Brenda Rodríguez Herrera de la Coalición de Organizaciones Mexicanas por el Derecho al Agua, explicó que algunas mujeres deben gestionar el recurso: llamar a los servicios de pipas de agua, organizar a las vecinas, esperar a que lleguen los proveedores y cuidar el llenado de tinacos o cisternas
Cimac Noticias / Aquínoticias
Si en enero María tenía que administrar su tiempo para aprovechar los tres días a la semana que el agua llegaba a la llave de su casa, en la alcaldía de Tláhuac, en la Ciudad de México; desde marzo, cuando comenzó la transmisión comunitaria del COVID-19, debe dedicar el doble de horas para gestionar este recurso.
Algo similar le sucedió a Guadalupe, quien vive en el municipio de Nezahualcóyotl, en el Estado de México, cuya estrategia era poner una bomba durante la noche o la madrugada para tratar de succionar el líquido de la tubería, pero ahora que la higiene se convirtió en un acto vital para no contagiarse de la enfermedad que acecha a todo el país, decidió pagar hasta 500 pesos a la semana por tener un poco de agua.
Los testimonios son muchos y lo que dejan ver es que la falta de acceso a este recurso durante la pandemia del COVID-19, en México, vulneró la salud emocional de las mujeres, dificultó el cuidado de su salud sexual y reproductiva y su aseo, aumentó sus gastos, modificó su alimentación y sumó una carga más de trabajo, así lo aseguró la maestra en Desarrollo Rural, Brenda Rodríguez Herrera.
Como parte de los foros virtuales que organiza la «Red de Agua de la Universidad Nacional Autónoma de México» (UNAM), este miércoles la experta en género y medio ambiente expuso que las mujeres hacen un uso distinto del agua debido a los roles de género, que indican que ellas deben realizar las tareas de limpieza; sin embargo, no tienen poder de decisión sobre los recursos hídricos.
Las personas, comentó, hacen un uso diferente del agua, por ejemplo, ellas realizan el trabajo del hogar como la limpieza de la casa, el lavado de ropa y trastes o la preparación de los alimentos. Ahora, con la enfermedad provocada por el SARS-COV2, se agudizó la carga de trabajo que tenían debido a que la principal recomendación para evitar la propagación del virus es la limpieza y el lavado frecuente de manos con agua y jabón.
La cofundadora de la Coalición de Organizaciones Mexicanas por el Derecho al Agua (COMDA), explicó que de acuerdo con testimonios de mujeres, algunas todavía deben gestionar el recurso: llamar a los servicios de pipas de agua, organizar a las vecinas, esperar a que lleguen los proveedores y cuidar el llenado de tinacos o cisternas; otras comen más alimentos enlatados porque no pueden lavar frutas ni verduras ni preparar caldos; o bien, deben pagar más para comprar agua embotellada que puedan usar para cocinar.
Otras mujeres cuentan que han tenido infecciones urinarias o vaginales porque no tienen agua suficiente para el excusado y la limpieza del baño; y hay quienes viven preocupadas por la falta de este bien común por no poder cumplir con las labores de limpieza y dejar la puerta abierta para que ellas o sus familias contraigan COVID-19, lo que ha generado daños en su salud emocional.
Los problemas del agua no solo están en lo doméstico, agregó la experta, desde antes de la pandemia había poca disponibilidad del agua; llegaba a la casa por tandeos, es decir por horas y por días; en muchas zonas era turbia o de mala calidad; el sistema hídrico no tenía mantenimiento, había fugas del líquido y consumir o usar esta agua provocaba enfermedades intestinales y de piel.
Por ello, Brenda Rodríguez Herrera consideró que más allá de la crisis, sigue siendo necesaria una reforma estructural a las políticas públicas que considere un eje de derecho al agua y al saneamiento, igualdad de género, participación de las mujeres y sustentabilidad. Consideró que una política puede ser promover que las mujeres aprendan tecnologías de captación de agua de lluvia o capacitarlas en oficios como la plomería, entre otras.
Brenda Rodríguez, quien actualmente es jefa de Departamento de Vinculación de la Dirección General de Atención a la Comunidad de la UNAM, aseguró que a todas las personas les toca participar en resolver los problemas de agua, pero, dijo, también las instituciones deben sumarse a estos procesos.
Por ahora, entre las acciones de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) ante la emergencia sanitaria, está un inventario nacional de la infraestructura de almacenamiento de agua en 768 hospitales prioritarios del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), del Sector Salud y algunos privados, lo que permitirá garantizar el abasto si lo necesitan.
Conagua también suministra agua desinfectada con pipas o plantas potabilizadoras móviles a los hospitales y clínicas que lo necesiten e informó que está fortaleciendo a correcta operación de plantas potabilizadoras de estados y municipios para asegurar un cloro residual libre de 0.5 miligramos por litro, lo que permite inactivar el virus, de acuerdo con recomendaciones internacionales.