Poder superarse académicamente fue la principal intención que él tenía para trasladarse a la capital
Ana Liz Leyte / Aquínoticias
Antonio José Montejo Pérez, es un joven de 16 años, originario del municipio de Zinacantán, Chiapas. Actualmente, se dedica junto a sus tíos a vender productos en los cruceros de la capital chiapaneca, pero su sueño, era mudarse a la capital del estado con la intención de estudiar, pero la crisis económica que incrementó por la pandemia del COVID-19, le ha impedido realizarlo.
«Sí quiero estudiar, pero no tengo papá, quería yo entrar a la escuela, pero dice mi tío que me van a hacer favor de meterme a la escuela, quiero aprender a leer, porque no sé leer», explicó Antonio.
Poder superarse académicamente, fue la principal intención que Antonio tenía para trasladarse a Tuxtla Gutiérrez, al mismo tiempo de trabajar para apoyar económicamente a su mamá, pero al no contar con el apoyo de su padre y ante la promesa de sus tíos de ayudarlo a ingresar a una escuela, Antonio ha pasado estos últimos meses trabajando día y noche.
«Lo que pasa es que está mi mamá en mi pueblo, no quiso venir, está solita, yo le mando dinero con mis hermanos, mi mamá y mi hermana también venden allá en las casas caminando», dijo.
En sus ratos de descanso es cuando puede comer rápidamente bajo una carpa improvisada que colocó para protegerse un poco del sol.
Así como Antonio existen cientos de niños más en toda la entidad, quienes debido a cuestiones económicas no han podido iniciar sus estudios y aunque sus deseos sean superarse académicamente, la situación de pobreza en su familia, se los impide.
De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2018, el porcentaje de la población con rezago educativo en Chiapas fue 12.3 puntos porcentuales mayor que el porcentaje nacional. Ese mismo año, el estado ocupó el primer lugar entre las 32 entidades federativas por sus niveles en esta carencia.