Argentina: se oxida la motosierra / Claudia Corichi

“¡El Estado es el enemigo!”, repetía Javier Milei en campaña. Al asumir la presidencia argentina impulsó la llamada Ley Bases que le otorgaba facultades extraordinarias para desmembrar la administración pública y desregular la economía. La semana pasada el Congreso sepultó los fundamentos de esa ley que le había aprobado hace 14 meses.

Inspirado en las tesis liberales de la Escuela de Austria y su pensador Friedrich Hayek, Milei prometió sanear las finanzas nacionales de una nación que arrastra décadas de déficit fiscal, endeudamiento, volatilidad cambiaria y bajo crecimiento. Contra todo pronóstico esa expectativa lo llevó a la Casa Rosada con el voto de una sociedad hastiada de la política tradicional y la carestía.

La motosierra, usada por Milei como símbolo de lo que había que cortar de raíz, comienza a fallar. Desde las universidades hasta las pensiones, todos los subsidios públicos fueron cercenados para lograr el superávit fiscal. De acuerdo con el Centro de Estudios Legales y Sociales de Argentina, solo están vigentes cuatro de las 50 políticas de cuidados que existían a nivel nacional.

La semana pasada el Congreso decidió poner un alto a la barbarie. Con los votos del peronismo y del partido del exmandatario conservador Mauricio Macri (el PRO) se aprobaron decretos que revierten el ajuste del gasto público. Aumentan los fondos a personas con discapacidad, se restituye el dinero a las universidades y se mantiene el Banco Nacional de Datos Genéticos que ha ayudado a identificar a menores robados durante la dictadura.

La Libertad Avanza (LLA), la formación política que llevó a Milei y a su hermana Karina al poder tiene una exigua representación en el poder legislativo que tomó nota de la inconformidad social y votó en consecuencia. La inflación argentina ya no es de tres dígitos (se ubicó en 36% en julio) pero el costo de reducirla ha sido traumático para la clase trabajadora. La estrategia ha consistido en un peso sobrevaluado con respecto al dólar.

Milei como a muchos mandatarios latinoamericanos, le obsesionan sus antecesores. A su juicio, los Kirchner ejemplifican a la casta corrupta. Cuando la Corte Suprema ratificó la condena de seis años a Cristina Fernández el presidente escribió ¡Justicia! Pero la corrupción no le es ajena. Continúa la investigación por la promoción que hizo de una criptomoneday recientemente su hermana Karina se vio envuelta en un escándalo de compras públicas de compañías farmacéuticas.

La gestión del estrafalario presidente será evaluada por el electorado en las próximas semanas. El 7 de septiembre habrá comicios locales en la provincia de Buenos Aires, tradicional bastión del peronismo donde vive el 40% de la población argentina. Y el 26 de octubre se celebrarán elecciones para renovar el Senado y la Cámara de Diputados.

Por sobrevivencia, LLA y el PRO acordaron una alianza política mientras que el kirchnerismo, además de dividido, se encuentra con la moral baja por la prisión domiciliaria de Cristina que fue inhabilitada para ser candidata y ocupar cargos públicos. 

El entusiasmo por el locuaz mandatario pierde fuerza más allá de las fronteras de aquel país. Elon Musk escribió en junio “Milei me dio la motosierra y salí con ella, pero, en retrospectiva, le faltó empatía”.

Veremos en los siguientes días si la admirada y estoica sociedad argentina opina lo mismo porque en el largo plazo nada puede salir bien con esa visión política.

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