de maniobra. Dede desmarcarse de esa idea de su antecesor de que la mejor política internacional es la política interna.
TRUMP NO ES NIXON
Mientras Nixon usó la teoría del loco como táctica controlada, Trump parece aplicarla como parte de su personalidad caótica. Sin embargo, el efecto es similar: genera incertidumbre y obliga a sus adversarios a reaccionar. México no debe caer en esta dinámica. La administración de Sheinbaum tiene la oportunidad de manejar la relación con Washington con pragmatismo y firmeza, sin someterse ni entrar en confrontaciones estériles. Si México juega bien sus cartas, Trump podría encontrarse con un país que, en lugar de entrar en pánico ante sus amenazas, responda con inteligencia, negociación y visión de largo plazo. Al final de cuentas le resultará mejor tenernos como aliados.
EL ELOGIO DE LA LOCURA
La obra de Erasmo de Roterdam publicada en 1511, es una sátira que resalta cómo la locura, entendida como una combinación de arrogancia, audacia e ignorancia deliberada, juega un papel fundamental en la política y la sociedad. Erasmo sugiere que muchos líderes son exitosos no por su sabiduría, sino por su audacia y desprecio por las normas establecidas. Trump encaja bien en ese modelo: su estilo directo, su desprecio por la corrección política y su inclinación por el espectáculo político lo han convertido en una figura polarizadora pero efectiva en el manejo del discurso público.
En El elogio de la locura, los hombres más seguros de sí mismos suelen ser aquellos menos atados a la razón y al conocimiento real. Trump, con su estilo de liderazgo basado en la certeza absoluta, el desprecio por los expertos y la repetición de afirmaciones sin importar su veracidad, parece encarnar esta idea. Su confianza en sí mismo y su insistencia en su propia versión de la realidad han sido clave para su atractivo entre sus seguidores. Los gobernantes que actúan con astucia y cinismo suelen ser más populares que aquellos que se rigen por la razón y la prudencia. Trump ha utilizado una retórica simple, cargada de emociones y apelaciones directas al sentido común de la gente, lo que le ha permitido conectar con un electorado que se siente ignorado por la élite política tradicional.
Erasmo de Roterdam critica a los sabios y a los filósofos que creen que el mundo debería ser gobernado por la razón. Resulta que la locura es necesaria para la felicidad del pueblo: los ilusos, los fanáticos y los crédulos viven más contentos que los que buscan la verdad. Si Erasmo viviera hoy, probablemente vería a Trump no como un sabio, sino como el loco carismático que la sociedad parece preferir.