La insurrección del escudo
No es la primera vez que abordo el tema de la influencia que tuvo la cultura hispánica en la conformación —junto con la indígena— de nuestros usos, costumbres y tradiciones. Es de esa fusión que surge la identidad que hoy nos define a los chiapanecos ante México y el mundo. He trabajado en esos temas, los conozco a fondo y actualmente los desarrollo en un libro.
Justo en ese contexto apareció la iniciativa del diputado Pepe del Valle, asesorado por académicos influidos por la llamada “teoría de la descolonización del pensamiento”, que no es otra cosa que el intento de renegar de nuestra raíz occidental: esa que nació en Grecia, maduró en Roma y floreció con el cristianismo; la que nos dio lengua, leyes, valores y una visión del mundo compartida por más de 600 millones de personas.
Mi sorpresa fue que el artículo que publiqué sobre el tema fue leído, de manera orgánica, por más de 25 mil personas. A partir de ahí se desató una marea de opiniones en rechazo a la iniciativa. Lo que muchos chiapanecos expresaron —sin decirlo abiertamente— fue que el escudo de Chiapas se ha convertido en un patrimonio cultural asumido por todos, un símbolo adoptado y resignificado a lo largo de los siglos.
LA MONARQUÍA QUE NO SE VE
Estamos tan acostumbrados a que cada sexenio nos impongan todo, que ya no advertimos que la monarquía que padecemos no lleva corona, pero gobierna como si la tuviera. Creyeron que podrían cambiar el escudo sin consultar a nadie, con un simple decreto. Pero se toparon con la resistencia de un pueblo que, aunque muchas veces calla, no tolera que le toquen lo que siente suyo.
Ante el rechazo, improvisaron foros “ciudadanos” —instrumentados por ellos mismos— para simular consenso. Pero ni eso ha logrado revertir el repudio generalizado, incluso en sus propios espacios digitales. No fue mi propósito iniciar una insurrección simbólica, pero tampoco voy a claudicar. Estoy plenamente convencido de que debemos defender el escudo y reescribir la historia desde la verdad, no desde la victimización.
COLONIZADOS… POR LA CHATARRA
Si de colonización hablamos, deberíamos preocuparnos por la invasión real: la de la Coca-Cola, los productos chatarra y las tiendas Oxxo que han desplazado la alimentación tradicional y desnutrido a nuestro pueblo. No es de presumir que los municipios indígenas de Chiapas sean los mayores consumidores de Coca-Cola a nivel mundial. O la de las narcobandas y la música que promueven —los corridos tumbados—, contratadas en municipios donde supuestamente se busca “preservar la identidad prehispánica”.
A este paso, las llamadas “culturas vivas” van a desaparecer no por culpa del escudo, sino por nuestra incapacidad de convertir la identidad en desarrollo, y la tradición en futuro.
LA EDUCACIÓN QUE NO EDUCA
La Universidad Intercultural de Chiapas nació con un enfoque social y antropológico, pero sin conexión con el mercado laboral. Sus egresados, por muy comprometidos con sus raíces, no encuentran empleo ni movilidad social. Nadie busca un antropólogo para administrar una empresa, ni un gestor cultural para dirigir una fábrica.
Esa es la verdadera deuda: no con el pasado, sino con el porvenir. Pronto presentaré una propuesta concreta para reformar ese modelo educativo y demostrar que la identidad puede ser motor de progreso, no de estancamiento.
LA “PRIMAVERA” DE FÁBREGAS PUIG
Resulta lamentable que el gobierno haya puesto toda su maquinaria de comunicación al servicio de esta causa, presionando incluso a periodistas para que guarden silencio. Eso revela una vocación autoritaria, disfrazada de democracia.
Por eso me pregunto: ¿de cuál “primavera democrática” habla el maestro Fábregas Puig? Porque, sinceramente, yo no la veo florecer por ningún lado.