Cesarea, el último recurso y no viceversa

Foto: Janet Jarman

Que Chiapas haya sido una de las entidades federativas con la más alta cifra de muerte materna en el país ha propiciado el aumento de cesáreas. La OMS recomienda no practicarla a menos que sea totalmente necesarias por motivos médicos. Mientras tanto, las parteras luchan por el reconocimiento de su labor en las comunidades

Julieth Rodríguez / Portavoz

[dropcap]M[/dropcap]ientras que las cesáreas han sido practicadas entre las chiapanecas por los servicios médicos más allá de los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), las parteras tradicionales aún luchan por el reconocimiento de la importancia de su labor.
Si bien los índices de estos procedimientos médicos están muy por encima del límite en todos los estados del país, el caso de Chiapas es en particular, paradigmático; lo calificaron así los investigadores María Graciela Freyermuth Enciso, José Alberto Muños Hernández y María Pilar Ochoa Torres.
Ellos —autores de la investigación: «De la cesárea terapéutica a la electiva en Chiapas: factores asociados con el incremento de cesáreas en Chiapas»â€” explicaron que la tasa de esta intervención quirúrgica en la entidad fue de aproximadamente 40 por ciento en 349 mil 058 nacimientos certificados, en el periodo comprendido entre 2011 y 2014. Apenas nueve por ciento menos que la tasa nacional de 49 por ciento.
Para el portal SinEmbargo —que retomó el estudio—, los especialistas explican que la OMS estableció que la tasa de cesáreas debe oscilar entre 10 y 15 por ciento. Cuando la tasa sobrepasa esas cifras, «se suponen vínculos entre las cesáreas y los procesos de medicalización».
También reconocen que el incremento de la medicalización del parto se asocia con el interés de disminuir la Mortalidad Materna (MM) por parte del Estado Mexicano, que en su esfuerzo por disminuir esta problemática ha emprendido campañas de afiliación de mujeres gestantes a los programas públicos para la atención de la salud, como el Seguro Popular.
Por ello hay una relación simétrica entre el incremento de la tasa de afiliaciones, con el de partos por cesárea.
«Partiendo del año 2000, ese año sólo el 17 por ciento de las mujeres chiapanecas contaba con seguridad social; en el 2005, a un año del inicio del proceso de afiliación al Seguro Popular (SP), 20 por ciento de ellas estaban afiliadas a algún seguro médico y casi la cuarta parte de este grupo de mujeres (23 por ciento) se afilió al SP (…) Esto cambió en el 2008, cuando se instauró en el país el Programa «Embarazo Saludable», que privilegiaba la afiliación inmediata al SP para las mujeres embarazadas, logrando que en el 2010 se contara con 100 por ciento de cobertura de la población susceptible de incorporarse a dicho seguro, según el Cuarto Informe de Gobierno de Chiapas», describe el reportaje.
Como resultado de ello, «en una década se incrementó la atención institucional del parto en más de 100 por ciento», hecho que trajo consigo un incremento en la misma proporción el número de cesáreas. El estudio original (en inglés) puntualiza que en 2002, en el 13 por ciento de los nacimientos de niños vivos registrados en la entidad se practicó esta intervención quirúrgica, mientras que en 2012 esa cifra aumentó al 32 por ciento, lo que representa un aumento de casi el 120 por ciento en la práctica en un periodo de 10 años.

Cesárea no reduce muerte materna

Los expertos comentaron en el trabajo para SinEmbargo que el hecho de que Chiapas haya sido una de las entidades federativas con la más alta cifra de muerte materna en el país ha propiciado la puesta en marcha de acciones focalizadas para su disminución; parte de estas acciones, es la implementación de la cesárea.
No obstante, ante el exacerbado incremento de esta práctica médica a nivel mundial, el organismo internacional publicó su «Declaración de la OMS sobre tasas de cesárea», en donde estipula a la letra: «A nivel de población, las tasas de cesárea superiores al 10 por ciento no están asociadas con una reducción en las tasas de mortalidad materna y neonatal».
«Como en cualquier otra cirugía, la cesárea está asociada a riesgos a corto y a largo plazo que pueden perdurar por muchos años después de la intervención y afectar a la salud de la mujer, y del neonato, así como a cualquier embarazo futuro», además, advirtió que es necesario revisar la tasa recomendada de entre 10 y 15 por ciento.
Insiste en que las cesáreas son eficaces para salvar la vida de las madres y los neonatos solamente cuando son necesarias por motivos médicos, así como que este procedimiento «puede provocar complicaciones y discapacidades significativas, a veces permanentes o incluso la muerte, especialmente en los lugares que carecen de instalaciones o de capacidad para realizar cirugías de forma segura, y para tratar las complicaciones quirúrgicas».
Esto es coincidente con el estudio de María Graciela Freyermuth Enciso, José Alberto Muños Hernández y María Pilar Ochoa Torres. Ahí resaltan entre las complicaciones la posibilidad de infección en la herida quirúrgica, ruptura uterina, deformaciones que causan infertilidad, hemorragias que propician la presentación de placenta previa, acretismo placentario, desprendimiento prematuro de placenta y ruptura uterina en embarazos ulteriores. Además, la morbilidad post-cesárea también afecta a los recién nacidos, ya que se relaciona con enfermedades respiratorias.

Sectores más susceptibles

De acuerdo con el análisis de los expertos vertido en el portal noticioso, en la entidad el riesgo de tener un parto por cesárea se eleva conforme aumenta la escolaridad, es decir, las mujeres con grado profesional o posgrado tienen 99 por ciento más posibilidades de parir mediante esta intervención, que aquellas sin preparación escolar.
«Entre las variables institucionales, se encuentra que el riesgo de someterse a una cesárea es menor si se asiste a consulta prenatal respecto a si nunca se acude a una de estas consultas», escribieron los investigadores.
Asimismo, hallaron que grupos de mujeres gestantes que se atienden en una unidad médica privada tiene casi 10 veces más de posibilidades de ser inducidas a la intervención quirúrgica, que si se atendieran en hospitales de la Secretaría de Salud. «A los privados le sigue el ISSSTE y el IMSS- Oportunidades con resultados cercanos al doble de posibilidades de terminar en cesárea», añadieron.
Las mujeres de municipios indígenas tienen 40 por ciento más posibilidades de un parto por cesárea respecto a las que habitan en los municipios con menor presencia de población indígena. Pero si se trata de mujeres con residencia en municipios con población indígena dispersa, la posibilidad de una cesárea durante el parto es menor.
«Se advierte también una relación directa entre el Índice de Desarrollo Humano (IDH) y la presencia de partos por cesárea, pues en municipios con un IDH Medio Bajo, la posibilidad de tener una cesárea se incrementa 72 por ciento respecto a los municipios con un IDH bajo; respecto a estos últimos, se tiene casi seis veces mayor posibilidad de cesárea si se trata de un municipio con IDH Medio alto, y se incrementa el riesgo de cesárea en 4.79 veces cuando se habla de municipios con IDH Alto».
En las conclusiones del estudio original, los especialistas asentaron que la frecuencia cada vez mayor de cesáreas entre las poblaciones indígenas en Chiapas parece estar relacionada con políticas públicas dirigidas a reducir la mortalidad materna en México. Por lo tanto, la política de salud pública debe revisarse para garantizar que se respeten los derechos reproductivos.

¿Y las parteras?

Ante este contexto, los autores de la investigación determinaron que la atención del parto institucional en población indígena chiapaneca, la más pobre y marginada, conduce a una mayor posibilidad de cesárea. También encontraron que de las mujeres de poblados con más del 80 por ciento de hablantes de lengua indígena, sólo el 25 por ciento prefería ser atendida en un nosocomio. «El resto quería ser atendida por una partera o por un familiar, o personal de salud en su propia comunidad».
Una investigación de la agencia EFE asentó que esta práctica empírica milenaria es de suma importancia en comunidades caracterizadas por la marginación y los nulos servicios de salud. Es en la propia localidad donde se le reconoce su valía, puesto que en las instituciones oficiales, se trata de una práctica infravalorada.
Desde la época prehispánica, el conocimiento y las técnicas se han transmitido de generación en generación, de tal manera que en la mayoría de las zonas rurales del estado de Chiapas (así como del Sureste del país), la partera es la encargada de atender los embarazos y partos de la comunidad, que en muchas ocasiones no cuenta con acceso a los servicios sanitarios o porque así lo determinan sus usos y costumbres.
El reportaje explicó que en municipios que sufren alta marginación social, como Oxchuc, muchas mujeres prefieren ser atendidas por una partera. «Pese a todo, las parteras luchan para que se reconozca la importancia de su trabajo y que los doctores admitan la aportación que ellas hacen en sus pacientes».
Existen más de 900 parteras en la zona indígena de la región de los Altos, de acuerdo con las cifras arrojadas por el censo de la Secretaría de Salud de Chiapas; otro factor común de estas zonas, es que se trata de áreas con cifras de mortalidad materna muy elevadas.
Poco a poco, esta práctica se ha ido introduciendo a manera de trabajo en conjunto en las instituciones de salud. Para EFE, la médico responsable del Área de Parteras de esa dependencia, Irene Ruiz, explicó que en el último año se han atendido 21 partos en la región con la asistencia de parteras voluntarias. El propósito, aparte del reconocimiento de esta labor, es especializar más la atención y labor de parto en comunidades donde el acceso a la salud sigue siendo nulo. Las parteras brindan atención parental, servicio de masaje y control parental», añadió.

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