El nuevo filme de DC desata polémica global al reimaginar al héroe como un justiciero mexica que enfrenta a Cortés, entre acusaciones de hispanofobia y celebraciones culturales.
AquíNoticias Staff
¿Y si Batman hubiera nacido en Tenochtitlán?
Esa es la provocadora pregunta que plantea Batman Azteca: Choque de Imperios, una película animada que aún no se estrena, pero ya está generando un terremoto cultural en redes sociales.
La cinta, una coproducción entre DC Comics, Warner Bros. Animation y el estudio mexicano Ánima, reimagina al Caballero Oscuro como Yohualli Coatl, un joven mexica que presencia la llegada de Hernán Cortés y se convierte en justiciero murciélago para enfrentar la violencia de la conquista. Sí, un Batman indígena. Y eso ha sido suficiente para detonar un debate que va más allá del entretenimiento.
¿Una propuesta decolonial o un refrito con capa?
Desde México y América Latina, muchos han celebrado la iniciativa como una apuesta poderosa por la representación cultural. No es menor ver a un ícono como Batman hablar en náhuatl, empuñar un macuahuitl y recorrer los templos de Tenochtitlán. Para quienes han crecido viendo héroes gringos salvar Nueva York, esta historia ofrece algo inédito: un héroe nacido en nuestro suelo, con nuestra cosmovisión, enfrentando a quienes marcaron un antes y un después en nuestra historia.
Pero no todo es entusiasmo. Desde España, particularmente desde sectores conservadores, han surgido voces que acusan a la película de “hispanofobia” y “revisionismo histórico”. El periodista David Lorao, por ejemplo, la calificó como “una basura infecta que abraza las tesis pro británicas con el sello de Batman”. Otros usuarios aseguran que la cinta perpetúa la “leyenda negra” de la conquista, es decir, la visión de España como una potencia brutal y sanguinaria, sin matices.
¿Y la historia?
La crítica más compleja quizás es la de historiadores que advierten contra la simplificación del conflicto colonial como un enfrentamiento entre “buenos indígenas y malos españoles”. La historia de la conquista —dicen— está plagada de alianzas, traiciones, pactos y contradicciones. Cortés fue recibido por pueblos que veían en él una oportunidad para liberarse del dominio mexica. Y los mexicas tampoco eran exactamente una civilización pacífica.
Eso sí: Batman Azteca no pretende ser un documental. Es una ficción animada, una reinterpretación simbólica. Y en ese terreno —el de la metáfora— sí se puede entender como un acto de justicia narrativa: ¿qué pasaría si el héroe más icónico del siglo XX luchara desde el lado de los vencidos del siglo XVI?
Detalles que importan
La producción cuidó detalles culturales con rigor: el color azul, por ejemplo, fue omitido en los trajes porque en la cosmología mexica era reservado para los dioses. El lenguaje, la arquitectura y las armas fueron asesoradas por expertos. Hay respeto, intención artística, y también una poderosa carga política.
Además, el lanzamiento está cuidadosamente calendarizado: la película se estrena el 18 de septiembre de 2025 en cines mexicanos, un día después del Grito de Independencia. Nada casual.
Entonces… ¿por qué tanto ruido?
La reacción de algunos sectores españoles tiene que ver, probablemente, con el lugar que aún ocupa la historia en la identidad colectiva. Ver a Cortés como villano hiere una sensibilidad que todavía defiende la épica imperial. Pero la respuesta latinoamericana también revela algo: hay una sed enorme de verse reflejados como protagonistas, no como víctimas o caricaturas.
Tal vez Batman Azteca no cure nuestras heridas coloniales, pero las pone sobre la mesa.
Tal vez no sea una obra maestra del cine, pero sí es un espejo. Y como todo buen espejo, incomoda.
“El murciélago no vino de Gotham, esta vez nació en el corazón del imperio mexica. Y vaya que vino a encender la conversación.”