Casillas y acarreados, la viciada participacin ciudadana

Con el ejercicio de la participación político-electoral, las personas pueden expresar y manifestar su voluntad respecto al gobierno que quieren. El momento «estrella» para hacerlo son las elecciones. No obstante, la misma ciudadanía e incluso los funcionarios electorales fungen como cómplices de la red de corrupción que mancha la jornada electoral y arrebata el triunfo a la voz del pueblo. ¿De qué manera lo hacen?

Julieth Rodríguez/Portavoz

[dropcap]E[/dropcap]l corazón de la democracia es la participación ciudadana; en específico, con el ejercicio de la participación político-electoral, las personas pueden expresar y manifestar su voluntad respecto al gobierno que quieren. El momento «estrella» para hacerlo son las elecciones; de ahí la importancia de que se vigile que los procesos sean legítimos.
Silvia Conde Flores, José Luis Gutiérrez Espíndola y María Concepción Chávez Romo indican en su Cartilla Ciudadana que en las democracias —tal como en México—, la única fuente de legitimidad aceptada es que quienes accedan al poder, lo hagan a través de un proceso electoral. «Por ello, la ciudadanía tiene el derecho y la responsabilidad de vigilar que éste sea limpio, equitativo, transparente y libre». También resaltan la importancia de la denuncia cuando se cometen delitos electorales.
En ocasiones, es la misma ciudadanía e incluso los funcionarios electorales cómplices de la red de corrupción que mancha la jornada electoral y arrebata el triunfo a la voz del pueblo. ¿De qué manera lo hacen? Alejandro E. Lerma Kirchner, Sergio Bárcena Juárez y Romeo Vite López hablan de estas tácticas en su libro «Marketing Político», por lo que a continuación se enuncian.

Mañas en casillas

Los especialistas identificaron al menos cuatro formas de operar durante la jornada electoral, con estrategias que involucran a las casillas:
Número y ubicación amañada de casillas: Esta práctica tiene el propósito de desincentivar el voto en las zonas adversas y facilitarlo en las áreas favorables. En lugares desfavorables, las casillas electorales se ubican en lugares de difícil acceso y distantes, además de que por su reducido número suelen hacerse largas filas que son afectadas por la lenta atención del electorado el día de la jornada electoral.
Integración «a modo» de la mesa directiva de casilla: Consiste en la selección de los integrantes de la mesa directiva de casilla (presidente, secretarios y vocales), a fin de que se beneficie o perjudique a determinados partidos y candidatos. Los individuos que se seleccionan de esa forma suelen estar comprometidos con un determinado partido o con el gobierno en turno.
Obstrucción de representantes tanto de casilla como generales: Consiste en la obstrucción o bloqueo de la acción de los representantes de alguna fuerza política, mediante acciones de intimidación, limitación e incluso, expulsión de los representantes de fuerzas políticas contrincantes a aquella a la que pertenecen o con la que simpatizan las autoridades de casilla.
Manejo de boletas electorales: Consiste en la preparación de acciones usualmente fraudulentas que se operan en el momento de votar, mediante la impresión obtención y distribución de las boletas electorales el día de la elección, lo cual también comprende a la dotación insuficiente de boletas en áreas adversas.

«Pastores» y acarreados

La población de sectores populares, por ende, en situación de pobreza y con menor nivel educativo, es susceptible de ser utilizado por las redes de poder fáctico que operan, cual pastor con sus ovejas, para cambiar los pronósticos de una elección. Se valen de al menos cinco tácticas, como la manipulación y encauzamiento del sufragio; compra del voto, «El ratón loco», «El Carrusel» y el clásico acarreo.
Manipulación y encauzamiento del voto («Los pastores»): Este fenómeno se presenta cuando algún funcionario de casilla o representante de partido se extralimita en sus funciones aconsejando o asesorando en la casilla a ciudadanos incapacitados o de edad avanzada, para dirigir su voto en un sentido. También se engloban en este apartado:
• La aceptación discrecional del sufragio sin que el votante cuente con credencial de elector o sin que su nombre aparezca en la lista nominal.
• Que se le deje votar más de una vez.
• La falta de aplicación de la tinta indeleble a quienes hubiesen votado.
• El «tortuguismo» intencional en la realización del proceso para sufragar.
• Cuando intencionalmente se hace la apertura de casillas después de la hora establecida.
• se da por terminada la votación antes de la hora establecida o cuando faltan ciudadanos por emitir su voto y están formados esperando su turno.
Compra de voluntades y condicionamiento de programas sociales: Los segmentos de población con necesidades económicas, escasa formación y poca conciencia política, usualmente son objeto de la compra de voto. Se da en varias modalidades:
• Pago en efectivo por el compromiso de votar por un candidato determinado.
• Entrega de bienes, servicios o concesiones.
• Promesa condicionada en el triunfo con respecto a la solución de problemas, realización de programas públicos y concesiones.
En ocasiones, el pago se condiciona a cambio de una boleta en blanco, así quien vende su voto deberá depositar en la urna la boleta prevotada que le entrega el comprador, y después deberá entregarle a éste la boleta en blanco que le dieron en la casilla.
«El ratón loco»: Consiste en inhibir el sufragio mediante la referenciación errónea de secciones electorales en los registros de los ciudadanos, con lo que se dificulta la localización de la casilla donde deban votar, ya que al acudir a la más cercana a su domicilio a sufragar, el ciudadano no podrá hacerlo por no encontrarse su nombre en la lista nominal.
El ciudadano se comporta como «ratón loco», trasladándose de una casilla a otra, buscando su nombre en las listas nominales para votar, y al no encontrarse, es habitual que se desanime y no sufrague.
«El Carrusel»: Radica en el voto múltiple y generalmente pagado, efectuado por un grupo de personas que son trasladadas de una casilla a otra para sufragar. Estas personas hacen uso de diversas credenciales —ya sea que correspondan a la misma persona o a personas distintas, reales o ficticias, referenciadas— en varias secciones electorales.
Esta práctica implica una serie de acciones premeditadas y la participación de diversas autoridades; constituye así una cadena de acciones fraudulentas y delictivas entre las cuales están:
• Posible manipulación del padrón electoral, generando registros duplicados o «fantasma».
• Posible retención o uso de tarjetas para votar no entregadas.
• Conocimiento previo por parte de los organizadores del carrusel de los procedimientos para hacer que la tinta indeleble resulte deleble o, en su caso, conocimiento de mecanismos para remover la marca de la tinta.
• Voto múltiple de un ciudadano en una misma elección.
• Votar con la credencial de otra persona o con credencial apócrifa.
El acarreo: Trasportar, generalmente en condiciones inadecuadas, a una o varias personas para que voten o externen apoyo incondicional por un candidato o partido. Suelen ser conducidas sin tomar en cuenta su voluntad y carentes de una genuina convicción y conocimiento. Puede ser más frecuente entre los grupos marginados económica y culturalmente.
Es probable que encubra otro fenómeno que consiste en la manipulación del padrón con «relleno» de ciudadanos de otras localidades; esta adición de ciudadanos que habrán de votar por el candidato del partido que acarrea puede hacer variar el sentido de la votación.

La mala ubicación de las casillas, la complicidad o coerción de los funcionarios, los indebidos manejos de boletas electorales, la manipulación y encauzamiento del voto, la compra de voluntades, el condicionamiento de programas sociales, así como estrategias de acarreo tales como «el ratón loco» y «el carrusel» ocasionan el detrimento de la democracia, el gobierno del pueblo.
Éste se reafirma mediante el ejercicio responsable del voto, a fin de mantener en correcto funcionamiento la figura del gobierno representativo. Sin embargo, esta representación puede ser manipulada no sólo por las tácticas enunciadas con anterioridad; también merecen mención especial otras igual de burdas e ilegales como la operación «tamal» el «taqueo», las urnas «embarazadas», el relleno y los votos «post mortem», que los mercadólogos políticos Alejandro E. Lerma Kirchner, Sergio Bárcena Juárez y Romeo Vite López han descrito.

La operación «tamal»

A la operación «tamal» también se le denomina de manera formal como «desayuno de la unidad partidista». Es llamado así por quienes invitan a votar por determinado partido o candidato, a ciudadano de estratos socioeconómicos marginales, a quienes se les ofrece un desayuno previo o posterior al acto de sufragar.
«Este tipo de actos amañados denigran la condición humana de quienes, por sus carencias y falta de preparación y conciencia política, no tienen pleno conocimiento del significado y valor de sufragar», explican los especialistas.
Asimismo, destacan que las brigadas a favor de la limpieza electoral y los observadores electorales imparciales pueden ser de utilidad fundamental para descubrir estas acciones, que están tipificadas como delito en el artículo 403 del Código Penal federal.

Voto «post mortem»

Cuando en la lista nominal de una casilla electoral aparecen registrados ciudadanos que han fallecido, y después de la jornada electoral, se observa que esos nombres están marcados como sufragantes, se ha cometido un delito que está enmarcado en el inciso VIII del artículo 403 del Código Penal del país.
Para prevenir esto, los estudiosos sugieren que previo a la jornada electoral, el partido entregue a sus representantes de casilla una copia de la lista nominal que se utilizará para la elección, con marcas de todos aquellos registros de ciudadanos que se tenga conocimiento de su fallecimiento, ausencia del país y de todos aquellos casos que en forma comprobable presenten alguna irregularidad.
Así, si se presentan a votar, se procede a aplicar lo que en la ley corresponda, determinando si se configura delito en términos de artículo 413 del mismo Código Penal federal.

«Los tacos»

En términos de la jerga electoral, se llama «taco» al hecho de que un elector introduzca un conjunto de boletas electorales prevotadas, que en forma ilegal le fueron entregadas antes de la jornada electoral.
A su vez, esta acción es sólo el extremo de otras acciones ilícitas que se ponen en marcha. Los investigadores refieren que cuando existe «taqueo», en el momento del escrutinio suele presentarse el fenómeno llamado inflación de votos, que consiste en encontrar en la urna «inexplicablemente» más votos que los entregados por la mesa directiva de casilla.
Una forma de contrarrestar los efectos de esta práctica deshonesta, es que los representantes de partidos y los funcionarios de casilla acuerden marcar o rubricar las boletas antes de la apertura de la casilla.
Así, en el momento del escrutinio se deberán separar y tabular las boletas que no se encuentren marcadas y que, por tanto, no fueron entregadas al ciudadano por la mesa directiva de la casilla; las boletas producto del «taqueo» develarán un sentido de la votación, con lo que a su vez se delatará al partido contendiente que puede ser el responsable de tal fenómeno.

De las urnas

Las urnas «embarazadas»: Se dice que una urna está «embarazada» cuando antes de iniciar el proceso de votación se encuentran en ella boletas ya sufragadas. Lerma, Bárcena y Vite especifican que se debe tener especial cuidado en comunidades remotas, marginadas y sin presencia de observadores imparciales y de representantes de partido; asimismo, recomiendan el uso de urnas transparentes.
El relleno: Se llama relleno de urnas al «taqueo» posterior, al hecho de suministrar boletas sufragadas a las urnas después del cierre de casilla; este fenómeno suele presentarse aprovechando la ausencia de los representantes de los partidos.
La diferencia de esta práctica y el «taqueo» es que el relleno es efectuado por alguna persona relacionada con la organización de la jornada electoral o con la representación del partido; además, suele presentarse al final de la jornada electoral.
Para implementar estas tácticas, se asisten de una estrategia más: «El Apagón». Consiste en la interrupción programada y aparentemente fortuita del suministro de la energía eléctrica, cuando ya ha oscurecido el día de la jornada electoral. Así, se aprovecha la oscuridad y la confusión para el cambio, relleno y robo de urnas.

La alteración y cancelación de votos

Suele presentarse durante el proceso de escrutinio y cómputo de votos y cuando no se encuentran los representantes de los partidos políticos, o se les tiene controlados. Se puede alterar el sentido de la elección dentro de la casilla, tomando como sufragios inválidos aquellos votos hechos a favor de ciertos partidos o candidatos, y a su vez descartando aquellos a favor de éstos, cuando presenten algún trazo imperfecto; es peor cuando en forma voluntaria algún integrante de la mesa directiva de casilla, se encarga de alterar los votos en beneficio o perjuicio de determinado partido.

Inflación y voto corporativo

Se conoce como inflación de votos al fenómeno que se presenta cuando al abrir las urnas para el escrutinio y cómputo, aparecen más votos que el número de boletas entregadas por la mesa directiva de la casilla, ya sea por causa del relleno o «taqueo».
El corporativo es cuando dirigentes deciden, inducen o presionan el sentido del voto de sus subordinados laborales, gremiales o integrantes de grupos religiosos. Eso también está tipificado como delito y debe denunciarse.

Las boletas prevotadas

Las boletas prevotadas son aquellas marcadas a favor de un partido, que son entregadas de forma ilegal a ciudadanos por parte de organizaciones, para que las depositen en las urnas. Este tipo de acción fraudulenta generalmente va acompañada del voto corporativo, comprados, la operación «tamal», «tacos» y relleno de urnas.
Esta documentación electoral puede tratarse de boletas falsas o genuinas; si llegaran a ser originales, se puede aducir que fueron ilegalmente obtenidas; cuando se detecte esto, el derecho exige investigar a los responsables y corresponsables.
Los organizadores de este ilícito suelen exigir que los ciudadanos, después de haber depositado las boletas prevotadas, acudan a entregarles las boletas en blanco que les dieron en las casillas, para asegurarse que los electores cómplices de la ilegalidad realmente acudieron a la casilla; y que cada salida de boletas prevotadas genere una entrada del mismo número de boletas en blanco.

«Mapaches», observadores comprometidos y encausadores

Los «mapaches» son aquellos que roban el voto, burlando la voluntad popular en forma fraudulenta; el término se aplica a todos los que actúan inmoralmente en la jornada electoral y que tienen alguna autoridad gubernamental o partidaria.
Los observadores comprometidos son las personas y organizaciones con vínculos partidistas que no están obligados con la verdad, sino que están alineados con alguna de las fuerzas partidarias y por ello, están dispuestos a certificar todo aquello que convenga a los intereses de algún partido o candidato.
Los encauzadores son aquellas personas encargadas de reclutar y conducir votantes el día de la jornada, a cambio de una retribución económica, o promesa de un beneficio personal.

Se han enunciado más de una veintena de prácticas inmorales e ilícitas que se ponen en marcha en el marco de la jornada electoral. No obstante, parecen insuficientes para las esferas de poder que buscan controlar las elecciones, puesto que los analistas han detectado al menos siete más que se dan en este contexto; y cinco que operan después de que los ciudadanos han emitido su sufragio. En esta última parte de este trabajo, se cierra el recuento de las ilegalidades en las que puede incurrir tanto ciudadanos, como funcionarios electorales y los mismos partidos.
Estas tácticas van desde medidas desesperadas como el robo de urnas, hasta las más cínicas como el de meramente cantar la victoria antes. No todas están consideradas propiamente como delitos, pero los mercadólogos Alejandro E. Lerma Kirchner, Sergio Bárcena Juárez y Romeo Vite López coinciden en que son moralmente condenables ya que atentan contra la dignidad humana.

El robo de urnas

Puede suceder cuando se sabe o se detecta que la tendencia de la votación es adversa a un candidato o partido político. Esta acción reviste extrema violencia y riesgo tanto para quienes cometen el ilícito, como para quienes forman la mesa directiva de la casilla, y para ciudadanos presentes en ese lugar en el momento del robo.
Los autores de «Marketing Político» refieren que este acto es de los más antiguos y primitivos que atentan contra la legalidad y el respeto de la voluntad popular. Asimismo, resaltan que debe ser la seguridad pública quien inhiba la incidencia de este tipo de acciones.

Espionaje y tortuguismo

En el caso del primero, radica en seguir las acciones políticas, profesionales y personales de los contrincantes, además de la apropiación de documentos privados por medios ilegítimos para incidir en el sentido de la elección.
El tortuguismo consiste en que, durante la jornada electoral, se realicen con lentitud y de forma intencional, todas las acciones inherentes al proceso a fin que los electores esperen demasiado tiempo, lo que al final se traduce en desesperación y por tanto, desistan de ejercer su derecho a sufragar.
Este tipo de acciones suele efectuarse en las áreas donde una determinada fuerza política tiene una evidente preferencia electoral; si logra que la votación sea escasa en esas zonas, su proporción en la totalidad de los votos será menor, lo que beneficia a otra u otras agrupaciones políticas.

«El cambio de pañal»

Esta práctica consiste en sustituir la lista nominal con la que se habrá de votar pocas horas antes de la jornada electoral. La lista nominal nueva es diferente a la que con anticipación fue revisada por los partidos políticos y la ciudadanía, porque contiene alteraciones que benefician a una determinada fuerza política como «el rasurado», «el relleno» y la mala referenciación.
Para prevenir las consecuencias de esta práctica, los especialistas recomiendan cotejar la lista nominal con la que se votará, contra la lista nominal revisada en poder de los partidos políticos; para ello debe suministrársele una copia a los representantes de casilla, a fin de que certifiquen su se trata o no de la misma lista nominal.

Preparar la anulación de casilla adversa

Con base en el conocimiento de las casillas que consistentemente registran votación adversa a un partido, o bien, cuando se detecta que la votación le será negativa, el partido perdedor puede hacer o promover diversas acciones, errores y omisiones para después solicitar con base en la ley vigente, la anulación de tales casillas; con esto incrementa sus posibilidades de triunfo y reduce la votación favorable a sus contrincantes.

Mayoriteo y «agandallamiento»

La primera consiste en aplicar el peso desigual en la toma de decisiones en un grupo colegiado, cuando alguna de las partes posee mayoría absoluta en la representación, con lo que su voto avasalla a todos los demás, sin importar que a la minoría le asista la razón.
El «agandallamiento» es la situación contraria al mayoriteo, y consiste en el acuerdo de minorías para hacer mayoría votando todas en conjunto, en contra del voto de una mayoría que no es absoluta.

¿Y después de la jornada?

Las prácticas deshonestas después de la jornada, en términos generales, tienen como fin arrebatar el triunfo, para lo cual existen dos tácticas: Alterar los resultados electorales; y anunciar el triunfo propio sin contar con la información suficiente para ello y desacreditar el posible triunfo del contrincante.
Dentro de la primera táctica se contemplan prácticas como la caída del sistema, «la alquimia» y la «sacra» paquetería. En el segundo apartado se clasifican el hecho de cantar el triunfo antes de contar con datos confiables que lo avalen; y la denominada marcha o fiesta del triunfo.
– La caída del sistema: Se habla de la caída del sistema como práctica deshonesta cuando en el proceso de cómputo de la votación, por medios mecánicos o manuales, se suspende artificiosamente el conteo electoral cuando se percaten que el sentido de la votación es desfavorable al candidato o partido con el que está comprometida la autoridad electoral. Tiene como principal fin contar con el tiempo necesario para hacer alquimia o maquillar los resultados de la elección.
– «La alquimia»: Se manipula o hace variar los resultados electorales mediante la alteración de actas y del contenido del paquete electoral, introduciendo, extrayendo y modificando boletas. Se conoce como «laboratorio», al lugar donde se desarrolla el proceso de «alquimia».
– La «sacra» paquetería: Consiste en hacer un fetiche de la paquetería electoral, perdiendo la posibilidad de servir para lo que por su naturaleza debería ser útil, es decir, como fuente de información para cotejar que los resultados emitidos estén basados en documentos comprobables. Por disposiciones de la autoridad electoral la paquetería electoral deja de ser accesible a ciudadanos, candidatos y partidos, como si fuesen algo sagrado.

El canto y la marcha del triunfo

Lerma, Bárcena y Vite han identificado que cantar el triunfo primero, antes de contar con datos confiables o al menos datos que convaliden la victoria, tiene dos propósitos: Desmoralizar al oponente e incidir sobre la opinión pública, de manera que la información posterior en otro sentido sea tomada con reservas.
Esta práctica en elecciones competitivas y polarizadas puede exacerbar los ánimos de los rivales y crear un clima propenso a la violencia. La marcha, caravana o fiesta del triunfo tienen el mismo propósito que cantar el triunfo antes, así como los mismos riesgos.
Para que sea considerada una práctica deshonesta, cualquiera de las dos debe implicar «una acción moralmente condenable que tiende a burlar la voluntad ciudadana del electorado y obtener en forma injusta y amañada un triunfo del que no se es acreedor».

La vigilancia de los procesos electorales

Silvia Conde Flores, José Luis Gutiérrez Espíndola y María Concepción Chávez Romo destacan en su Cartilla Ciudadana la importancia de la vigilancia en las elecciones, puesto que en los sistemas de gobierno democrático —como en México—, la única fuente de legitimidad aceptada es que quienes accedan al poder público lo hagan a través de un proceso electoral.
«La ciudadanía tiene el derecho y la responsabilidad de vigilar que éste sea limpio, equitativo, transparente y libre, y denunciar cuando se cometen delitos electorales», aclaran en su libro.
Añaden que las penas por la comisión de estos delitos incluyen multas que llegan hasta los mil días de salario mínimo, o bien, penas de prisión que pueden llegar a 15 años en el caso de aquellos donde se ha utilizado recursos de origen ilícito o montos que rebasen los permitidos por la ley.
Sugieren que ciudadanos u organizaciones civiles se registren como observadores electorales a lo largo de la jornada electoral, a fin que presenten de manera formal un informe a la autoridad electoral, que a su vez está obligada a atender su contenido. «La presencia de observadores electorales puede inhibir la comisión de actos irregulares o fraudulentos», consideran.
Respecto a la defensa de los derechos políticos, enfatizan que en caso de la violación de los mismos debe efectuarse la denuncia ante tribunales, instancias administrativas y comisiones de derechos humanos. Pero más allá de la defensa legal, también deben defenderse mediante la acción política, advierten.
«El reconocimiento jurídico y el ejercicio de los derechos civiles y políticos son vitales para las personas, para la sociedad y para la democracia».

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