A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

¿Por qué nos olvidó la patria?

“Por qué nos olvidó la patria”, dijo recientemente en un emotivo discurso el gobernador Eduardo Ramírez ante varias comunidades por el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. Y no exagera. Hubo un antes y un después —les guste o no, dijo— del movimiento zapatista que visibilizó la pobreza chiapaneca. El problema es que, en casi tres décadas, la pobreza solo se ha combatido con programas asistenciales que mantienen a Chiapas anclado en los últimos lugares de la mayoría de los indicadores de desarrollo.

UN RETROCESO PRODUCTIVO

A consecuencia del movimiento zapatista, organizaciones sociales invadieron y empobrecieron zonas de Chiapas que habían sido altamente productivas, en particular en ganadería y café como Yajalón, Simojovel y Ocosingo, por citar ejemplos. Pequeños propietarios, comerciantes y las nuevas generaciones han huido en busca de mejores oportunidades. Regiones enteras que antes generaban empleo, riqueza y exportaciones fueron condenadas a la improductividad por la manipulación de líderes, conflictos agrarios, falta de certeza jurídica y un clima de confrontación alentado por la política y por intereses ajenos al bienestar de sus habitantes. Chiapas posee el mayor porcentaje de propiedad social, pero lo que se presentó como reivindicación social derivó en un retroceso económico que todavía no se revierte.

RECURSOS A RAUDALES, RESULTADOS ESCASOS

Producto de aquel levantamiento, Chiapas se convirtió en el mayor receptor de recursos federales, solo comparable con los estados que más aportan a la Federación vía impuestos. Por citar un dato: en 2022 el presupuesto fue de $104,576 millones MXN y al año siguiente en 2023 de $137,115 millones MXN.

La pregunta obligada es: ¿para qué ha servido tanto dinero? ¿Dónde ha ido a parar? ¿Por qué no se traduce en mejores condiciones de vida? El asistencialismo, en teoría, debía ser una medida temporal, un puente hacia políticas públicas que detonaran desarrollo, generaran empleos y aprovecharan de forma sustentable nuestros recursos naturales. Nada de eso ha sucedido.

UN BARRIL SIN FONDO

En lugar de desarrollo, hemos visto consolidarse una nueva élite económica formada por contratistas y proveedores aliados al gobierno, funcionarios que se enriquecen y abandonan el estado al concluir sus encargos, o que se refugian en diputaciones y sus respectivos fueros. La burocracia y el magisterio se han convertido en la principal fuente de empleo para muchos, mientras que los programas sociales han alimentado una base política clientelar que garantiza votos al gobierno en turno a nivel local y federal. Mientras tanto, la sobrepoblación (el doble de la media nacional) y la dispersión de comunidades hacen cada vez más difícil y costoso llevar servicios básicos como salud, educación o infraestructura. Multiplicamos la pobreza y, por eso, Chiapas es un barril sin fondo.

VOLUNTAD Y DECISIÓN

El gobernador acierta al reconocer la realidad, pero haría mejor si logra reorientar las políticas públicas para impulsar el desarrollo y frenar la expulsión de miles de jóvenes que, sin movilidad social ni oportunidades, optan por migrar. Tiene la voluntad política. La pregunta es: ¿hasta dónde está dispuesto a llegar? Porque Chiapas necesita una sacudida fuerte, incluso si eso implica medidas que a corto plazo no den resultados tangibles.

LECCIONES DEL MUNDO

La carretera Ocosingo–Palenque es un buen ejemplo de obra estratégica. Ha sido ofrecida por tres administraciones y sigue pendiente, mientras no faltan quienes se oponen sin representar a nadie, bloqueando un proyecto que detonará regiones enteras. Para entender lo que se requiere, basta mirar fuera: Singapur pasó de ser un puerto insalubre y sin recursos naturales a tener hoy el mayor ingreso per cápita del mundo. Corea del Sur, devastada por la guerra, se reinventó apostando a la educación, la innovación y la industrialización. Vietnam, que en los 80 estaba más empobrecido que Chiapas, es hoy una potencia exportadora gracias a la apertura económica y a un Estado decidido a atraer inversión.

LA RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

No hay fórmulas mágicas: se necesita visión, disciplina y continuidad. ¿Entenderán este reto todos los integrantes del gabinete estatal, los delegados de las dependencias federales y el propio gobierno federal? ¿O todo recaerá sobre el Ejecutivo estatal? Esto apenas comienza. Veremos qué rumbo toma el gobierno y si el discurso del gobernador se traduce en acciones que, como en aquellos países, cambien para siempre la historia de Chiapas.

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