Ante la adversidad, la sociedad civil esta a prueba

Minutos más tarde que los cimientos de la Ciudad de México vibraran y dejaran sepultados a cientos, miles de ciudadanos estuvieron dispuestos a poner manos a la obra; con palas y cubetas salieron a las calles para ayudar a quienes resultaron afectados; sin embargo, el sismo del 19 de septiembre también puso al descubierto la apatía de los jóvenes en los estados sureños, y a pesar que la desgracia llegó con 12 días de antelación a Chiapas y Oaxaca, la ayuda ciudadana aún no llega

Elizabeth Marina / Portavoz

[dropcap]D[/dropcap]e manera histórica los desastres naturales han sido decisivos para la conformación de la sociedad civil organizada. Tras el terremoto del 19 de septiembre de 1985 en México, miles de mexicanos –en su mayoría jóvenes– salieron a las calles para remover mano a mano los escombros y socorrer a la población afectada, rebasando, incluso, la actuación del gobierno Federal.
El pasado 7 de septiembre, un sismo de gran magnitud golpeó a los dos estados más pobres del país, y sólo 12 días después la Ciudad de México, Puebla y Morelos fueron afectados por un siniestro que dejó centenas de muertos y pérdidas económicas.
México vuelve a enfrentar desastres naturales que muestran la realidad de las nuevas generaciones de la sociedad civil organizada. En el centro del país, muchos jóvenes brigadistas han construido albergues y centros de acopio para personas y mascotas.
Tan sólo minutos después que los cimientos de la Ciudad de México vibraran y dejaran sepultadas a cientos de personas, miles de ciudadanos estuvieron dispuestos a poner manos a la obra; con palas y cubetas salieron a las calles para ayudar a quienes resultaron afectados; sin embargo, el sismo del 19 de septiembre también dejó al descubierto la apatía de los jóvenes en los estados sureños, y a pesar que la desgracia llegó con 12 días de antelación a Chiapas y Oaxaca, la ayuda ciudadana aún no llega.
Aunque el auxilio no debe distinguir edades, en ambas entidades los ciudadanos se mostraron indiferentes ante la adversidad, los centros de acopio son contados al igual que los jóvenes voluntarios que desde distintas facetas están aportando algo para los damnificados.
Especialistas señalan que el nivel de desarrollo de participación ciudadana en nuestro país aún es bajo en comparación con otros países, Maira Colín y Xiuh Tenorio, autores de «¿Qué onda con México? Manual para entender el funcionamiento del gobierno mexicano y no morir en el intento», describen a la democracia y participación ciudadana como «joven», pues sólo identifica y se queja de sus problemas pero no hace nada tangible para solucionarlos; también apuntan a la intervención activa como una forma de incidir más en los asuntos públicos.

¿Qué es la sociedad civil?

A partir de 2014 México cuenta con una figura de democracia directa que es conocida como Consulta Popular, pero para ejercer la ciudadanía plenamente es necesario que los ciudadanos se involucren de forma constante en temas de interés, mantenerse informados de las decisiones que toman sus gobernantes, conocer las instituciones y cuáles funciones tienen; expresar opiniones y exigir derechos, como la rendición de cuentas.
Para hacerlo pueden formarse grupos organizados que escuchen las inquietudes ciudadanas y apelen a que éstas sean escuchadas por los gobernantes; estos grupos autónomos se denominan Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) y aunque pueden recibir donativos del gobierno, no buscan mayores remuneraciones económicas de las que necesitan para alcanzar sus objetivos.
Los especialistas Colín y Tenorio destacan que una de las principales características de las OSC es que dan voz a los grupos marginados, con lo que se cubren aspectos a los que el gobierno no tiene alcance, de tal suerte que al combinar esfuerzos, ambas partes pueden atender mejor a los distintos sectores.
Aunque el activismo individual al igual que las OSC desarrolla valores como la solidaridad, responsabilidad y fomenta habilidades políticas, con dificultad obtendrá los mismos resultados que en una organización que cuenta con recursos, estructura y la experiencia del resto de sus integrantes.

¿Cómo se conforman?

La sociedad civil organizada en nuestro país surgió en 1968 con el movimiento estudiantil; en ese entonces, ciudadanos de todos los sectores cuestionaron el papel del Estado y exigieron una oportuna rendición de cuentas.
Un año más tarde, las primeras OSC comenzaron a fundarse para potenciar la incidencia ciudadana en las políticas y acciones de las autoridades; para el año 2004 el Diario Oficial de la Federación publicó la Ley Federal de Fomento a las Actividades Realizadas por Organizaciones de la Sociedad Civil, que en la actualidad es la encargada del fomento a las OSC en México.
Esta Ley señala que las OSC deben funcionar con reglas de operación, difusión, comités, entrega de apoyos, publicación de resultados y evaluaciones.
Y para que puedan tener acceso a los apoyos gubernamentales deben desempeñar ciertas actividades y estar inscritas en el Registro Federal de las Organizaciones de la Sociedad Civil.
Entonces, surge la pregunta ¿cómo podemos fomentar la participación y la organización de los ciudadanos en una democracia como la mexicana?
Los especialistas destacan en su libro 16, la cooperación para el desarrollo comunitario; apoyo a la defensa y la promoción de los Derechos Humanos; impulso al deporte; sostén para el aprovechamiento de los recursos naturales; protección al ambiente, flora y fauna; promoción del desarrollo sustentable; fomento de la equidad de género; y mejora en la educación y la cultura.
La fuerza que los ciudadanos pueden generar cuando se coordinan se ve reflejada en la sociedad civil organizada; y es a través de ella como el Estado se hace pequeño ante un pueblo que reclama la falta de respuesta a sus expectativas, dejándolo a un lado y evidenciando su fracaso.

¿Le importan al gobierno las OSC?

Según datos del Instituto Nacional de Desarrollo Social son más de 33 mil las organizaciones registradas en México y se estima que entre 2012 y 2016 su crecimiento fue de más del 30 por ciento; no obstante, el gobierno federal redujo el presupuesto para su apoyo.
En 2016 con un presupuesto de 251 millones de pesos se apoyaron a poco más de mil 100 OSC, y en este 2017 con 200 millones de pesos se estima que en promedio se apoyen a 900 organizaciones, en un universo de 33 mil.
Colín y Tenorio recuerdan que en una democracia las asociaciones de ciudadanos juegan un papel importante, cumplen la tarea de supervisar y evaluar las acciones de gobierno, buscan posibles soluciones a los problemas que aquejan a la sociedad; sin embargo, en México el nivel de desarrollo de la participación ciudadana aún es muy bajo.
México necesita una sociedad civil más participativa que actúe después de una desgracia nacional y por lo tanto, el gobierno debe fomentar el desarrollo de las mismas.

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