La elevación de la temperatura incide en su dimensión corporal y para que permanezcan más tiempo en un sitio
Aquínoticias Staff
Contaminación del aire y cuerpos de agua, cambio climático, así como luces nocturnas, son algunos de los principales problemas que enfrentan las aves migratorias en el mundo y que deben ser combatidos, considera el investigador Instituto de Biología (IB) de la UNAM, Hernán Vázquez Miranda.
El ornitólogo destaca que recientemente se documentaron alteraciones significativas en estos animales por el aumento de la temperatura, como la reducción de su tamaño corporal.
El investigador alerta que lo anterior es importante porque hay diferentes probabilidades de supervivencia dependiendo de qué tan grande sea su cerebro, razón por la cual se tiene el reto de preservar los espacios verdes, que en las grandes ciudades son destruidos para la construcción de viviendas.
Las que poseen un cerebro de mayor tamaño son más capaces, flexibles y pueden moverse a otros espacios; las que presentan uno menor, no. «Entonces, si las condiciones que tienen en el sitio de anidamiento cambian y se vuelven más calurosas no se podrán reproducir y cambia la dinámica, en muchas ocasiones ya no pueden estar todas las aves que llegaban a un lugar determinado y eso afecta, tiene un efecto de cascada en el resto del ecosistema, porque puede que haya algunas especies de aves que ayudan a controlar plagas», expone el investigador.
La efeméride es una campaña anual de sensibilización que pone de relieve la necesidad de conservar a estos organismos y sus hábitats, en una iniciativa presentada en 2006 por la Convención sobre la conservación de las especies migratorias de animales silvestres y el Acuerdo sobre la Conservación de las Aves Acuáticas Migratorias de África y Eurasia.
En esta ocasión, el tema principal serán los riesgos que enfrentan debido a la contaminación lumínica, pues el PNUMA reconoce que el uso de la luz artificial aumenta a nivel mundial por lo menos en dos por ciento al año.
Al respecto, Vázquez Miranda añade que es un problema emergente para la astronomía, la salud humana y conservación de la fauna silvestre, porque impacta negativamente a numerosas especies y comunidades ecológicas, altera de manera decisiva los comportamientos de esta, limita la recuperación de las especies amenazadas, e interfiere con la capacidad de la especie migratoria de realizar traslados de larga distancia que son fundamentales para su ciclo de vida.
Situaciones adversas
De acuerdo con el experto, es un problema grave debido a las grandes ciudades, ya que las aves necesitan «pistas ambientales», una de estas es la duración del fotoperiodo (cuánta luz hay). Entonces, cuando baja la cantidad de iluminación varias hormonas se encienden en ellas y empiezan a desplazarse. Estas grandes construcciones resultan como un imán para una polilla, y es posible ver que varias se estrellan contra ventanas.
«Aquí en la Ciudad de México vemos cada vez más edificios de departamentos y muchas veces se cortan y talan árboles desplazando a las especies. A esto se suma la contaminación con productos de la quema de hidrocarburos, gasolina y derivados del petróleo que generan contaminantes que afectan a la biodiversidad», abunda.
El cambio climático, agrega, es otra situación adversa que enfrentan porque varias permanecen más tiempo en algún sitio. Nosotros hemos notado los efectos por la elevación de la temperatura. «Hay aves que se quedan más tiempo en México o llegan más temprano, es decir, hay cambios en las temporadas de reproducción… Por ejemplo, había especies de chipes que en marzo o abril era muy difícil ver, y de repente uno las encuentra en mayo o junio; es decir, están aquí cuando ya deberían estar al norte de Estados Unidos. Entonces, están retrasando sus migraciones».
Entre las que se documentó cambio de tamaño y anidamiento está la reinita coronada (Setophaga coronata), la cual se queda mayor periodo en nuestro país; como el frío en el norte es cada vez más fluctuante, demoran en migrar.
Esto también se aprecia en las migraciones de gavilanes y zopilotes, lo cual se nota en el fenómeno conocido como el río de rapaces, una «carretera» por la que viajan aves desde Estados Unidos hasta Oaxaca, Chiapas y Veracruz, donde miles forman una especie de río en el cielo para moverse del Golfo de México al Pacífico por el Istmo de Tehuantepec, lo que a los científicos les permite inferir que generarán modificaciones en la zona donde viven si llegan antes o deciden quedarse más tiempo, pues no están cumpliendo en su función ecológica.