La plaga que cruzó la frontera
Por nuestra frontera pasa de todo, me decía un ganadero de allá por el rumbo de Márquez de Comillas, donde hay preciosas extensiones de tierra ganadera, aunque en los últimos años, y a la vista de todos, el narcotráfico ya controlaba la zona. Parece que ya no es así. No sólo hay migrantes, huachicol, comercio informal o trata de personas, también ganado que viene de Centroamérica por sinuosos caminos, en transporte, incluso a pie. Ese mismo ganado se vende en el mercado nacional e incluso se exporta a los Estados Unidos como si fuera de origen mexicano.
EL GUSANO BARRENADOR
La reaparición del gusano barrenador del ganado en Chiapas no es un accidente, sino una consecuencia directa del descontrol fronterizo que ha prevalecido en el sur del país. El Cochliomyia hominivorax, erradicado oficialmente de México desde 1991, ha encontrado una puerta abierta a través del tráfico irregular, y sin ningún control sanitario, de animales procedentes de Centroamérica, donde la plaga aún es endémica.
SIN CONTROL SANITARIO
Lo mismo pasa con migrantes, incluso durante la pandemia del Covid, provenientes de varios continentes. No sólo hablamos del Covid, donde aún existen virus incubados para cuyas variantes no nos encontramos protegidos ni inmunizados, y no hay una sola autoridad de salud presente en la frontera que controle esa situación, como sucede en la mayoría de los países en donde incluso se exige estar vacunado. No es, pues, exclusivo de México vigilar y tener un control sanitario, pero a nuestro país ingresan miles a la vista de las autoridades.
La falta de control sanitario en las fronteras puede facilitar la entrada de enfermedades infecciosas humanas como la tuberculosis, la influenza estacional o aviar, así como virus transmitidos por mosquitos como el dengue, zika, chikungunya y la fiebre amarilla. También existe el riesgo de reintroducción de enfermedades ya erradicadas, como el sarampión y la rubéola, así como casos extremos de fiebre hemorrágica como el ébola o Marburgo, una fiebre hemorrágica viral rara y grave, similar al ébola.
MIASIS
Recientemente se han detectado casos de miasis -gusano barrenador- en personas en territorio chiapaneco, lo que eleva la preocupación sanitaria más allá del ámbito ganadero. Este parásito no sólo invade animales: también puede infestar heridas humanas, alimentándose del tejido vivo y causando severas complicaciones médicas si no se trata de inmediato. Que haya personas afectadas confirma que el problema se ha salido de control.
ADVERTENCIA
Las autoridades norteamericanas acaban de advertir a las respectivas autoridades del gobierno de México que tomen medidas en el asunto, porque de otro modo se verían obligados a cerrar la frontera norte, con consecuencias graves para el sector ganadero en nuestro país. México exporta alrededor de 1.2 millones de cabezas de ganado al año a EE. UU., lo que equivale a un promedio diario de más de 3,000 animales.
CHIAPAS AFECTADO
Chiapas no es un estado cualquiera en la producción pecuaria nacional. Es una de las entidades con mayor relevancia en la comercialización de ganado bovino, con un crecimiento sostenido en las actividades primarias y una contribución significativa a las exportaciones mexicanas, que en 2024 alcanzaron los 1,300 millones de dólares. Por tanto, cualquier amenaza zoosanitaria en la región tiene un impacto directo y multiplicador en todo el país.
Hasta finales de 2024 se registraron al menos 14 brotes del gusano barrenador en Chiapas. Esto derivó en una de las peores consecuencias posibles: la suspensión temporal de importaciones de ganado mexicano por parte de Estados Unidos. La medida afectó a toda la industria, incluso a estados exportadores del norte como Sonora, Chihuahua o Coahuila. La plaga no sólo parasita ganado; también mina la confianza internacional en nuestros controles sanitarios y arriesga nuestro estatus zoosanitario, tan arduamente alcanzado.
TOLERANCIA O CORRUPCIÓN
La causa del problema no es técnica, es política. Como hemos señalado, durante años se ha tolerado el ingreso informal de animales a través de pasos no regulados, sin certificación ni revisión veterinaria, como sí sucede en otros puntos del país. En comunidades fronterizas, el tránsito de ganado es parte de una economía informal que el Estado no ha sabido, o no ha querido, regular. Así, lo que comienza como una transacción inocente en un potrero, termina como una amenaza nacional.
El gobierno federal, a través del SENASICA, ha reaccionado con medidas necesarias pero tardías: zonas de cuarentena, aplicación de insecticidas, liberación de moscas estériles y refuerzo de la vigilancia epidemiológica. Se logró reanudar la exportación en febrero de 2025, pero bajo restricciones más severas y con un costo elevado para los productores.
¿HASTA CUÁNDO?
La pregunta de fondo es: ¿por qué se permite que una frontera porosa y sin control ponga en jaque a toda la industria ganadera del país? ¿Dónde está la coordinación con Guatemala para evitar la propagación de esta plaga desde su territorio? ¿Hasta cuándo vamos a seguir normalizando el contrabando y el desdén por las normas sanitarias?
Lo que está en juego no es sólo la salud del ganado, sino la viabilidad de una actividad económica fundamental para miles de familias en el sur del país. Si no se cierra la frontera al ingreso ilegal de animales, y si no se fortalece la presencia del Estado donde hoy reina la informalidad, el gusano barrenador será apenas el síntoma de un mal con consecuencias mayores.