A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

La tiendita contra el Oxxo

En cada barrio de Chiapas, durante décadas, la tiendita de la esquina fue algo más que un lugar para comprar refrescos, frijol, tortillas o cigarros sueltos. Era punto de encuentro, espacio de confianza y una forma de economía comunitaria. Pero en los últimos años, esas tienditas se vieron desplazadas por las tiendas de conveniencia como el Oxxo, que avanzan con la fuerza de un modelo corporativo que centraliza la ganancia, extrae el circulante y deja poca derrama en la economía local.

El fenómeno es nacional, pero en un estado como Chiapas —donde el 97.5% de las unidades económicas son microempresas y el comercio aporta 34.8% del valor agregado estatal— la sustitución de abarrotes por cadenas modernas es especialmente preocupante. No se trata solo de competencia; se trata de la pérdida de una red de economía popular que sostenía ingresos, empleos y relaciones vecinales.

EL MODELO CORPORATIVO

Oxxo despliega más de 24 mil tiendas en el país, y aunque Chiapas no es el estado con mayor densidad, su presencia en las ciudades ya es dominante. Su ventaja es clara: abren 24/7, tienen inventario controlado, marketing estandarizado, poder de compra con proveedores y ofrecen servicios ancla —pago de recibos, recargas, envío de dinero— que atraen clientes a diario. La tiendita, sin respaldo tecnológico ni escala, queda relegada.

LA FUGA DE RECURSOS

Lo más grave es la extracción económica. En las cadenas, las utilidades viajan a corporativos foráneos; las compras están centralizadas y la derrama local se limita a modestos sueldos y algunos arrendamientos. Estudios internacionales demuestran que por cada 100 pesos gastados en comercios locales, entre 43 y 68 se recirculan en la comunidad; en cambio, en cadenas la cifra cae a entre 13 y 43. Es decir: cada compra en la tiendita multiplicaba más riqueza dentro del barrio.

En Chiapas, donde la pobreza sigue marcando la pauta y la informalidad laboral es alta, perder ese multiplicador comunitario significa más dependencia de programas sociales y menos movilidad económica. La sustitución de abarrotes por Oxxo no solo cambia la experiencia de consumo; desarticula un tejido económico que daba resiliencia a los barrios.

¿QUÉ HACER?

La solución no está en demonizar a Oxxo ni prohibirle abrir tiendas. La clave es construir alternativas competitivas de raíz local. Lo vemos con algunos locales que todavía venden frutas y verduras, incluso más frescas que las de los supermercados. Parte de ello se cosecha en Chiapas. También con tienditas que ofrecen productos regionales como pan, miel de abeja, quesos, crema chiapaneca, tamales o salsas. Esa diversidad es un activo cultural y económico que no debería desaparecer.

En Italia existe el modelo Conad: una red cooperativa de pequeños comerciantes que comparten logística, marca e imagen, pero conservan la propiedad y el arraigo comunitario. Algo así podría replicarse en Chiapas: una Cooperativa de Proximidad que dé a las tienditas herramientas modernas —terminal de pago, inventario automatizado, servicios de recarga y pago— sin perder su identidad local.

El Estado podría apoyar con microcréditos, capacitación y un sello de “Marca Chiapas – Comercio de Proximidad” que distinga a las tiendas que venden productos locales. También pueden impulsarse cadenas cortas: acuerdos para que la tiendita sea escaparate de productores chiapanecos, con curaduría sanitaria y etiquetado competitivo.

UN MODELO DE NEGOCIOS PARA SOBREVIVIR

El reto, en el fondo, es diseñar un nuevo modelo de negocios que evite que las tienditas desaparezcan y que al mismo tiempo reactive a las pymes locales. No basta con resistir: se requiere innovar. La organización colectiva, la tecnología accesible y la integración de productos locales son la clave para que este comercio de barrio sea competitivo. De lo contrario, la asimetría con las cadenas crecerá y los pequeños quedarán condenados a la extinción.

ROMPER LA INERCIA

El futuro del comercio en Chiapas no tiene que ser una disyuntiva entre Oxxo y la nostalgia. Puede construirse un modelo híbrido: tecnología y eficiencia para la tiendita, pero con arraigo y reinversión comunitaria. Si dejamos que la lógica corporativa avance sola, el costo será la fuga constante de recursos; si fortalecemos lo local, cada peso gastado en el barrio quedará en el barrio, multiplicando bienestar y oportunidades.

Las tienditas no deben resignarse a desaparecer como fuentes de ingreso: pueden convertirse en nodos modernos de la economía popular. De nosotros depende que sobrevivan, no como reliquias, sino como alternativas vivas, competitivas y orgullosamente chiapanecas.

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