Apostar por nuestro patrimonio
El reciente mensaje del gobernador desde Comitán, supervisando la rehabilitación de la Parroquia de San Sebastián y del Templo de Santo Domingo, tiene un valor que va más allá del anuncio institucional. Lo acompañó con una evocación personal: su regreso al campanario de Santo Domingo, lugar que frecuentaba en su infancia, desde donde miraba despertar la ciudad en aquellas mañanas frías de misa tempranera. Esa imagen dice mucho: la memoria y la identidad se viven, no se improvisan.
PATRIMONIO QUE NO SE DEBE ABANDONAR
Se reconoce el esfuerzo y se celebra la decisión de restaurar con técnicas artesanales, respetando el alma de nuestros monumentos. Pero los anuncios deben convertirse en una política pública permanente. El mantenimiento del patrimonio histórico debe ser una política de Estado, porque no se trata solo de rescatar piedras viejas: se trata de preservar la historia que nos sostiene como comunidad. Lo que se abandona, se pierde, y lo que se pierde, nunca regresa.
Ahí está el ejemplo más doloroso: la Catedral de San Cristóbal tardó casi cinco años cerrada tras los sismos, sin que el gobierno anterior mostrara interés ni prisa por reabrir uno de los templos más emblemáticos del país. Ese retraso no solo afectó a la feligresía; también golpeó la economía local, el turismo y la vida cotidiana del centro histórico. Cuando el patrimonio se descuida, se resienten la fe, la memoria y el desarrollo.
LAS JOYAS COLONIALES DE CHIAPAS
San Cristóbal, Comitán y Chiapa de Corzo son ciudades donde la historia respira en cada esquina. Son el corazón colonial de Chiapas, ventanas de nuestra identidad hacia el mundo. Pero el tiempo pasa y la desatención se nota: fachadas que se descascaran, techos que filtran, calles llenas de cables que ensucian el paisaje, templos que necesitan urgentemente manos expertas. Si son nuestras joyas, hay que pulirlas siempre. No basta con presumirlas en folletos turísticos: hay que invertir para protegerlas.
EL TURISMO COMO PUENTE HACIA EL FUTURO
El turismo cultural no es una frase hecha: es una industria poderosa que puede transformar la economía de Chiapas si se la toma en serio. Cada templo rescatado, cada plaza restaurada, cada edificio histórico que vuelve a brillar se convierte en una razón para visitar, para quedarse, para volver. Y tras cada una de esas razones hay empleos, ingresos y oportunidades para muchas familias.
De eso se trata: de que nuestra herencia no sea únicamente motivo de nostalgia, sino motor de futuro. Si otras ciudades del mundo han hecho de su pasado un negocio próspero, ¿por qué nosotros habríamos de resignarnos al deterioro? Tenemos lo que muchos envidian: historia viva, espiritualidad, arquitectura y belleza natural. Falta decisión para multiplicar su valor.
El gobernador lo dijo con emoción: desde el campanario uno contempla el horizonte de Comitán y guarda recuerdos que se vuelven raíces. Bien. Que esa emoción se convierta en visión. Que lo que hoy se hace ahí sea el inicio de una nueva etapa en la que nuestros tesoros arquitectónicos dejen de depender del ánimo político del momento.
NUESTRA IDENTIDAD TAMBIÉN ES PATRIMONIO
Chiapas debe entender algo fundamental: cuidar nuestro patrimonio es cuidarnos a nosotros mismos. Es defender nuestra identidad, reforzar nuestra economía, honrar nuestra historia y asegurar que las próximas generaciones puedan sentir el mismo orgullo que sentimos nosotros cuando caminamos por estas ciudades que heredaron las luces del pasado.
Si nuestras joyas coloniales son el reflejo de quiénes somos, lo mínimo es que sigan brillando. Porque un pueblo que cuida lo que lo hace grande, también cuida su destino.








