Cambiar para permanecer / Eduardo Torres Alonso

Enseñar, investigar, difundir y vincularse son las funciones sustantivas de cualquier universidad que, en sentido estricto, lo sea, porque hay instituciones –públicas y privadas– que sólo se denominan así sin que las cumplan.

La Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) que, con medio siglo de existencia, impulsa su futuro con el pasado de esfuerzo y aprendizaje, tiene ante sí el reto de mantenerse como el espacio de enseñanza, investigación, difusión y vinculación más importante de la entidad; además, enfrenta el desafío de incidir en el país y la región centroamericana y caribeña. Si quiere hacerlo debe de cambiar.

Y porque los tiempos son, precisamente, de cambio y de decisiones audaces, la UNACH ha puesto en marcha los trabajos para modificar su modelo educativo y académico. Esto no debería sorprender a nadie porque lo normal en las instituciones de educación superior es la renovación constante –sin que ello de pie a la “invención del mundo” habiendo que reconocer el necesario equilibrio entre permanencia y novedad–.

Sin embargo, sí llama la atención lo anterior en tanto que emprender una tarea de tal magnitud que involucra no sólo a su comunidad, sino a la sociedad chiapaneca entera, representa un esfuerzo significativo y la posibilidad, como es normal cuando hay modificaciones significativas, de ventarrones, tan fáciles de originarse en los entornos universitarios.

La decisión está tomada y los pasos en esa dirección se han dado. Las resistencias, si las hay, terminarán por ser vencidas no por la fuerza, sino por la razón. ¿Por qué cambiar si lo más fácil es dejar las cosas como están? Propongo una respuesta a partir de reconocer el tempo de este 2025: como pocas veces en la historia, el mundo entero está viendo la desaparición de sus certezas y la llegada de nuevas y mayores incertidumbres. El mundo de la segunda posguerra y de la caída del socialismo real, con la globalización neoliberal por delante y la democracia política como mecanismo decisional, parece haber llegado a su término, paradójicamente, por el país que lo encabezó.

Donald Trump ha dado un giro espectacular a las relaciones comerciales, regresando a un sistema arancelario que parecía colocado en el basurero de la historia (recuérdese a Francis Fukuyama) y la emergencia de gobernantes populistas, autocráticos o abiertamente autoritarios, como lo es él mismo, es cada vez más frecuente en un número mayor de países. La economía y la política, por lo que se ve, están dejando de ser liberales y lo que las está sustituyendo no parece ser halagüeño para la mayoría de los más de 8,200 millones de personas que hay en la Tierra, aunque siempre habrá ganadores, poquísimos, aunque para ser parte de este exclusivo club el primer paso es estar atento a los mensajes en la plataforma X del presidente estadunidense para ser cómo estará el mercado de valores; el segundo, es contar con una muy abultada cuenta de cheques para comprar títulos y acciones. Ahí terminó todo.

Estos cambios planetarios tienen que ser descritos y explicados de otra forma: con nuevos lenguajes, conceptos y categorías. Desde Chiapas, una entidad con poco más de 2,000,000 de habitantes y con 110,000 personas estudiando en el nivel superior, de los cuales alrededor de 29,000 estuvieron inscritos en la UNACH en el semestre julio-diciembre de 2023, de acuerdo con su propio Anuario Estadístico de aquel año, se tienen que ofrecer reflexiones sólidas y pertinentes a esta nueva realidad global, y a los nuevos y viejos problemas que existen en la región. Conocimiento situado, pues, que propicie el debate serio y la construcción colaborativa de conocimientos, reconociendo y respetado los saberes atemporales que aquí se encuentran.

El tiempo chiapaneco no es el mismo que hace 50 años al fundarse la universidad, ni tampoco lo es con el existente en 2010 cuando se generó el primer documento denominado modelo educativo. De ahí de acompasar el paso a la marcha contemporánea de la sociedad.

La UNACH busca cambiar para permanecer y persigue su objetivo mediante un ejercicio de reflexividad. Su destino es claro: seguir siendo la universidad pública formadora de personas sensibles y capaces.

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