Casa del Jaguar de SCLC, un museo, un hotel, un legado

El Hotel Museo Na Bolom es un sitio peculiar en donde perder la noción del tiempo es cosa sencilla. Al adentrarse a la vida de aquella pareja de extranjeros que, atraídos por la magia del paisaje y la gente de la selva, construyeron una leyenda viviente, casona del siglo XIX que deja lazos de amistad intercultural y brinda calor de hogar a todo el que la visita

Elizabeth Marina / Portavoz

[dropcap]N[/dropcap]adie imaginó que entre muros y techos de teja pudiera sentirse la humedad del clima, la brisa de sus aguas, rastros arqueológicos, arte y entorno natural del Desierto de la Soledad, como también se conoce a la Selva Lacandona.
En un rincón del centro de San Cristóbal de Las Casas, existe uno los espacios más peculiares de México, en donde perder la noción del tiempo es cosa sencilla y adentrarse a la vida de aquella pareja de extranjeros que, atraídos por la magia del paisaje y la gente de la selva, construyeron una leyenda viviente, casona del siglo XIX que deja lazos de amistad intercultural y brinda calor de hogar a todo el que la visita.
Recorrer sus pasillos, conocer sus patios e ingresar a sus cuartos, se convierte en una aventura, una experiencia única que te hace sentir como en una expedición en búsqueda de la cultura y tradición maya. El Hotel-Museo Na Bolom que significa «La Casa del Jaguar», es más que un destino turístico, representa el esfuerzo que dos de los más importantes exploradores de la Selva Lacandona han hecho por Chiapas: inmortalizar la historia de los antiguos mayas.

Un viaje por la historia

Sus paredes amarillas hacen juego con la verde naturaleza de su alrededor, un lugar pacífico que no puede definirse como un museo o una simple casa sino como la fusión de pasión, amor e inteligencia que el arqueólogo danés Franz Blom y su esposa, la fotógrafa Gertrude Duby de Blom formaron desde 1922, y que entre sus muros resguarda los viajes que por más de 40 años la pareja de investigadores europeos realizó en tierras chiapanecas.
Un viaje en el tiempo que puede prolongarse por días, porque unas horas no son suficientes para conocer la historia de este lugar que inició cuando Franz Blom y su esposa Gertrude se interesaron por los grupos indígenas (principalmente los lacandones) y con el tiempo, lograron formar un importante acervo arqueológico de la zona que hasta la actualidad, conserva el lugar.
Pero esta casona tiene más que una historia cultural, es muestra de la humildad y amor que estas personas sentían por la gente de Chiapas, un claro ejemplo de ello es Beatriz Mijangos. Bety, como solían llamarla, fue casi hija adoptiva de la pareja conocida como «los gringos», a pesar de ser europeos y no norteamericanos.
Fue en 1951 cuando Bety apareció frente a la casa para jugar con el timbre, una verdadera novedad en el pueblo durante aquellos años, y que el mismo Franz mandó poner por el movimiento intelectual que existía al interior de Na Bolom.
Al poco tiempo, Bety se reencontró con aquella casa, huyendo de un problema doméstico, en donde conoció a Gertrude, quien le explicó que no tenían hijos, por lo que deseaban darle la oportunidad de estudiar y aprender cosas nuevas a quien lo necesitara. Finalmente, decidió quedarse ahí y días después se mudó a la casona.
Aunque Bety ya no vive en dicha casa, sí cuenta con una pequeña cabaña al fondo de la propiedad que la pareja le dejó como herencia, sin embargo, continúa siendo parte esencial de Na Bolom y su historia sigue siendo contada a todo el que lo visita.

Convertida en museo

Tras la muerte de Franz Blom, la casona fue transformada en una especie de hotel al que arriban huéspedes de varias nacionalidades. La originalidad de las habitaciones, totalmente decoradas con objetos y variadas artesanías de las distintas áreas del estado de Chiapas, como diversos textiles, muebles, lámparas y artefactos de cerámica deja encantado a quien visita este sitio.
En una de las salas se exhibe cerámica maya y objetos de uso cotidiano de los lacandones; otra sala se dedica a la zona arqueológica de Moxquivil y una más muestra textiles tradicionales.
Además cuenta con la biblioteca «Fray Bartolomé de Las Casas», con más de 10 mil volúmenes sobre historia, cultura y antropología de la región. También existe una fototeca con más de 50 mil imágenes, una capilla con obras de arte religioso y áreas para exposiciones temporales.
Asimismo, hay un área de expediciones de la selva con un sentido antropológico, actividades para niños como trepar de árboles y un enorme jardín botánico que complementa el recorrido. También cuenta con un comedor único en la ciudad, a la vieja costumbre de la sociedad Coleta.
Actualmente, tanto el museo, como el comedor, el hotel y el campamento en la selva son administrados por la Asociación Cultural Na Bolom, A.C., fundada en 1950 en San Cristóbal de Las Casas por Franz Blom y Gertrude Duby Blom y que tiene la misión de conservar, desarrollar y promover la cultura y el medio ambiente de la zona maya de Chiapas.
Los ingresos son destinados para sostener diversos programas de conservación, educación y salud que benefician a los lacandones.

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