*Maximiliano Ruíz Sánchez
El Guernica es un cuadro poderosísimo que ilustra los horrores y daños profundos de las guerras cuando estas intencionalmente se dirigen hacia la población civil. Pintado en Paris en 1937 por Pablo Picasso a manera de protesta por el bombardeo al pueblo de Guernica, España, dicho cuadro por sí solo denuncia el abuso de poder bélico sobre los pueblos indefensos.
Actualmente, el cuadro se expone en el museo Reina Sofía de Madrid, en él se puede observar una postal cruda de un siglo plagado de conflictos militares,reivindicaciones sociales, esperanzas, desilusiones y repulsiones que se vivieron en los diversos conflictos armados que pusieron en riesgo la supervivencia de la vida humana, mostrando la decadencia de valores, creencias y costumbres de una civilización que parecía avanzar hacia la modernidad en aquellos años.
Por ello, “El Guernica” es un fiel retrato a la melancolía de un siglo convulso. Fiel testigo del avance del poder empleado para la destrucción y los nulos o ineficientes intentos para salvaguardar la dignidad humana en aras de mantener la paz mundial.
Bajo las sombras de “El Guernica” en los últimos años atestiguamos una serie de espejismos en nuestra historia que nos arrojan similitudes y coincidencias frente a los años 30s y 40s del siglo XX. El ascenso de figuras y movimientos que irrumpen negativamente en los sistemas democráticos del mundo, la actual escalada militar a nivel global, los bombardeos constantes hacia población civil en Palestina y la falta de acuerdos internacionales conciliatorios; nos recuerdan que el aprendizaje humano también es lento, y en esa lentitud se hacen presentes aquellos fantasmas que nos asolaron y que de nuevo sus sombras están presentes en la crisis de nuestro tiempo actual.
Frente a “El Guernica” pintado hace más de 80 años por Picasso, nuevamente estamos cara a cara sobre las penurias de un genocidio en proceso que es apremiante denunciar y detener. Genocidio que se hace presente en el bombardeo vil y cruel al indefenso pueblo de Palestina que sí bien han buscado destruirlo con el poder de las bombas, también lo están haciendo a través de la hambruna y el silencio de las complicidades de quien observa y prefiere voltear hacia otro lado, por ello, como; diría el cantautor español Ismael Serrano: “Si han de callar que callen aquellos, los que firmaron pactos de silencio”. Hoy frente a las similitudes históricas sobre tiempos pasados, la denuncia y la solidaridad es la mayor herramienta para no repetir errores y horrores que disminuyen nuestra humanidad.
Frente a los claroscuros de Picasso, pareciera que nos enfrentamos a los mismos escenarios catastróficos y desoladores, donde una madre abraza a su hijo muerto en brazos, mientras las bombas siguen cayendo y el silencio se hace presente.
Frente a los blancos y grises de “El Guernica” Palestina se hace presente mostrándonos un desolado paisaje donde anteriormente la vida se habría paso entre la ocupación y la dignidad del pueblo palestino por reivindicar su territorio.
Frente a la nostalgia de “El Guernica” los rostros desolados que se asoman en él cuadro nos gritan con urgencia la necesidad de no guardar silencio frente a las atrocidades cometidas en contra del pueblo de Palestina.
Frente a la luminaria que discretamente se hace presente en la parte superior del cuadro “El Guernica”, esta lo ilumina recordándonos que, aquello que no se nombra y que consciente o inconscientemente no se ve, seguirá siendo víctima injustamente del poder arbitrario que busca reducir una parte significativa de nuestra humanidad ¡Palestina libre ya!