Chiapaneca busca derribar «muros»; promueve educacin sin estereotipos

A través del Grupo de Mujeres y Universidad A.C., Magnolia Solís promueve un cambio cultural para inspirar a las jóvenes estudiantes de Chiapas a salir adelante y cumplir sus metas

Elizabeth Marina / Portavoz

[dropcap]E[/dropcap]stereotipos, educación, maternidad, familia, machismo… las chiapanecas siguen enfrentando muchas de las cuestiones sociales y culturales que invaden y complican día a día el camino a una igualdad real. Eso lo sabe muy bien Magnolia Solís López, presidenta del Grupo de Mujeres y Universidad A.C., por ello, desde su propia experiencia y con su trayectoria a la espalda busca inspirar a niñas y jóvenes a salir adelante a través de la educación.
«Somos capaces e inteligentes. Enfrentamos la vida con pasión y entusiasmo, nuestra mirada siempre está fija en la meta, viendo hacia adelante. No nos dejamos intimidar por los retos y obstáculos que se presentan en el camino, todas tenemos las herramientas para enfrentarnos y vencer…», son las palabras de esta mujer oriunda del municipio de Arriaga.
Aunque con carencias económicas, fue criada en el seno de una familia numerosa y unida. Su padre y su madre son su mayor inspiración; gracias a su ejemplo ha logrado alcanzar sus metas, vencer cada obstáculo y enfrentarse a cualquier persona que dude de sus capacidades.
Desde muy joven rompió con los estereotipos de género. Fue la única mujer —de 40 alumnos— que concluyó la carrera técnica en maquinaria y herramienta en su lugar de origen y una de las tres mujeres que egresaron de la carrera de Ingeniería Industrial del Instituto Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez en 1991.
Se identifica a sí misma como inquieta, perfeccionista, ordenada y de carácter fuerte pero cariñosa y humanitaria. Sus dos hijos son su motor, quienes la impulsan a dar su mayor esfuerzo y por quienes estaría dispuesta a dar la vida, esa vida que ella dice «estar viviendo a plenitud».
Su oficina le hace honor a su autodescripción. Es un espacio en el que reina el orden, poco ostentoso y acogedor. Mientras charlamos hace un recogido a su abundante cabellera rizada, orgullosa porta una blusa típica de Chiapas que con sus intensos colores resalta su tez morena. Sus ojos y sonrisa dejan al descubierto su paz interior.
Cuenta que pesar de todas las adversidades nunca desvió la mirada, rechazó las críticas y no se dejó convencer por quienes afirmaban que casarse y ser madre era la mejor alternativa que tenía. Por el contrario, se retó a ella misma.
A la edad de 13 años inició la búsqueda de un camino que demostrara a su familia y a la misma gente del pueblo que toda mujer es libre de elegir y perseguir sus sueños, más allá de las carencias económicas o las criticas sociales que puedan existir.
Muestra de ello es que la lluvia, el viento o cualquier condición climática nunca representó un impedimento para que Magnolia dejara de viajar un solo día a la secundaria que se encontraba a 25 kilómetros de la Pesquería La Gloria, donde vivía.
«Aún recuerdo que, siendo unos niños, viajábamos desde las 5 de la mañana para ser puntuales, dormíamos en las bancas y esperábamos a que dieran las 7 para tomar las clases, esa era nuestra rutina de todos los días, llegábamos a casa a las 3 de la tarde, hacíamos la tarea y ayudábamos a nuestros padres con las actividades del día, esas experiencias te hacen más independiente, más fuerte.»
Sin embargo, aún le faltaba un largo recorrido. Se mudó a la capital del estado, ingresó al Instituto Tecnológico y estudió una ingeniería. En aquel entonces, eran sólo ocho mujeres desafiando las miradas, burlas y señalamientos de algunos docentes y alumnos que pensaban que una mujer no encajaba en ese ambiente.
«Aprendí a soldar, a trabajar con los buriles, a fundir y en ese momento supe que estaba en la carrera correcta. Aun cuando he trabajado toda mi vida en educación le tengo un profundo amor y respeto a mi profesión.»
Fue así como en el año de 1991 se convirtió en la primera ingeniera de su pueblo natal –y parecer la única a la fecha– lo que la hace sentir orgullosa y, sobre todo, motivada a impulsar a las niñas y jóvenes de los lugares más lejanos y necesitados del estado a no rendirse en la búsqueda de alternativas para lograr una vida plena, con mejores oportunidades.
«Me encanta llegar e invitar a las niñas a que seamos felices, demostrarles que nosotras podemos responder a cualquier área que nos asignen, que comprendan que estamos para vivir la vida a plenitud, sin arrepentirnos de nada. Una mujer a medida que se prepare bien y estudie se abrirá muchas puertas en la vida, hay que enfrentarnos al mundo y buscar realizarnos como mujeres, como seres humanos.»
Los años han pasado y los frutos de sus esfuerzos están a la vista de todos. Magnolia tiene una Maestría en Administración en la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach) ─donde también laboró durante 12 años como docente─ y un Doctorado en Desarrollo Sustentable que finalizó en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), lugar en el que actualmente se desempeña.
Aunque ya no es la misma que hace 32 años llegó a Tuxtla Gutiérrez, sigue siendo de carácter fuerte y firme. Puede voltear hacia el pasado sin remordimientos y ver al futuro con la esperanza de ayudar a más niñas a terminar una carrera profesional y dejar a un lado los estereotipos de género, que asegura, siguen presentes, sobre todo en los pueblos más pequeños de Chiapas.
Esa tarea la realiza a través del Grupo de Mujeres y Universidad A.C, organización que desde el 2012 tiene como principal objetivo ayudar y motivar a la mujer universitaria, originaria de comunidades vulnerables, a enfrentar sus miedos y salir adelante.
«Las mujeres somos el motor de la sociedad, debido a las representaciones sociales o el machismo, nos convertimos en objeto de burlas que nos frenan, nos ponen un alto para continuar tras nuestros sueños, es por esa razón que junto a 13 mujeres comprometidas creamos este grupo de apoyo para todas las jóvenes que necesiten de un empujoncito para llegar a ser grandes.»
A pesar de las actividades que como profesionistas, madres y en algunos casos, esposas, tienen que realizar, estas mujeres se organizan para visitar a una comunidad, impartir cátedras, hacer acopio de víveres e impartir conferencias para promover las actividades que realizan.
La asociación no está peleada con el género sino con la falta de reconocimiento de la mujer en Chiapas, «también apoyamos a hombres porque esto no se define por el sexo, lo que queremos es ganarnos la confianza de las chicas, asesorarlas para que puedan tomar mejores decisiones, sabemos que como jóvenes se enfrentan a una serie de conflictos emocionales que en algunos casos nos orillan a tomar decisiones erróneas que nos privan de tener la oportunidad de crecer en el ámbito laboral, justamente eso es lo que queremos evitar».
Magnolia asegura que una boda o un embarazo no tienen por qué ser obstáculos que impidan a las mujeres desarrollarse en la vida profesional, «tienen que defenderse no dejarse pisotear por las culturas de sus pueblos, ser conscientes y responsables de sus actos. Ser mujer es ser comprometida, competente para un futuro mejor para su estado sin perder sus raíces y tradiciones».
Queda mucho por hacer para lograr la igualdad. Sin embargo, es por mujeres como Magnolia, que no se han quedado de brazos cruzados, que las barreras sociales y las más arraigadas normas sociales discriminatorias pueden venirse abajo. No obstante esta tarea es de todas y todos.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *