A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Las proyecciones futuras de 2030 en Chiapas

Aunque falta todavía un trecho largo hacia el 2030, los movimientos políticos empiezan a tomar forma. En Chiapas, como en el resto del país, la sucesión no solo dependerá de los tiempos formales, sino de los reacomodos internos en los partidos, los equilibrios de poder y, sobre todo, del peso específico que tenga el actual gobernador Eduardo Ramírez a la hora de elegir a su sucesor. El panorama se vislumbra complejo, fragmentado y con actores que ya levantan la mano.

EL VERDE POR SU CUENTA

El Partido Verde ha sido durante años un aliado pragmático, siempre cerca del poder, primero con el PRI, luego con Morena. Pero lo dicho por Luis Armando Melgar, senador chiapaneco con aspiraciones largamente conocidas, parece marcar un punto de no retorno: el Verde irá solo en 2030. No es una bravuconada. Es una decisión estratégica que, de sostenerse, colocaría a Melgar en la primera línea para contender por la gubernatura. Tiene además una buena relación con Eduardo. Su discurso contra la corrupción en Morena —“nunca debemos olvidar que han habido ratas”— no solo rompe con el oficialismo, también le da un aire de autenticidad frente a una ciudadanía. Ha sido un acérrimo crítico del senador tabasqueño por Chiapas, un tal Pepe Cruz y tambien del exgobernador Rutilio Escandón.

EL PT Y EL PAPEL DE ALBORES

En paralelo, el Partido del Trabajo ha servido de acompañante menor en la alianza oficialista. Sin embargo, una figura como Roberto Albores, menospreciado por la clase política de Morena, podría encontrar allí la plataforma para levantar una candidatura lo bastante sólida. No sería extraño que, ante la fractura de la 4T, el PT busque abanderar a un perfil competitivo que capitalice tanto el descontento como la falta de definiciones claras en Morena. Le daría más votos y más posiciones que si va de achichincle con el partido oficial. Albores, con su apellido cargado de historia, su experiencia política y el hecho de que ya contendió por la gubernatura, puede convertirse en un contrapeso relevante si sabe articular un discurso independiente. Y también sostiene una buena relación con el gobernador.

MORENA Y EL PESO DE EDUARDO

Del lado de Morena, la sucesión en Chiapas depende en gran medida de lo que ocurra con el gobierno de Eduardo Ramírez. Si logra consolidar resultados palpables, fortalecer su base política y mantener la disciplina interna, tendrá margen para proponer y “llevar mano” en la elección del candidato. De lo contrario, como tantas veces ha ocurrido, el centro del país terminará imponiendo un perfil afín a las cúpulas nacionales, aunque no necesariamente cercano a la realidad chiapaneca. La historia muestra que las decisiones tomadas desde la capital suelen fracturar liderazgos locales y abrir espacio a candidaturas alternas. De cuajarse las candidaturas de Melgar y Albores, tendría una baraja de donde escoger, ante un escenario adverso para él.

UN ESCENARIO FRAGMENTADO

La eventual ruptura del Verde y la posibilidad de un PT más competitivo auguran una elección sin mayorías claras. El voto que antes se agrupaba bajo la coalición oficialista puede dispersarse en tres frentes. Esto abre un espacio que la oposición tradicional —PRI, PAN, PRD— podría intentar aprovechar, aunque en Chiapas su presencia ha sido débil y errática. Aun así, la dinámica nacional puede empujar a que surjan alianzas insólitas, donde lo local se imponga a lo ideológico.

LO QUE ESTÁ EN JUEGO

El futuro político de Chiapas en 2030 no es un simple trámite sexenal. Se juega el control de un estado estratégico, con profundas desigualdades, rezagos históricos y al mismo tiempo con un enorme potencial económico, turístico y cultural, pero sobre todo, que aporta muchos votos a elección federal. Quien logre articular un proyecto creíble tendrá ventaja, pero el camino no será sencillo. Las fracturas en la 4T, el pragmatismo del Verde, la visión del PT y la fuerza todavía dominante de Morena dibujan un escenario abierto, donde todo dependerá de cómo se muevan las piezas en los próximos años.

La moneda está en el aire. Lo cierto es que todavía falta muchísimo tiempo y es demasiado temprano para adelantar vísperas. Los escenarios pueden cambiar. Pero las piezas, como en el caso de Melgar, se comienzan a mover desde ahora.

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