Aún fuera del alcance del mexicano

Con la iniciativa de la futura secretaria de Gobernación y actual senadora por Morena, Olga Sánchez Cordero, que busca regular el consumo y comercio de la marihuana para uso recreativo y medicinal, se pinta un escenario muy distinto al que se vive actualmente. Campesinos beneficiados y consumidores sin miedo, son algunas de las bondades que se vislumbran de hacer de dicha propuesta una ley, pero, ¿qué tan lejos se está de esa nueva realidad?

Agencias

[dropcap]C[/dropcap]aminar por las calles de Los Ángeles, California, Estados Unidos, es una experiencia surreal para quienes vivimos en un país en el que la posesión simple de marihuana es uno de los crímenes que contabiliza más detenciones. Enormes espectaculares invaden las avenidas principales de esta ciudad, y en estos se ve a personas sonrientes y relajadas detrás de la leyenda «Cannabis», y en la parte inferior derecha de los espectaculares se lee: MedMen. Es esta la publicidad de una de las tiendas de cannabis más importantes de California, que cuenta con cinco tiendas tan solo en la ciudad de Los Ángeles.
Entrar en MedMen es una experiencia muy parecida a entrar en una tienda de productos Apple. El recorrido comienza por los productos comestibles: gomitas de cannabis sativa, chocolates, paletas de caramelo y productos untables, como mantequilla de maní con altos contenidos de THC (el principal constituyente psicoactivo del cannabis). Después los productos de CBD, esos que no tienen efectos psicoactivos y que son de uso medicinal: cremas para el dolor de espalda, gotas para la migraña, pastillas para dormir, labiales y cremas para evitar el envejecimiento.
Del otro lado de la tienda hay dos refrigeradores que contienen productos como panqués congelados, refrescos y helados, todo con cannabis. En el centro de la tienda, dos vitrinas, la primera con distintos tipos de plantas, algunas orgánicas, otras hidropónicas, unas sativas, índicas o híbridas. La segunda con extractos y concentrados, todos iluminados como si se estuviera frente a piezas importantes en algún museo. En las dos mesas, tabletas que contienen toda la información de cada uno de los productos.
Los puristas de la marihuana no se emocionan al entrar en estas tiendas comerciales, pues creen que han quitado toda la personalización a la venta de marihuana. Para ellos, aún existen las farmacias. El ambiente aquí es muy distinto, la sala de espera es igual a la del consultorio de cualquier doctor, debes registrarte al ingreso y solo pueden estar cierto número de personas en el interior del consultorio a la vez. Cuando el médico, en bata blanca, dice tu nombre, puedes pasar a la tienda. Una vez adentro, te pregunta específicamente lo que buscas: dormir, tener energía, relajar la mente, curar algún dolor o malestar, reír o, simplemente, viajar. A partir de ahí, te recomienda la planta o el extracto indicado para ti.

Ámsterdam
Para los consumidores de marihuana, Ámsterdam es un destino obligado. Aunque la marihuana no es legal en Holanda, tampoco está prohibida y las cafeterías que la venden sin receta y sin necesidad de registro son los lugares más visitados por los turistas.
Al entrar en una cafetería, todo se asemeja a la que hay en la esquina de tu casa o de tu oficina, todo menos el olor, que en lugar de ser el del café tostado es el característico olor de la planta de cannabis. Te sientas en un sillón y te entregan un menú en el que encontrarás hasta 30 diferentes tipos de planta, pides la que llame tu atención, y la fumas ahí mismo. Además te recomiendan el grano de café con el que debes acompañar tu porro para potenciar los efectos de la marihuana.

México
El jueves pasado, la futura secretaria de Gobernación y actual senadora por Morena, Olga Sánchez Cordero, presentó una iniciativa que busca regular el consumo y comercio de la marihuana para uso recreativo y medicinal. En caso de que se convierta en ley, los consumidores en México comenzarán a vivir un escenario muy distinto al que viven actualmente.
Con el fundamento del derecho al libre desarrollo de la personalidad que tenemos todos los seres humanos, la decisión sobre los productos que consumimos y experimentamos en nuestro cuerpo será solamente nuestra. Y, de acuerdo con la exposición de motivos de la iniciativa, es responsabilidad del Estado hacer políticas de prevención y educación para que sus ciudadanos tomen decisiones informadas.
Bajo esta propuesta de ley, cada consumidor que sea mayor de edad podrá tener hasta 20 plantas de marihuana en casa. Esto con la especificación de que la producción de cannabis no debe sobrepasar los 480 gramos al año. Si se considera que una persona que fuma un cigarro de marihuana al día consume, en promedio, 14 gramos de marihuana al mes, los 480 gramos anuales superan por mucho ese consumo. Además, la propuesta permite la posibilidad de crear cooperativas de hasta 150 socios y estas pueden producir hasta 480 gramos de marihuana al año, por socio.
Así que ya tenemos nuestra propia planta, a la cual cuidamos y vemos crecer con mucho amor. De ella cosechamos la marihuana que vamos a consumir y podemos hacerlo en cualquier espacio público (menos los espacios 100 por ciento libres de humo de tabaco): parques, terrazas de restaurantes, en la banqueta o en cualquier espacio público al aire libre.
Para los que no quieran crecer su propia planta, la ley establece que la venta de cannabis y sus derivados se delimitará a establecimientos específicos que solo podrán vender cannabis y sus derivados. Estos establecimientos estarán regulados por el Instituto Mexicano de Regulación y Control del Cannabis (cuya creación está contemplada en la iniciativa de ley).

Consumir sin ser perseguido
En nuestro país, caminar con poco más de 28 gramos de mota es un riesgo, pero según la iniciativa de la futura secretaria de Gobernación, ya no lo será. Los datos de las personas privadas de libertad así lo sustentan. De acuerdo con cifras de la Procuraduría General de la República, de las personas entre los 18 y 29 años de edad detenidas e indiciadas bajo una averiguación previa federal por delitos contra la salud entre 2006 y 2014, 35 por ciento fueron detenidas por posesión; 31 por ciento, por consumo, y solamente el 7 por ciento fueron detenidas por tráfico, producción, comercio o suministro.
De acuerdo con la investigación «Marihuana en México: el peso de la prohibición», el Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2016 del Inegi carece de estadísticas o es opaco en los datos de los sistemas estatales, pues en 40 por ciento de los casos la sustancia involucrada se desconoce.
De los casos en que la sustancia sí es conocida, la más frecuente es la marihuana. Entonces, quitando ese 40 por ciento que se desconoce, 1,742 personas estaban privadas de la libertad por posesión de marihuana y 1,641 por posesión con fines de venta o suministro.
Catalina Pérez Correa, doctora en Derecho y académica del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), asegura que si se aprueba la iniciativa «va a disminuir la violencia que el Estado mexicano ejerce sobre ciertos grupos de poblaciones. Los datos en el tema de detenciones muestran que el principal delito es la posesión simple».
Entonces, explica, «sabemos que el Estado, al aplicar estas leyes, genera mucha violencia en contra de una población que tiene características sospechosamente similares: predominantemente son hombres jóvenes que provienen de contextos marginados. A ellos se dirigen las leyes de prohibición actualmente. Ellos son los que terminan en las cárceles y el hecho de que terminen estas detenciones implica que se puedan liberar recursos que hoy se están usando para encarcelar personas para usarlos en otros temas que son más importantes».
En los campos de cultivo de cannabis en California, Estados Unidos, viven familias que durante las cosechas invitan y también dan empleo temporal a cambio de comida, un lugar donde dormir y, al final de la cosecha, les dan un pago dependiendo de los gramos que hayan cortado, además les dan la libertad de fumar todo lo que quieran, bajo la advertencia de que, entre más fumen, menos cosecharán. En México podría suceder algo semejante.
El abogado Juan Pablo Gil y el empresario Alberto Kuri están en el mercado legal de la marihuana en Colorado y California, Estados Unidos. En México fundaron la asociación civil Pro Canna y colaboran con campesinos de Michoacán y Guerrero; con expertos en regulación y política pública; y con especialistas en reinserción con la finalidad de que México se convierta en el líder de esta industria «y que después de la marihuana podamos cabildear para que se vayan regularizando las demás drogas: opioides y amapola. Creemos que el problema de inseguridad no se va a acabar hasta que regularicemos todas las drogas», explica Kuri.
Llevan diez años trabajando en la industria de producción y comercialización legal de marihuana en México; Denver y California, Estados Unidos. «Siempre hemos querido traer esto a México porque creemos que es la potencia natural de la marihuana. En México hay ya miles de personas creciendo hectáreas de marihuana que, al volverse legales, podrían dar mucho dinero a los campesinos y también generar impuestos. Pero va a ser muy importante guiarlos y ponerles un camino hacia la legalización y estandarización de sus empresas. Por ejemplo, hemos ofrecido a campesinos que están creciendo amapola, un campo de sustitución de marihuana y todos están interesados», agrega.
Hoy en día, los campos de cultivo en México distan mucho de parecerse a los de California. De acuerdo con lo que narra Catalina, también especialista e integrante del colectivo #SeguridadSinGuerra, los cultivos de marihuana se erradican de dos formas distintas: la primera es en tierra, cuando los soldados arrancan las plantas manualmente y con aspersores rocían químicos a las plantas. La segunda es por aire, con avionetas o helicópteros que liberan estos químicos. Los más utilizados, según Catalina Pérez Correa, son el glifosato y el paraquat que lo que hace es que cae sobre las plantas y, en un periodo de dos a tres días, las diseca.
«Los estadounidenses —abunda Catalina— se dieron cuenta de que pasaban las avionetas con el paraquat y los campesinos se daban cuenta, entonces las cortaban rápido y vendían marihuana con paraquat. No queda muy claro cuál es el efecto de fumar eso, pero según la Cofepris, el químico tiene una toxicidad 4 (de 5) y provoca sangrados nasales, quemaduras en la piel, afectaciones en las corneas, entre otros síntomas». Además, al liberarse por aire cae en cultivos de maíz, en escuelas y en los cuencos de agua, afectando así a mayor población.
Catalina Pérez Correa señala que la iniciativa se queda corta en términos de abrir un mercado justo para los campesinos. La iniciativa de ley dice, en el Artículo 46, que «el Instituto Mexicano de Regulación y Control del Cannabis (cuya creación está contemplada en la iniciativa de ley) establecerá los lineamientos bajo los cuales se otorgarán licencias de siembra, cultivo, cosecha, producción, etiquetado, empaquetado, transporte, distribución, venta y comercialización», pero no limita el número de licencias que se podrían otorgar por entidad y, más importante, no incluye a los campesinos que actualmente trabajan en la ilegalidad.
«A mí me gustaría ver algo más fuerte, que pudieran decir «el 30 o 40 por ciento de las licencias de cultivo se va a dar a las comunidades donde se ha realizado la erradicación de marihuana en el país», porque todas estas comunidades que han sufrido la violencia de Estado por las leyes prohibitivas tendrían que estar incluidas en el mercado legal y debemos de hacer políticas que los incluyan explícitamente», dice la también investigadora.
El negocio de la marihuana ha comprobado, en países como Estados Unidos, ser una gran fuente de ingresos para los estados que la han regulado. La iniciativa de Morena permite una integración vertical del mercado, esto quiere decir que una persona puede sembrar, transportar, procesar y llevar al punto de venta e incluso vender la marihuana. «Esto solo favorece a la creación de grandes empresas que controlen el mercado, y todo esto sin garantizar el beneficio a los campesinos», agrega Catalina Pérez Correa y propone dividir el mercado para prevenir estas prácticas: «No va a ser tan eficiente el mercado, pero será más justo y protegerá la salud, porque este sistema lo que favorece es que vendas y produzcas lo más que puedas para que tu negocio sea rentable».

Salud pública
Las personas con padecimientos cuyos dolores son muy fuertes tienen dos opciones: el tramadol (que es un opioide que ataca fuertemente al sistema nervioso) o una calada de marihuana. A la hora de utilizar la marihuana como medicamento, los enfermos necesitan buscar una calidad muy específica que contenga altos grados de CBD y muy bajos, o nada, de THC. Con la situación actual en México es difícil, aunque no imposible, encontrar este tipo de productos.

(Con información de Animal Político)

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