Chiapas: la explosión demográfica, bomba de tiempo
Chiapas volvió a encabezar las estadísticas nacionales de natalidad. Según el INEGI, en 2023 el estado registró 100.1 nacimientos por cada mil mujeres en edad fértil, casi el doble del promedio nacional de 56.7. Podría parecer una ventaja, un “bono demográfico” que garantice juventud, fuerza laboral y futuro. Pero en un estado con rezago educativo y pocas oportunidades, ese bono se transforma en carga.
EL BONO DEMOGRÁFICO QUE NO LLEGA
Un bono demográfico se materializa cuando la población joven encuentra educación de calidad y empleos dignos que la integren productivamente al mercado laboral. En Chiapas, en cambio, la tasa de fecundidad adolescente es de 21.7 nacimientos por cada mil mujeres de entre 10 y 17 años, una de las más altas del país. Eso significa que gran parte de los nuevos nacimientos proviene de madres que no han concluido la secundaria. La pobreza se hereda desde la cuna.
EL REZAGO EDUCATIVO COMO TALÓN DE AQUILES
Los números son contundentes. Entre 2022 y 2024, el rezago educativo nacional pasó de 19.4% a 18.6%, pero en Chiapas subió de 31.1% a 34%. Tres de cada diez chiapanecos no han terminado la educación básica. La falta de acceso a la educación media y superior cierra de golpe la ventana de oportunidad. Jóvenes sin preparación son jóvenes condenados a la informalidad, a la migración o al desempleo. La juventud que debería ser fuerza de innovación termina atrapada con ingresos mínimos o en la informalidad. Otros optan por migrar: tan solo en 2023 más de 25 mil chiapanecos salieron rumbo a Estados Unidos, la mayoría jóvenes sin alternativas.
LECCIONES DE QUIENES SÍ LO LOGRARON
La historia reciente ofrece ejemplos claros. Corea del Sur, tras la guerra de los cincuenta, era uno de los países más pobres del mundo. Apostó todo a la educación y a la industrializacióny el mercado, y en apenas dos generaciones pasó de exportar arroz a exportar tecnología. Singapur, sin recursos naturales, invirtió en capital humano y logística hasta convertirse en un centro financiero global. Irlanda, en los años ochenta, vivía crisis y desempleo; pero con reformas educativas y apertura a la inversión extranjera hoy es un polo tecnológico en Europa. Incluso Vietnam, devastado por la guerra, supo aprovechar su juventud para impulsar manufactura y exportaciones.
Todos estos países partieron de condiciones precarias, pero supieron hacer lo correcto: invertir en las personas. Educación, ciencia, tecnología y empleos productivos. Esa fue la diferencia entre que su bono demográfico se volviera palanca de desarrollo y no una carga social.
UNA BOMBA DEMOGRÁFICA
En Chiapas la tendencia apunta en sentido contrario. Más nacimientos significan más presión sobre sistemas de salud, educación, vivienda y empleo. Pero los servicios no crecen al mismo ritmo. Hoy más del 70% de la población vive en pobreza multidimensional y casi la mitad en pobreza extrema. La bomba está encendida: más niños malnutridos, más adolescentes fuera de la escuela, más adultos sin empleo formal.
UNA VENTANA QUE SE CIERRA
El bono demográfico es una ventana corta en la historia de un pueblo. Quien la aprovecha, como Corea o Irlanda, logra transformarse en potencia. Quien la desperdicia, como tantas naciones atrapadas en la pobreza, termina con una población envejecida sin haber conocido el desarrollo.
Chiapas lidera la natalidad en México, pero sin educación ni movilidad social lo que tenemos no es un bono, sino una carga. Esa juventud, en lugar de ser el motor de nuestro desarrollo, seguirá condenada a ser migrante y mano de obra barata.