Mientras se mantiene suspendida la vigencia de la antiinmigrante Ley SB4 impulsada por Texas en una Corte de Apelaciones, el flujo de personas de origen mexicano hacia Estados Unidos es persistente.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza reporta que, en 2020, el primer año de la pandemia y teniendo en cuenta la paralización de actividades económicas, el número de detenciones de connacionales se ubicó en 297 mil, en 2022 dio un brinco hasta los 808 mil y en lo que va del presente año ya registra 320 mil.
Solicitar asilo es la alternativa más socorrida por migrantes latinoamericanos. Después de que en mayo finalizó el Título 42 por el que el gobierno estadunidense expulsaba a personas indocumentadas recién llegadas por razones de salud, se disparó el interés por alcanzar la frontera sur de ese país para entregarse a las autoridades y comenzar un largo y tortuoso trámite ante un juez de inmigración.
Desde hace una década por lo menos, comenzó a modificarse el perfil de quienes se desplazan; en el caso de México, los adultos que viajan solos encabezan las salidas hacia el norte, pero van en aumento aquellas personas que se desplazan en familia a quienes les siguen menores de edad no acompañados.
En albergues dispuestos a lo largo de la frontera, familias enteras que huyen de la violencia criminal en sus lugares de origen se encuentran a la espera de cruzar la frontera, ya no para mejorar su calidad de vida sino para salvarla.
A la hora de analizar sus casos, el problema para las autoridades migratorias norteamericanas surge cuando comprueban que buena parte de los testimonios a través del recurso llamado “miedo creíble” no son veraces y prosigue la deportación.
Un año después de la puesta en marcha de la aplicación móvil CBP One con la que el gobierno estadunidense busca agilizar los procesos migratorios en la frontera sur, únicamente han sido admitidas 450 mil personas solicitantes de asilo de distintas nacionalidades para sostener audiencias y entrevistas con agentes migratorios; si bien es una cifra importante está muy lejos de los 7.7 millones de personas detenidas por la patrulla fronteriza entre 2021 y lo que va de este año.
La agenda migratoria y la economía serán los temas de campaña presidencial en Estados Unidos y Greg Abbott guía la estrategia republicana. Fue electo gobernador de Texas desde noviembre de 2014 y ratificado para un tercer periodo en 2022.
Su gestión, respaldada por sus electores durante una década, se ha dirigido a promover iniciativas para sellar la frontera con México y a defender en tribunales las leyes locales dirigidas a combatir la inmigración, medidas todas ellas avaladas por el virtual candidato republicano Donald Trump y sus seguidores.
La crisis en la frontera está lejos de resolverse. Una iniciativa bipartidista del Senado que proponía un aumento de recursos y elementos para la Patrulla Fronteriza fracasó en enero por sugerencia de Trump que rechaza cualquier acuerdo con los demócratas. Crece por otro lado, el discurso de odio, discriminación y xenofobia en amplios sectores de la sociedad estadunidense que agita el discurso trumpista.
Habrá que ver si la entrega de fondos gubernamentales puede desincentivar la migración indocumentada. México anunció un apoyo de 110 dólares mensuales a venezolanos que estén por retornar a su país. Para encarar seriamente la llegada y salida de migrantes quizá haga falta más que eso.