Lo mejor es que todo se le resbala
· Lo odian con todo su corazón
· Lo bueno es que ya se va
Al presidente López Obrador le queda un año de gobierno y tenía yo razón. Cuando ganó las elecciones abrumadoramente, por poco más de 30 millones de votos, les aseguré a algunos de mis colegas que no lo dejarían gobernar. Porque lo odian con todo su corazón. Sí. Sí lo odian. Pero pudo. Gobernó. Sí. A pesar de sus enemigos. Él los llama adversarios. Yo digo que son sus enemigos. No lo pueden ver ni en pintura. Muchos lo odian porque les quitó prebendas, privilegios, dinero mal habido. Negocios turbios, sucios. Uy. Si les contara. No lo tragan como dicen los mexicanos cuando alguien les cae mal. Hace cinco años le declararon la guerra particularmente los que se dicen periodistas y es comprensible. No lo pueden ver con buenos ojos.
Pero no solamente son los periodistas. También goza del discurso de odio de políticos de la derecha, que lo desprecian, que lo maldicen; goza del odio de políticos de la izquierda. Y cuando digo de la izquierda no me refiero al Partido de la Revolución Democrática, deformación política que hace mucho tiempo dejo de ser de izquierda. Goza de la risotada burlona de los intelectuales por cuales, de los intelectuales orgánicos, de los mecenas de la derecha. No pueden verlo los periodistas sedicentes, los que vivían, y aún viven, del chayote, aunque se espinen las manos.
Hay seudo periodistas que no soportan el nombre de Andrés Manuel. Entre ellos hay payasos, hay reporteros balines, voladores, inventores de mentiras, cuenta cuentos, mentirosos, negociantes; toda una cauda de contadores de historias como aquel payaso de las cachetadas del gran poeta de las noches partidas en pedacitos de corazones rotos.
Pero él se hace de la vista gorda. No oye, ni ve, ni siente, ni huele. Olores, sabores, sentimientos, todo; todo se le resbala en la piel. Y para ello se unta la piel de manteca de cerdo o de aceite de tiburón. Solamente así logra deshacerse de mal humor de la piel de gallina flaca de sus detractores.
Pero, como dicen en mi datcha. Ya va de gane el buen Andrés Manuel. Sólo le falta un año para que deje Palacio Nacional. Y le pase la batuta a Claudia, quien tendrá que hacer de tripas corazón para aguantar a los frustrados chayoteros. Ya me los estoy imaginando.