Beatriz Morales Hernández, quien durante 69 años ha vivido en Copoya, menciona que, conforme ha pasado el tiempo las tradiciones se han ido modificando, sin embargo, éstas no terminan
Ana Liz Leyte / Aquínoticias
Las celebraciones de Todos los Santos (almas chicas) y los Fieles Difuntos (Almas grandes), el primero y el 2 de noviembre, son fiestas tradicionales que se continúan conmemorando año con año, y en Copoya, municipio de Tuxtla Gutiérrez -en particular- las familias suelen hacer altares Zoques, que tienen aspectos peculiares con particulares significados.
«Lo que se pone en el altar es su calabacita, dulces, tamalitos, chocolates, muchos todavía hacen su atol agrio, luego los que echaban su mezcalito, es que es un día muy especial», expuso la señora María Beatriz Morales Hernández, habitante de Copoya.
Los altares Zoques, están constituidos por una mesa de madera, la cual normalmente es la del altar dedicado a los santos.
El primero de noviembre se les dedica la ofrenda a las almas chicas, mismas que llegan el 31 de octubre y se retiran al día siguiente; y el 2 de noviembre se lo dedican a las almas grandes, las que llegan el primero de noviembre y se retiran el día 2.
«Es importante que no se pierda la costumbre, es muy bonito, los jóvenes que oigan los consejos de los abuelitos para que no se termine esto, porque esto es de cada año».
Doña Beatriz Morales Hernández, que durante 69 años ha vivido en Copoya, menciona que, conforme ha pasado el tiempo las tradiciones se han ido modificando, sin embargo, éstas no terminan y para los habitantes de dicho ejido, el Día de Muertos es una tradición particular que pretenden seguir preservando de generación en generación.
«Todos lo acostumbran y el día 2 que va uno al panteón, ahí termina».