Afiliarse / Eduardo Torres Alonso

Ser militante de un partido político o decidir mantenerse al margen de uno debe ser una decisión personal, voluntaria y libre; no resultado de presiones veladas o abiertas de otras personas, grupos, empresas o gobiernos.

La militancia partidista es un derecho político reconocido y protegido por la Constitución y forma parte de las actividades que la ciudadanía puede realizar dentro del ámbito político. Es, junto con el resto de los derechos del tipo mencionado, un atributo de la ciudadanía para hacer efectiva su participación dentro del Estado. Con ello, es copartícipe de los asuntos públicos.

La militancia, en tanto membresía a la organización, le otorga a quien la porta una serie de derechos y obligaciones que lo hacen integrante de la estructura, mismos que son distintos para aquellos que no lo son, aunque tengan simpatías o preferencias por el partido.

A los partidos políticos les importa el número de militantes. Son ellos quienes difunden sus programas y principios. No todos con la misma vehemencia ni conocimiento, claro, pero son sus huestes. Además, son su primera línea de votación.

La ley electoral mexicana establece que para que un partido nacional mantenga su registro debe contar con 3,000 militantes en, al menos, 20 entidades federativas o bien 300 en por lo menos 200 distritos electorales uninominales o el equivalente al 0.26 por ciento del padrón electoral federal que haya sido utilizado en la elección federal inmediata anterior; es decir, 246,270. De acuerdo con el Instituto Nacional Electoral, con datos al 2023, el PAN tenía 277,665; el PRI, 1,411,889; el PRD (hoy, extinto), 999,249; el PT, 457,624; el PVEM, 592,417; MC, 384,005, y Morena contaba con 2,322,136. La diferencia entre este último con el resto es notoria.

Y Morena quiere más. A nadie debe sorprender: para eso existe, para hacerse de todo el poder (lo que quiere cualquier otro partido), respetando las reglas de la democracia. Somos Millones. Súmate a Morena es el nombre de la campaña de afiliación y credencialización que inició en enero de este año para incorporar a 10 millones de ciudadanos y “consolidar el legado del expresidente Andrés Manuel López Obrador, así como acompañar y respaldar a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en la construcción del segundo piso de la cuarta transformación”, de acuerdo con Luisa María Alcalde, presidenta del Comité Ejecutivo Nacional.

Van con una estrategia pie-tierra: casa por casa, como si fuera un censo. ¿Cuántos aceptarán inscribirse? Para ahorrarles el trabajo de pensar y decidir a una parte de los potenciales visitados, el secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Alfonso Cepeda, a la vez senador por Morena, dijo que dicha organización gremial está en condiciones de afiliar a cerca de 5.5 millones de personas. Poco más de la mitad de la meta.

Es cierto, el senador Cepeda matizó su propia declaración y expresó que el SNTE es una organización plural. Qué bueno que así lo reconoció porque en las bases sindicales conviven todos los partidos, ideologías y credos. Si hay un sindicato que sea plural es, precisamente, el SNTE y tratar de imponerles un color, sólo porque es el que gobierna no traerá los mejores resultados al interior como para Morena. Además, hay que recordar que si existe un grupo combativo es el magisterial. Con su lucha sindical y popular han abierto brecha, junto con otros sectores sociedad mexicana, para la democracia mexicana. Nadie tiene el monopolio de la democracia (hay que escribirlo como ejercicio para no olvidarlo).

Volvamos al punto inicial: son los ciudadanos quienes por convicción y en libertad deben decidir si se suman o no a un partido político. Las afiliaciones corporativas forman parte de un pasado que, se supone, quedó atrás.

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