Homero Aridjis: el poeta que habló por la tierra
Tuve el privilegio de conocer a Homero Aridjis cuando representaba a México como embajador ante la UNESCO en París. Su figura proverbial —más cercana a la sabiduría que al protagonismo— revelaba a un hombre cuya palabra no solo adornaba, sino transformaba. Fue gracias a él que Chiapas pudo mostrar su riqueza culinaria en un escenario sin igual: el restaurante de la UNESCO, donde acude el cuerpo diplomático de todos los países miembros del organismo internacional.
UNA SEMANA CON SABOR A CHIAPAS EN PARÍS
Durante una semana, la cocina chiapaneca tomó por asalto los paladares del mundo. Llevamos queso de Ocosingo, tamales de chipilín, pozol de cacao y hasta nucú, esa delicia de la tierra que pocos se atreven a imaginar como exquisitez. La iniciativa fue de mi querido amigo el chiapaneco Juan Carlos Coutiño, quien concibió, organizó y montó con esmero esta muestra. París se vistió de aromas de selva y sierra, y nuestros chefs especializados en comida tradicional brillaron como embajadores culturales. Alguna vez, la Secretaria de Turismo tuvo una dirección de gastronomía integrada por profesionales en la matería cuyo objetivo, entre otros era promover y difundir la gastronomía chiapaneca.
UN ENCUENTRO INOLVIDABLE
En ese marco, tuvimos también la oportunidad de conocer al embajador de México en Francia, Carlos de Icaza, un diplomático de carrera, siempre afable y comprometido con las causas culturales. Pero el momento más especial fue sin duda la cena en la que el invitado de honor fue el escritor Carlos Fuentes, a quien conocí ahí, dos años antes de su fallecimiento. Compartimos la mesa en una velada entrañable servida por los chefs chiapanecos, donde la conversación fluyó entre la literatura, la política, pero sobre todo las delicias culinarias chiapanecas.
Días después, don Homero nos invitó a Juan Carlos Coutiño y a mí a cenar a un restaurante parisino. Fue ahí donde conocimos su lado más humano, el del hombre pausado, generoso, reflexivo. Hablamos de poesía, sí, pero también del país, de sus selvas, de las causas que lo hicieron no solo un gran poeta, sino un referente moral en defensa del medio ambiente.
EL GRUPO DE LOS CIEN: PALABRA Y RESISTENCIA
Aridjis fundó el Grupo de los Cien, una coalición de artistas, intelectuales y científicos que supo levantar la voz cuando pocos lo hacían. Gracias a él se protegieron santuarios naturales, se frenaron proyectos destructivos, se prohibió la captura de tortugas marinas y se visibilizaron causas que hoy son pilares del ambientalismo mexicano. Su activismo fue tan profundo como su poesía: comprometido, elegante, sin estridencias, pero con firmeza.
UN MEXICANO UNIVERSAL
Con más de cincuenta libros traducidos a quince idiomas, Homero Aridjis ha sido un faro de la literatura mexicana y un portavoz del planeta. Promovió encuentros de poetas y científicos, y recorrió el mundo hablando de derechos humanos, naturaleza y belleza. Su obra —literaria y vital— está tejida con palabras que no olvidan a quienes no tienen voz.
GRATITUD DESDE CHIAPAS
Desde Chiapas, le debemos más que una anécdota: le debemos gratitud. Gracias a su respaldo, nuestra cocina tradicional se mostró al mundo con orgullo y dignidad. Fue su respaldo institucional, su sensibilidad como poeta y su visión como diplomático lo que permitió que el pozol y el chipilín se sentaran, sin complejo alguno, en la mesa del mundo. La cocina tradicional mexicana -incluyendo la de Chiapas. fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010.
Por todo esto, y por tanto más, escribo hoy este homenaje. Porque conocí al hombre detrás del título. Porque su voz fue siempre una brújula. Y porque la poesía, cuando es verdadera, también se sirve caliente, se saborea y se comparte.
Hariamos bien en distinguirlo con el premio Chiapas o declararlo Doctor Honoris Causa por nuestra máxima casa de estudios, la UNACH. A sus 85 años su vida comprometida con la protección de la biodiversidad y la promoción de la cultura lo convierten en una figura relevante en el ámbito cultural y ambiental de México.
Gracias, Homero.