De lo que me dejó la COVID-19
· Por fin, será inaugurado el viernes el Tren Maya
· Buen medio para los viajes repoteriles de un periodista
Debo informar a quienes me hacen el favor de tomar en cuenta Análisis a Fondo cotidiano que he tenido que retirarme de mi procesador de palabras, porque enfermé de varias enfermedades, entre ellas una Covid tardía, que me desgració la existencia pues ahora estoy padeciendo las varias secuelas de ese padecimiento, como Niebla post Covid, que no me permite recordar ni siquiera el pasado inmediato o detalles, por ejemplo, “para que sirve ese aparato que llaman computador o procesador”, o, queriendo enviar un mensaje urgente, no recordar cómo se redacta y que hay que hacer para enviarlo, entre otros.
De octubre para acá, he vivido dos meses más o menos en esta terrible situación, que no me permite ir y venir para el consuetudinario reporteo y, discúlpenme, no sé si he escrito o no, o qué para la columna. Pero ahora me siento si no mejor, menos mal, esperando que me dé a entender con quienes toman en cuenta Análisis a Fondo, particularmente en la región norte, a partir de Tijuana, en donde tengo muchos lectores porque tengo mucha familia y el 95 por ciento de ella la lee.
Pero hoy, con la cierta claridad que me da la vida y la despresurización del cerebro, debo reconocer que me da gran alegría saber que el tan traído y llevado y condenado por los opositores, Tren Maya, será inaugurado en unos de sus tramos este viernes venidero. La verdad es que a mí me gustaría subirme al tren para recordar mis viajes como periodista, realizados en lo pasado, cuando todo el país estaba lleno de líneas ferroviarias, como cuando viaje de Ciudad de México a Veracruz, y de este puerto del Atlántico a la ciudad de Arriaga en el estado de Chiapas. O el viaje con los amigos de aquel activísimo Colegio Nacional de Economistas entre Ciudad de México al puerto de Chipinque en Baja California Sur, para asistir al Congreso de aquel gremio celebrado en la pacífica del Océano Pacífico, ciudad de La Paz, en donde vive un pueblo muy amable, muy cariñoso, muy honrado. O aquel viaje a Guadalajara a donde iba llegando el tren en horas de la mañanita…
Pero todo lo acabó Zedillo, el presidente inventado por el neoliberal Carlos Salinas de Gortari, en lugar de aquel buen amigo, Luis Donaldo Colosio, a quien conocí en la Secretaría de Programación y Presupuesto, donde también presuntamente “trabajaba” Salinas de Gortari.