El centauro herido
Tuve la gran oportunidad de acudir ayer al inicio del diplomado que imparte la Universidad de Salamanca en coordinación con la Universidad Autónoma de Chiapas, que bien dirige el Doctor Oswaldo Chacón Rojas. Fue una ocasión excepcional poder escuchar al destacado politólogo y profesor universitario español Fernando Vallespín, figura reconocida del pensamiento político contemporáneo, quien expuso ante un concurrido escenario en la sala de rectores de la librería José Emilio Pacheco la primera conferencia titulada “La democracia ante los grandes desafíos de América Latina”. Su reflexión cobra especial relevancia para el momento que vive México.
LA METÁFORA DEL CENTAURO
En su más reciente ensayo, El centauro democrático, Vallespín plantea una metáfora poderosa: la democracia no es un cuerpo armónico, sino un ser mitológico de dos mitades, como un centauro. Una parte representa la voluntad popular —el principio de mayoría— y la otra el Estado de derecho, ese conjunto de reglas, instituciones y contrapesos que limitan el poder. Su convivencia es tensa, frágil, y solo una cultura democrática sólida impide que una devore a la otra.
LA DISLOCACIÓN DEL EQUILIBRIO DEMOCRÁTICO
México vive hoy una dolorosa dislocación de ese centauro. La mitad mayoritaria se ha impuesto con brutalidad, sometiendo a las instituciones, debilitando los equilibrios y desfigurando las formas republicanas. Con el pretexto de una supuesta voluntad popular —reducida al 30% de los votos obtenidos del total de electores durante la última elección—, el poder se ha convertido en un monólogo, donde no hay adversarios, solo enemigos; no hay diálogo, hay imposición.
EL REGRESO DEL PRESIDENCIALISMO AUTORITARIO
Desde 2018, el presidencialismo mexicano ha retomado su rostro más autoritario. Bajo el aura de su legitimidad electoral, se cancelaron obras multimillonarias por consulta popular sin sustento jurídico; se reformaron leyes al vapor; se atacó sistemáticamente al INE, al INAI, a la Suprema Corte, al Poder Judicial, a las universidades, a los medios de comunicación, a los científicos. Todo lo que no se somete se convierte en “conservador”, en obstáculo a remover.
DEMOCRACIA SIN FRENO: LA ILIBERALIDAD EN MARCHA
Vallespín advierte que cuando la democracia se reduce al poder de la mayoría, sin límites ni autocontención, se transforma en una versión degradada de sí misma. No es una dictadura al estilo clásico, sino una “democracia iliberal”, donde el voto es el arma para legitimar decisiones autoritarias. En México, eso ha significado una ofensiva contra los órganos constitucionales autónomos y una peligrosa concentración del poder.
INSTITUCIONES HERIDAS Y PODER CONCENTRADO
El otro lado del centauro —el institucional— yace herido de muerte. Las reformas para extender la militarización, el debilitamiento presupuestal de organismos independientes, la captura del Congreso mediante operadores sin voz propia, la designación de incondicionales en la Corte y otros espacios clave, son parte de una estrategia para dejar al centauro sin riendas. La ley, la razón y el equilibrio ya no detienen al jinete.
EL COLAPSO DE LAS VIRTUDES DEMOCRÁTICAS
Pero lo más grave, como señala Vallespín, es la pérdida de las virtudes informales que sostienen una democracia sana: la tolerancia mutua y la autocontención. Aquí no hay indulgencia, ni freno, ni respeto. La política mexicana se ha convertido en una arena de exterminio simbólico. Se gobierna como si el tiempo fuera a acabarse, sin dejar cimientos ni puentes. Todo se arrasa y se reinventa cada sexenio.
RECONSTRUIR AL CENTAURO
El próximo gobierno, si llegara a cambiar de manos y de partido, enfrentará un desafío mayúsculo: recomponer al centauro. Reconstruir instituciones, devolverles autonomía, restaurar la legitimidad de los contrapesos, y sobre todo, recuperar una cultura de legalidad y pluralismo. De lo contrario, seguiremos cabalgando sobre una criatura desmembrada, con fuerza bruta pero sin equilibrio. Y el abismo, más que una amenaza, se volverá destino.
UN LLAMADO A LA REFLEXIÓN Y LA RECONSTRUCCIÓN
Enhorabuena por el inicio del curso “La Democracia ante los Grandes Desafíos de América Latina”, coordinado valiosamente por mi amiga Marvín Arriaga e impulsado por la UNACH en colaboración con la Universidad de Salamanca, y con la participación del maestro Fernando Vallespín, en tanto que abre una valiosa oportunidad para repensar críticamente nuestras instituciones. En tiempos en que el centauro democrático parece desgarrado por la fuerza bruta de mayorías sin contrapesos, escuchar a quienes, como Vallespín, han dedicado su vida al estudio del equilibrio entre libertad y legalidad, puede ayudarnos a reconstruir la musculatura moral y política de nuestra democracia herida.