A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

La ruta del mango Ataulfo

Hay historias que maduran como los frutos: en silencio, bajo el sol, arraigadas a la tierra. Tal es el caso del mango Ataulfo, orgullo del Soconusco chiapaneco, cuya dulzura no solo ha conquistado paladares, sino que representa una de las principales actividades económicas del Soconusco. Sin embargo, el contraste entre su importancia productiva y las condiciones precarias de su comercialización revela una paradoja dolorosa: el oro amarillo de Chiapas se pierde, muchas veces, en el abandono.

DON ATAULFO

El mango Ataulfo tiene nombre propio y origen claro. En la década de los años 60, el señor Ataulfo Morales Gordillo, oriundo de Tapachula, se encontró con una variedad local de mango que se distinguía por su sabor excepcional, su textura sin fibras y su forma pequeña y curvada. El nombre del mango «Ataulfo» se le atribuye al ingeniero agrónomo Héctor Cano Flores, fue un producto que nació de la polinización cruzada entre variedades nativas en forma natural y fortuita a través del tiempo, sin la intervención humana, como muchas variedades criollas que se formaron en un clima propicio y singular en esta región. Con el tiempo, esa variedad se propagó en el Soconusco y fue identificada oficialmente con su nombre. En 2003, obtuvo la denominación de origen “Mango Ataulfo del Soconusco Chiapas”, protegiendo su identidad frente a imitaciones y consolidando su vínculo con la tierra chiapaneca.

EXPORTADOR

Hoy, México es el principal exportador de mango en el mundo, y Chiapas ocupa un lugar destacado en esa producción. Tan solo en la región del Soconusco, municipios como Tapachula, Suchiate, Mazatán, Huixtla y Cacahoatán concentran miles de hectáreas dedicadas al cultivo del Ataulfo. La temporada alta se da entre febrero y mayo, cuando la fruta abunda y el trabajo en las huertas se intensifica.

Pero la abundancia, en este caso, no siempre se traduce en bienestar. Cada año, durante la cosecha, los productores enfrentan el mismo drama: una caída abrupta en los precios debido al exceso de oferta y la falta de canales adecuados de comercialización. Toneladas de mangos quedan tiradas en el suelo, sin recolectarse, porque resulta más caro transportarlos que dejarlos perder. La cadena de intermediarios, la falta de infraestructura de refrigeración y empaque, y la limitada capacidad de exportación directa condenan a los agricultores a vender a precios de miseria. Recién se vio a productores tirar sus mangos en una protesta simbólica, porque hay un excedente de producción que no se alcanza a comercializar. Es un problema de oferta y demanda, no es culpa del gobierno, pero eso no quiere decir que no haya alternativas para evitar ese desperdicio.

FALTA VISIÓN

El problema no es la falta de producto, sino la ausencia de visión. Mientras en mercados internacionales como el estadounidense o el europeo el mango Ataulfo es considerado un manjar exótico de alto valor, en su lugar de origen se desprecia su potencial. La exportación sigue dependiendo en gran medida de grandes empacadoras foráneas, y la industrialización del fruto —en jugos, mermeladas, pulpas, congelados o deshidratados— es todavía incipiente.

ESTRATEGIA INTEGRAL

Chiapas necesita una estrategia integral que vaya más allá de los apoyos temporales. Es urgente crear una verdadera cadena logística para el mango Ataulfo, que contemple centros de acopio refrigerados, plantas de procesamiento, certificaciones de inocuidad y rutas eficientes hacia los puertos y aeropuertos de salida. Asimismo, se requiere un esfuerzo institucional para fomentar la marca “Mango Ataulfo del Soconusco Chiapas” en los mercados internacionales, como se ha hecho con éxito en otros países con sus productos estrella.

VALOR AGREGADO

La industrialización puede ser la clave no solo para reducir el desperdicio, sino para agregar valor y generar empleos locales. Una mermelada o un concentrado de mango vale varias veces más que el fruto fresco vendido al mayoreo. Además, abre la puerta a mercados que no dependen de la temporada y que permiten una planeación productiva a largo plazo. Incluso los frutos considerados de “segunda” pueden tener un destino rentable si se procesan adecuadamente. También hay un componente cultural y de identidad que no debe perderse. El mango Ataulfo no es un simple producto agrícola; es parte del paisaje, de la memoria colectiva del Soconusco, de su tradición campesina. Preservarlo y fortalecer su presencia en el mundo es también una forma de defender la dignidad de sus comunidades.

POLÍTICA AGROINDUSTRIAL

Es hora de apostar por una política agroindustrial seria en Chiapas, una que combine tradición y tecnología, campo y comercio justo. No podemos seguir siendo exportadores de pobreza mientras otros cosechan las ganancias. El mango Ataulfo, como símbolo y recurso, merece una ruta clara hacia el desarrollo. Y no se necesitan grandes inversiones, solo una política de Estado con perspectiva de mercado que escuche las propuestas de quienes conocen ese mercado. ¿Tendrá acaso la Secretaría del Campo una propuesta que no conozcamos? De ser así, sería interesante saberlo, y en caso contrario, ojalá que ya se pongan a trabajar al respecto.

UN CASO DE ÉXITO

Un ejemplo inspirador de cómo transformar productos frutales perecederos en una industria rentable y sostenible es el caso de Terrafertil, una empresa ecuatoriana que logró posicionar frutas como la uvilla, el mango y la piña en los mercados internacionales bajo la marca Nature’s Heart. A través de procesos de deshidratación de alta calidad, empaques innovadores y certificaciones internacionales, convirtieron frutas de corta vida útil en snacks saludables con larga vida de anaquel. Además, integraron a pequeños productores mediante contratos justos, impulsando el desarrollo rural.

CHIAPAS PUEDE

Su visión exportadora, respaldada por alianzas estratégicas y una marca centrada en salud y sostenibilidad, les permitió entrar a cadenas como Whole Foods, Walmart y Carrefour. El éxito fue tal que en 2018 fueron adquiridos por Nestlé, consolidando su modelo como una referencia internacional en la agroindustria frutal. Este tipo de experiencias demuestra que, con inversión en valor agregado y cadenas de suministro bien articuladas, regiones con vocación agrícola como Chiapas pueden dar el salto hacia una industrialización incluyente y competitiva. Un caso concreto es el mango Ataulfo, que podría procesarse en forma de jugos, pulpas, mermeladas, fruta deshidratada o congelada, y exportarse como producto gourmet, aprovechando su sabor, textura y prestigio internacional.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *