La investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM, unidad académica Sisal, Ruth Cerezo-Mota, advierto sobre las consecuencias de no lograr los compromisos en la reducción del CO2 a nivel mundial antes del 2030
Aquínoticias Staff
Si para 2030 no se logran compromisos a nivel global para la reducción del CO2, en el caso de México el panorama será dramático porque podría aumentar hasta siete grados la temperatura al finalizar el siglo, alertó Ruth Cerezo-Mota, del Instituto de Ingeniería de la UNAM, unidad académica Sisal.
En tanto, la directora del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), María Amparo Martínez Arroyo, añadió: se calcula la pérdida, cada año, de al menos cuatro centímetros de costa, situación que incrementa los problemas para las ciudades instaladas en los 11 mil 500 kilómetros de litorales, como inundaciones, salinización del agua en pozos, etcétera.
Actualmente, añadió, el daño anual esperado (DAE) en México por inundaciones fluviales es de siete mil millones de dólares y por las costeras, de 130 millones de dólares. Se cree que Tamaulipas, Veracruz y San Luis Potosí tendrán los mayores niveles de riesgo. Además, se espera que para el 2080, el DAE por inundaciones costeras por desarrollo económico y cambio en el clima sea de 116 mil millones de dólares por año.
Ambas especialistas participaron en el Seminario Permanente Ciudades Sostenibles ante Cambio Climático, del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la UNAM.
Enfatizaron que los efectos del cambio climático durarán décadas y no se podrán parar, por lo que es necesario adaptarse de forma dinámica, además de identificar las vulnerabilidades para cada localidad específica.
Cerezo-Mota, única mexicana quien participó en la elaboración del último reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), ejemplificó que si en Mérida durante los meses de marzo o abril se alcanzan 40 grados, la falta de acción internacional implicaría llegar hasta 47 grados en la zona.
«México es un país de costas y es un hecho que seguirá aumentando el nivel del mar. Aunque es inevitable, la diferencia es qué tanto. Si hacemos algo tendríamos un aumento en el nivel del mar de hasta 50 centímetros para finales de este siglo, si nos vamos al escenario de mayor cantidad de emisiones, sería hasta de un metro 50 en promedio para el 2100», apuntó.
La investigadora del Laboratorio de Ingeniería y Procesos Costeros explicó que desde hace tiempo los expertos tratan de saber qué pasará en tres escenarios: en el primero se logra reducir las emisiones y que la temperatura suba 1.5 grados; el siguiente, donde se instrumentan acciones, pero no se alcanza la meta; y, finalmente, aquel donde no se hace nada.
«Desafortunadamente, en cualquiera de los escenarios para el 2030 estaremos alcanzando los 1.5 grados, la diferencia es si empezamos a bajar gradualmente la temperatura, pero el escenario medio y de alto riesgo implicaría aumentos de 4 grados de temperatura media global, que para México implica un aumento de hasta 7 grados por arriba de la media y eso implica poner en riesgo la salud de la gente, pérdida de cultivos, pérdida de ganado, etcétera», destacó la experta en cambio climático.
De ahí que sin acciones concretas se observarán sequías intensas, con un déficit de lluvias importante, de hasta 30 por ciento de menos líquido. Además, se espera que ocurran eventos extremos húmedos como las lluvias torrenciales, dijo.
Cerezo-Mota añadió que México firmó múltiples acuerdos climáticos y en este momento se debería transitar hacia el uso de energías renovables; es decir, impulsar la solar, eólica o bien nuevas fuentes energéticas.
Precisó que el sector que más contamina es la quema de combustible para la generación de energía, seguido del transporte particular y público, por lo que es necesario impulsar el eléctrico o transitar a energías no dependientes de combustibles fósiles.
A nivel de sociedad, consideró, son múltiples acciones como evitar el desperdicio de comida que genera ocho por ciento de las emisiones de contaminantes, reducir el consumo de carne, reciclar la basura, separarla correctamente, usar focos ahorradores, y bolsas de tela.
Mayor atención a las urbes
A su vez, María Amparo Martínez Arroyo sostuvo: «No podemos, con lo mismo, tener algo diferente. Si no creamos otro tipo de movilidad, no solamente hablar de otro transporte. Por supuesto la electromovilidad es una opción importante, sino también el transporte multimodal (en bicicleta hasta cierto punto, trenes o autobuses) de manera colectiva, esto es importante y tiene que ver con la estructura de la ciudad y la organización de las actividades».
Durante su charla «Política climática en México: Avances y retos en las ciudades», la también investigadora de la UNAM destacó que las urbes ocupan menos de dos por ciento de la superficie del planeta y albergan más de 50 por ciento de la población mundial; y consumen cerca de 78 por ciento de la energía mundial.
Se estima, advirtió la experta, que en las próximas tres décadas casi 70 millones de personas migren anualmente a zonas urbanas, con la creciente demanda por servicios (agua, transporte, energía) y desigualdad social.
Expuso que México se encuentra en la posición 14 de los países con mayores emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Asimismo, el Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero (INEGYCEI) 1990-2019 revela que el principal es el dióxido de carbono (CO2) con 67 por ciento, seguido del metano con 24 por ciento y el óxido nitroso, seis por ciento.
Durante 2019, agregó Martínez Arroyo, en nuestro país se emitieron 736.63 millones de toneladas de CO2, y las estimaciones de carbono negro ascendieron a 65 mil 582 toneladas.
Para revisar la calidad del aire, recordó la especialista del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático, la pandemia fue un experimento no planeado, porque se tuvo la experiencia de ver cómo, detenida la flota vehicular, disminuyeron las emisiones contaminantes, pero no se puede depender de esta situación para reducirlas.
Sobre las acciones implementadas en la materia, precisó que se ha propuesto reducir la isla de calor al revestir de blanco los techos para que se refleje la luz y la radiación solar.
También están las estrategias impulsadas mediante el Programa de Acción Climática de la Ciudad de México 2021-2030, que implican mitigar 83 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero para el 2040 (sobre las emisiones del 2016).
Estas medidas contemplan movilidad integrada y sustentable, ciudad solar, basura cero, manejo sustentable del agua y rescate de ríos y cuerpos de agua, revegetación del campo a la ciudad, capacidad adaptativa y resiliencia urbana, calidad del aire y cultura climática.
Con información de DGCS UNAM