En Chiapas, DDHH son «pisoteados»

Las continuas violaciones mantienen a la entidad en la tercera posición del país el con mayor número de quejas

Julieth Rodríguez/Portavoz

[dropcap]C[/dropcap]hiapas es la tercera entidad que ha reportado más violaciones a los derechos humanos, de acuerdo con el Sistema Nacional de Alerta de Violación a los Derechos Humanos; le siguen en el listado, Tamaulipas y Oaxaca, mientras que la que lidera el conteo es la Ciudad de México.
Los datos contenidos (datan de 2016) en este instrumento de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) revelaron que la capital del país registró 2 mil 255 quejas por violaciones cometidas por autoridades federales; la segunda entidad con más registros es el Estado de México con 751; y en tercer escalafón se sitúa la entidad con 532 quejas.
De esas, 197 quejas son contra un órgano administrativo desconcentrado de prevención y readaptación social de la Secretaría de Gobernación, que no se especifica; 110, contra el Instituto Nacional de Migración; 48, contra el Centro Federal de Readaptación Social número 15 de Villa Comaltitlán. El resto las concentran diversas dependencias pero ésas tres concentran la mayoría de las quejas.
Además, de los cuatro hechos violatorios considerados por la CNDH como de mayor impacto a nivel nacional, Chiapas figura en tres con dos casos de privación de la vida, dos de tortura y 30 por trato cruel, inhumano o degradante. El cuarto hecho violatorio y el único donde la entidad no tiene presencia es la de la desaparición forzada o involuntaria de personas.
Esto refleja el débil panorama acerca del respeto de los derechos humanos en la entidad, que además sigue manteniéndose como aquella con menor índice de desarrollo humano, según estudios del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (informe «Niñas y niños fuera de la escuela»). Esto quiere decir que los chiapanecos no tienen condiciones para atender sus necesidades fundamentales, de las que se derivan los derechos humanos. Pero ¿por qué son importantes?

Importancia de los DDHH

El libro «Cartilla Ciudadana» (2015) —de los especialistas Silvia Conde Flores, José Luis Gutiérrez Espíndola y María Concepción Chávez Romo— enumera tres motivos por los que el respeto y el ejercicio de los derechos humanos son primordiales.
En primer lugar, los derechos humanos permiten comprender que todas las personas comparten un conjunto de necesidades fundamentales porque sólo es posible vivir dignamente cuando éstas se satisfacen. Esta condición se da sin importar la diversidad de orígenes, culturas, contextos geográficos o formas de gobierno en las que se desenvuelven las personas.
La segunda razón es que favorecen la toma de conciencia acerca de la amplia gama de necesidades fundamentales de los seres humanos, en particular los derechos de ejercer las libertades de información, expresión y participación.
El tercer motivo por el cual los derechos humanos son relevantes en la vida de las personas y en el fortalecimiento de la democracia es que habilitan en lo individual y de forma colectiva para exigir a las autoridades el respeto a esos derechos y el cumplimiento de sus obligaciones.
De esta manera, los derechos humanos mejoran las posibilidades de que la ciudadanía se haga escuchar en el espacio público, defienda sus intereses y haga visibles sus demandas. No obstante, muchos desconocen cuáles son esas necesidades fundamentales de las que se derivan los derechos humanos; en total son nueve: de subsistencia, salud, entendimiento, protección, participación, comunicación, así como socio-afectivas, de ocio y creación e identidad.
Cumplir o satisfacer estas necesidades dieron origen a los derechos humanos a la alimentación, a la vivienda, a un medio ambiente sano, a la vida, a la salud, a la educación, a la información, a la seguridad y protección, a no ser molestado en el domicilio o en sus pertenencias.
Asimismo, a los derechos de asociación, de petición, de votar y ser votado y de ejercer su libertad de expresión; los sexuales y reproductivos, de no ser discriminado por su preferencia sexual, a una vida libre de violencia; a ejercer su libertad de cultos y religiosa; de acceso a la cultura; a tener un nombre y una nacionalidad, a pertenecer a una cultura y a expresarse en su lengua materna; así como de construir una identidad personal y colectiva libre de prejuicios.
Los expertos hacen hincapié en que los derechos humanos no sólo tienen qué ver con cubrir las necesidades materiales o físicas de las personas, sino también las emocionales e intelectuales, que incluso son denostadas por los propios individuos. Explican: «Las enormes privaciones a las que están sometidas muchas personas pueden provocar que no sean conscientes de ciertas necesidades, como las de ocio, educación o participación.
«Todas las personas que empeñan todo su tiempo y esfuerzo en ganar lo suficiente para no morir de hambre se hallan tan absortas en su lucha por sobrevivir, que probablemente no piensen en el descanso o el acceso a la cultura como necesidades propias, quizá vean estas actividades como un lujo inalcanzable pero no como parte de sus necesidades fundamentales». Sin embargo, el Estado está obligado a cumplir con estos derechos y generar las condiciones para que los individuos los satisfagan.
Asimismo, abordan la discrepancia que hay entre países respecto a desarrollo económico y pobreza de sus habitantes pues aseguraron, que un país sea próspero en sus finanzas pero amplios sectores de su población viven en «insultante» pobreza, se trata de «un fracaso rotundo» en la materia pues «el verdadero desarrollo favorece que la gente viva más, con mejor calidad de vida». Que Chiapas se ubique como el menor estado con IDH, indica que en efecto, su gente no tiene la calidad de vida que merece pues no tiene posibilidades de satisfacer con efectividad sus necesidades fundamentales.

Organización, la clave

Esto devela una situación más preocupante pues si los chiapanecos no cuentan con las condiciones para cubrir sus carencias tanto materiales como afectivas e intelectuales, quiere decir que no se les está reconociendo como sujetos con derechos humanos. «La adecuada satisfacción de tales necesidades únicamente es posible ahí donde las personas son titulares reconocidos de derechos humanos y están en capacidad real de ejercerlos»; según las cifras, esta sentencia no se cumple en este territorio.
¿De qué manera puede abonarse para revertir estas condiciones? Los autores consideran que parte de la clave es la organización: «Si la gente no se organiza para expresar públicamente sus puntos de vista, es probable que no sea tomada en cuenta. Ahí donde no existen o no se respetan los derechos civiles o políticos, la gente no tiene modo de defender sus intereses, no tiene voz ni poder y, en consecuencia, suele «pagar los platos» por decisiones de las autoridades y de los grupos de poder».
También advirtieron que aquellas sociedades en las que el disenso (cualquier forma de desacuerdo que se expresa a través de medios no violentos) es castigado y las organizaciones civiles independientes están prohibidas o son hostigadas, la ciudadanía está desarmada ante los abusos del poder porque no puede hacer valer sus puntos de vista.
«Podemos afirmar que en la promoción, el ejercicio, el respeto y la defensa de los derechos humanos forman al ciudadano, lo constituyen en un protagonista, un sujeto con poder y capacidad de transformar sus circunstancias e intervenir en la construcción de una sociedad justa, en la que todas las personas puedan alcanzar una vida digna».

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