Las mujeres tienen que buscar otros trabajos los fines de semana para poder llevar sustento a sus familias
Camelia Muñoz / Cimac Noticias
Saltillo, Coah. La coordinadora del Comité Fronterizo de Obreras en Coahuila, Julia Quiñones, señaló que las mujeres que trabajan en la industria maquiladora en los municipios de Ciudad Acuña y Piedras Negras, se encuentran en una situación económica difícil, ya que las empresas frente a la pandemia del COVID-19 decidieron primero adelantar vacaciones y después, al ampliarse la contingencia, se les redujo su salario en un 50 por ciento, más no así los pagos al Infonavit y el Fonacot. Hubo casos donde se percibían menos de cien pesos.
La defensora de derechos laborales sostuvo que en la frontera norte de Coahuila laboran 35 mil personas en la industria maquiladora y 55 por ciento son mujeres, quienes para completar sus gastos familiares tienen que laborar los fines de semana en otras actividades debido a la suspensión de actividades en las maquilas por la pandemia.
En el caso de las empresas que no suspendieron labores, el Comité Fronterizo de Obreras recibió varias quejas porque al interior de las maquilas no se respetaban las medidas sanitarias. Existe hacinamiento y jamás las autoridades, ni federales ni estatales, llevaron a cabo supervisiones.
Quiñones indicó que una de las empresas es Transformadores, donde las operarias fueron obligadas a seguir trabajando sin estas medidas de sana distancia y presentaron algunas problemas de dolor de cabeza, que no fueron grandes pero tampoco hubo respuesta de los ejecutivos para revisar su condición de salud o aplicar pruebas de COVID-19.
La organización tiene la preocupación que al reactivarse las labores de todo el sector maquilador, las trabajadoras estén expuestas a contagios de coronavirus, debido a que en muchas de las empresas no hay jabón en sanitarios o el comedor.
El Comité Fronterizo lanzó el pasado 27 de abril el documento «Adentro estamos amontonados… en los baños ni jabón hay» que a través de entrevistas documentan cómo las trabajadoras y trabajadores de las maquiladoras de la frontera norte están viviendo la contingencia sanitaria por el COVID-19.
Entre las experiencias de quienes siguen laborando bajo el argumento que son servicios esenciales, narran que adentro de las fábricas la producción sigue en un ritmo acelerado, «no ha cambiado nada o muy poco», aseveran.
Aunque hubo trabajadoras que pudieron pasar la cuarentena en sus hogares, esto tampoco les aseguró su seguridad debido a que algunas han experimentado violencia familiar y consecuencias como la falta de acceso a alimentos básicos más baratos que ha producido el cierre de la frontera con Estados Unidos en la comunidad en general.
«Aunque hay instancias de gobierno u ONG de protección a las mujeres, no es fácil que las trabajadoras se enteren o se atrevan a ir. Muchas no tienen dinero para comprarse un teléfono inteligente, apenas tienen uno básico. Muchas pueden tener temores bien fundados respecto a su pareja y además está el hecho de que se supone que no hay que salir de casa. Otras veces no tienen confianza o simplemente desconocen cómo una oficina para la protección de la mujer les podría ayudar», relata un testimonio.
De acuerdo con el Comité las trabajadoras se han organizado, están atentas a casos de violencia de sus compañeras para ofrecer ayuda y canalizarlas con personas de confianza o instancias encargadas de la protección de mujeres.