California resiste a Trump / Claudia Corichi

Contra las universidades privadas, contra los empleados públicos y agencias gubernamentales, contra las minorías étnicas, contra los grupos de la diversidad sexual, contra los demócratas, contra los medios que no son afines, contra las ciudades santuario, contra la migración latina. Donald Trump no cumple ni seis meses en el cargo y refuerza sus ataques contra todo lo que no encaja en su modelo.  

Los Ángeles es una urbe en permanente tensión racial; convertida en el último reducto en defensa de los derechos civiles en los Estados Unidos. La Ley 187 que propuso el Partido Republicano en 1994 y que negaba servicios y apoyos sociales a migrantes indocumentados, desató la indignación de amplios sectores que se manifestaron en contra. La absolución de los policías blancos que dieron una paliza al camionero de origen afro Rodney King en 1992 incendió la ciudad durante semanas.  

California tiene una añeja tradición de lucha y protesta; mantiene vivo el ejemplo y legado de César Chávez que organizó decenas de huelgas para defender los derechos de trabajadores del campo, así como de la sindicalista Dolores Huerta que a sus 95 años ha participado en las movilizaciones. Las recientes redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) afuera de fábricas o escuelas, despertó la desesperación y la ira de los últimos días. 

Si bien las protestas callejeras no son aún tan masivas como en otros momentos, pueden marcar un punto de inflexión en el rechazo a la política migratoria de Trump y replicarse en otras ciudades. La animadversión del mandatario contra los manifestantes latinos o contra el gobernador de California, Gavin Newsom, al enviar unilateralmente a fuerzas federales sorprende porque no hay precedente de ello.

California el estado más poblado de la Unión Americana y el territorio con el quinto mayor PIB del mundo, tiene 10.6 millones de migrantes que representan el 27% de su población total; la mitad de los niños en el estado tienen al menos un padre o madre inmigrante.  

Hasta ahora Trump ha ordenado enviar casi 5 mil efectivos (4 mil de la Guardia Nacional y 700 marines) para aplacar según él, a los insurrectos y agitadores profesionales, aunque eso agrave la situación. En su retórica exagerada ha dicho que gracias a eso ha evitado la destrucción de esa ciudad. Newsom calificó la medida como ilegal y provocadora y presentó una solicitud de emergencia ante un tribunal federal por el despliegue de tropas.

La ofensiva de Trump apunta en varias direcciones: busca desviar la atención de su enconado pleito con Musk, dañar a un potencial candidato demócrata presidencial en 2028 (Newsom), satisfacer a su base electoral que apoya sus decisiones a rabiar y sobre todo, imponer la política del miedo entre las poblaciones de migrantes. 

Un dato: entre enero y abril de este año la Patrulla Fronteriza detuvo a 44 mil migrantes de origen mexicano respecto a los 248 mil del mismo periodo del 2024, una caída notoria.

Que el presidente amenace con arrestar al gobernador demócrata por obstrucción, está mostrando un uso cada vez más discrecional y abusivo de lo que le facultan las leyes.

En Los Ángeles, como ya ocurrió antes en Harvard, se está escribiendo un capítulo de resistencia ante lo que parece convertirse en una tiranía obsesionada en demoler los cimientos que dieron origen a uno de los sistemas democráticos más reconocidos en el mundo.

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