Aquí, lo espiritual no se muestra: se protege. Pueblo maya tsotsil que resiste con dignidad, guardando su alma en silencio, como quien custodia un secreto sagrado
Primer Plano Magazine/Noé Juan Farrera Garzón. –
San Juan Chamula, enclavado en pleno corazón de los Altos de Chiapas, es uno de los lugares más fascinantes y complejos no sólo de Chiapas, sino de México. Este pueblo tsotsil no solo guarda celosamente una herencia ancestral, sino que la vive intensamente a través de su religión, su organización social, sus rituales y su vida cotidiana. Visitarlo es encontrarse con una cultura que no ha quedado en el pasado, sino que respira con fuerza en el presente.
Desde la época prehispánica, Chamula fue un centro de gran relevancia para los mayas tsotsiles. Su resistencia durante la conquista, como lo relata Bernal Díaz del Castillo, lo convirtió en un símbolo de lucha. En siglos posteriores, protagonizó diversas rebeliones para preservar su autonomía, reconocida oficialmente en 1925. Hoy, este municipio conserva un sistema de gobierno basado en usos y costumbres, y una identidad cultural que impone respeto.
Caminar por sus calles es recorrer un universo simbólico. La Iglesia de San Juan Bautista, centro espiritual del pueblo, es escenario de rituales únicos donde se fusionan prácticas mayas con elementos católicos. No hay misa, ni sacerdote, pero sí rezos en tsotsil, sacrificios de gallinas, limpias con huevo y refresco, y cientos de velas encendidas frente a los santos con espejos, que reflejan el alma.
El pino fresco en el suelo y el humo del incienso crean un ambiente que parece suspendido en otra dimensión. Fotografiar está prohibido: en Chamula, lo espiritual no se expone, se vive.
El Carnaval Chamula, conocido como K’in-Jimultik, es una de las manifestaciones más importantes del calendario ritual. Danzas, personajes, ofrendas y el consumo ceremonial del pox (aguardiente de maíz) marcan los cinco días perdidos del calendario maya, una tradición ancestral que sigue vigente con fuerza. Durante este tiempo, los valores agrícolas, espirituales y sociales del pueblo se entretejen en una fiesta que es mucho más que folclor: es resistencia simbólica.
Otros lugares imperdibles en tu visita son el mercado dominical, donde se encuentran artesanías únicas y productos de medicina tradicional; el cementerio ceremonial, donde las cruces de colores indican la edad del difunto; y las ruinas de San Sebastián, una antigua iglesia que custodia la entrada del pueblo.
Pero más allá de lo turístico, visitar Chamula es una experiencia que exige respeto. Las normas comunitarias prohíben tomar fotos sin permiso, especialmente de personas o rituales. Las autoridades tradicionales, los mayoles, vigilan el cumplimiento de estas normas. Aquí, el visitante no es espectador, sino testigo de una cultura viva que se resguarda con dignidad.
San Juan Chamula es mucho más que un destino: es una lección de identidad, un espejo de la cosmovisión maya, y un recordatorio de que la cultura no solo se estudia o se observa, también se honra. Quien lo visita con mente abierta y corazón respetuoso, regresa transformado.