Al Son del texto / Tina Rodriguez

La división panista en Chiapas es evidente, salvo un llamado de unidad que la verdad no se da ni en el antes «institucional», en dónde cunde la inconformidad por la llegada de Julián Nazar a la dirigencia estatal quien, pero por supuesto, busca una senaduría acostumbrado cómo está sino con agarra a arrebatar; a éste personaje muy poco le han importado los métodos democráticos, pues es él parte de la estrategia aquella de «Las Juanitas», en que se postularon a mujeres para que, ganando, pidieran licencia y fueran sustituidas por suplementes arones, lo que causó indignación nacional.
Pues una de esas curules cuestionadas fue la de Nazar, quien no se movió de San Lázaro aun la lluvia de críticas y denostaciones a su machismo y misoginia y con todo eso, en tiempos de paridad, él al PRI, dicen.
En el PAN, contrariamente llegó una mujer nuevamente a la dirigencia y como en otras ocasiones, ésta dirigencia también desapareció como lo vienen haciendo en Chiapas a lo largo de todo lo que va del siglo.
Lejos está aquel PAN contestatario que aun han de recordar los blanquiazules de viejo cuño, y que los jóvenes sin mediar sexo han convertido en comparsa de gobernantes desde pablo Salazar, pasando por Juan Sabines y llegando a la actual administración de Manuel Velasco.
La señora Ovando no ve nada, como tampoco sus homólogos en el PRD, obvio en el PRI, aliado miope del PVEM.
El punto es que para las dirigencias estatales en ésta entidad no pasa nada y los cuadros de éstas –salvo en el PRI y el PRD que grupos internos medio reaccionaron en días pasados contra sus dirigencias-, guardan mucho silencio en la inquietud estatal por la paralización completa del desarrollo económico, ante un gobierno estatal que todo lo pide a crédito.
Estas diferencias internas en el PAN de Chiapas, pero a la vez silenciado por los intereses amañados de sus corrientes internas con el gobierno, se van elevando si se quiere hasta la cámara estatal y desde luego la federal y los cuadros directivos en el ámbito nacional, en dónde un chiapaneco levantó la cara y los suspirantes de por acá se alarmaron pues lo querían quieto, muy quieto, ante las críticas que ha merecido su gran amigo el ex presidente Felipe Calderón.
Y es que el ex presidente del Senado, Roberto Gil Zuarth abrió la semana con un severo llamado a su presidente de partido, a Ricardo Anaya para advertirle que no todos los blanquiazules lo apoyan en su loca declaratoria de guerra al PRI y al gobierno de Enrique Peña Nieto.
Eso causó sonrisas en Los Pinos, y elevó los bonos de Gil si es que quiere Chiapas, en dónde es personaje poco conocido, y bastante viable ante la aballada desnutrida que tiene tiempo en la pradera del derroche y ni aun así engordan la popularidad de su imagen.
Se los digo desde ahora para que no se les olvide.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *