Esta es la crónica de la toma de protesta presidencial más corta en la historia de México, y cómo, incluso entre aguas agitadas, la lealtad puede mantenerse a flote
Carlos Morales ha estado con Andrés Manuel López Obrador en momentos difíciles de la vida política del tabasqueño.
Como diputado federal fue parte del grupo parlamentario de Partido de la Revolución Democrática que intentó impedir la toma de posesión del “espurio” Felipe Calderón Hinojosa, quién con fraude ganó la elección presidencial por una diferencia de 0.56 por ciento de los votos
Ese primero de diciembre de 2006 los legisladores del PRD, junto con los de Convergencia y PT, debían hacer cumplir el mandato del Consejo Nacional perredista: evitar que Calderón jurara como Presidente de la República ante el Congreso de la Unión.
Desde tres días antes los ánimos estaban caldeados y los parlamentarios del PAN y del PRD se intercambiaban empujones, algunos golpes e insultos.
El día de la sesión solemne, entre los diputados de los partidos políticos que habían apoyado la candidatura presidencial de AMLO había quienes dudaban sobre cumplir el mandato.
Por el contrario, Carlos, quién siempre se ha distinguido por un carácter firme, no vacilaba, pese a los consejos de otros diputados del verde para que no agitara las aguas.
El michoacano entró por la puerta de la sala de conferencias de prensa, lugar que fue ocupado por elementos del Estado Mayor Presidencial el mismo día que los panistas se hicieron del control de toda la zona alta del recinto legislativo.
Cruzó la zona conocida como tras banderas y ocupó el lugar del presidente de la Mesa Directiva de la Cámara baja. En adelante todo fue desorden.
Uno de esos agentes ellos aprovechó el desorden en el pleno para asestarle a Carlos Morales un duro golpe en la quijada cuando este brincaba una silla derribada. Esperaba noquearlo, pero el perredista resistió.
En el transcurso de la sesión las agresiones contra Morales continuaron y él, arrinconado, tomó una pesada curul que levantó a dos brazos lo que obligó a los diputados panistas que lo agredían a salir corriendo.
Ese 1 de diciembre de 2006 se efectuó la más rápida y escandalosa toma de protesta que haya vivido el país, ceremonia que apenas duró tres minutos.