Chiapanecos de segunda / Álvaro Robles Cameras

Papa Francisco, gente de adeveras

Al Papa le gusta la gente. Se acerca a ella, escuchas sus historias, se enternece y puede ser muy cariñoso. Pero propio de estas personas, no les falta carácter para decir lo que piensan, así lo hagan bajito, su firmeza sacude y paraliza a los poderosos.
El viernes 12 de febrero salió rumbo a Cuba (escribí esto al medio día de su arribo) donde está previsto un encuentro histórico con el patriarca ruso Cirilo Kirill y de ahí en la noche llegaría a la ciudad de México. Ya es costumbre que, una hora después de partir de Roma, el papa Francisco se acerque a la parte trasera del avión y hable con los periodistas algunas palabras para agradecerles el trabajo y desearles un buen viaje. A los comunicadores que cubren los viajes papales al extranjero, ya sea de forma habitual o esporádica, les sigue sorprendiendo el interés de Bergoglio por cada historia que le cuentan.
En su vuelo a Cuba le regalaron un gran sombrero mexicano y no faltó quien prefirió entregarle unas deportivas grises del número 43 «para que pasee a gusto por México», hasta el periodista colombiano que le reclama que vaya a su asolado país «Estoy dispuesto a cumplir mi palabra», confirmó el Papa, «si se afianzan y consolidan las negociaciones, le prometo que en 2017 voy a Colombia».
Bergoglio dijo que el miércoles pasado, a la salida de la audiencia, la periodista mexicana Valentina Alazraki le regaló un lote completo de las películas de Cantinflas. «Me hizo entrar en México por el túnel del tiempo». El Papa dijo también que su «deseo más íntimo» es postrarse ante la virgen de Guadalupe: «Porque hay un misterio que ni la ciencia puede contestar. Hasta los ateos mexicanos se sienten guadalupanos».
Ello nos permite comprender su sentido humanitario, antes que religioso, y del contexto del discurso del Papa que pronunció ante el congreso gringo el año pasado, que no solo fue un hecho histórico, por ser la primera vez que el jefe del Estado Vaticano se dirige a ese órgano legislativo, sino que tuvo un profundo significado simbólico, porque por un lado, estaba el sencillo «Papa del pueblo» Por el otro, la representación de una sociedad poderosa y arrogante, controlada por intereses financieros y llena de integrantes que piensan que el dinero, la nacionalidad o el color de la piel, son los modos para medir el valor de los seres humanos. Este discurso adivinaba lo que en el fondo buscaba y propugnaba: romper con el cerco económico a Cuba. Sus gestiones y maniobras silenciosas rindieron buenos frutos, ante la monolítica sociedad gringa.
El Papa tenía para esa ocasión el reto de dar un discurso que encontrara el terreno común entre el César y Dios. Tenía que ser cauto, pero sin renunciar a su autenticidad como representante moral de millones. Para generar empatía y entendimiento, usa como hilo conductor los símbolos de sus anfitriones: cuatro líderes estadounidenses. Usó dos líderes que toda su audiencia conoce y admira profundamente: Abraham Lincoln y Martin Luther King y dos líderes que tal vez no toda la audiencia conocía, pero que son estadounidenses católicos destacados en la historia: Dorothy Day (una activista social de la era de la Gran Depresión que luchaba por los pobres) y Thomas Merton (un monje y filósofo que abogaba por el entendimiento entre las religiones del mundo). El diario español El País resume puntualmente la pretensión del Papa: Libertad (Lincoln), inclusión (King), justicia social (Day) y tolerancia (Merton)
Echando mano de cuatro grandes referentes morales intrínsecamente asociados al «American dream», le recuerda a los estadounidenses los valores que tienen como sociedad; valores que los han hecho la gran nación con la que mucha gente sueña. Con esta base sensibilizadora el Papa habló de la migración:
«[…] las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos? No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. […]Recordemos la regla de oro: «Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes» (Mt 7,12). Esta regla nos da un parámetro de acción bien preciso: tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros.»
Por eso originalmente el Papa quería ir a Tapachula y no a San Cristóbal. No era pues, un viaje de placer, ni de turismo, sino de expresar un mensaje que ayudara a construir tolerancias necesarias y empatía para cualquier humano, sin importar su origen, credo o status. El Papa es básicamente un político, así su marco sea la fe y el poder intrínseco. Pero es innegable que su actuar, amén de la diatriba a ultranza de los ateos, sea de las más significativas de los últimos siglos. Él y Juan Pablo II son sin duda, dos Papas singulares, que se bajan de la carrozas y miraron más allá de las paredes del Vaticano. Ahora en México, nos previenen los periodistas italianos, tendrá empacho en recetarnos que debemos velar por el bien común y proteger al débil.
Sobre su arribo a México, el vaticinio de generadores de opinión es el siguiente, que dejaremos para confrontarlos después con lo que pase en las siguientes horas:

Padre David Fernández, rector de la Universidad Iberoamericana:

«Francisco no permanecerá impasible, tendrá palabras críticas» México vive una situación excepcionalmente delicada. Hay una crisis de derechos humanos, un deterioro medioambiental muy importante y una mala situación económica. En este contexto, el discurso del Papa significará un aliento para el pueblo y al mismo tiempo una mirada crítica sobre lo que ocurre. Francisco no permanecerá impasible; tendrá palabras críticas. Para los sectores de base, abiertos y progresistas, será un motivo de alegría, y para los más tradicionales, una oportunidad para comprender y abrirse.

Soledad Loaeza, profesora del Colegio de México

«La Iglesia católica se está convirtiendo en una más La Iglesia que se encontrará el Papa en México es pobre, necesita de la ayuda del Estado y ha quedado lastimada por el escándalo de los Legionarios de Cristo. A todas luces, atraviesa un momento muy complicado. La vida de los mexicanos es cada vez más secular y está dominada por la cultura popular estadounidense, que no es precisamente católica. Y además tiene que hacer frente a un crecimiento de las iglesias protestantes más fuerte que en Brasil. Yo diría que la Iglesia católica se está convirtiendo en una más.

Alejandro Díaz, profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey

«El Papa usará gestos para clarificar su doctrina» La visita del Papa viene marcada por la agenda social. La migración, la pobreza, la desigualdad y la injusticia son sus temas. Durante su estancia, es casi seguro que habrá críticas veladas, pero no señalamientos particulares. Su discurso se basa no sólo en la palabra sino en el uso de imágenes plásticas, en gestos que clarifican su doctrina.

Bernardo Barranco, sociólogo especializado en religión

«Al Papa no le gusta que le usen políticamente» La visita del Papa ha sido largamente esperada. Ya al inicio del Pontificado, el presidente Enrique Peña Nieto le invitó a venir. Pero no todo ha sido una luna de miel. Hubo algunos momentos ríspidos. Con Ayotzinapa, el Papa habló dos veces del tema y envió a su nuncio a oficiar misa y consolar a los padres de las víctimas, lo que incomodó al Gobierno. Luego vino la polémica por el uso del término mexicanización en referencia a la deriva del narco en Argentina. Eso molestó y tuvo respuesta oficial del Ejecutivo. Es evidente que al Papa no le gusta que le usen políticamente, por eso ha elegido lugares difíciles como Chiapas, Michoacán o Ciudad Juárez. Con este viaje, va estar en la palestra internacional.

Veremos dijo el ciego.

Mail: alvarorobles1303@gmail.com

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