El administrador de la Diócesis de Tapachula, Agripino Méndez Victorio, destacó que la crisis de inseguridad y violencia no solo afecta la seguridad física, sino también el tejido social y espiritual de las comunidades
Aquínoticias Staff
Chiapas, un estado alguna vez reconocido por su riqueza cultural y su relativa tranquilidad, vive hoy un oscuro capítulo de violencia, inseguridad y muerte, según denunció Agripino Méndez Victorio, administrador de la Diócesis de Tapachula. En un contundente mensaje, el líder religioso lamentó cómo las ambiciones desmedidas han transformado comunidades que antaño eran espacios seguros y solidarios.
“Los caminos, calles y avenidas que antes recorríamos con tranquilidad ahora son escenarios de inseguridad, violencia y muerte”, señaló Méndez Victorio, destacando el impacto devastador en la vida cotidiana de los chiapanecos.
El administrador diocesano afirmó que el panorama actual refleja una descomposición social marcada por el crimen organizado, las adicciones y la ambición desmedida, que han contaminado incluso a miembros de las propias comunidades.
“Son incontables los muertos, los desaparecidos y aquellos esclavizados por las drogas, el alcohol y los placeres. Incluso algunos agentes de pastoral han caído en este abismo, deambulando como zombies por comunidades donde antes fueron gente buena y productiva”, añadió.
Méndez Victorio también denunció que el comercio, antes visto como un servicio para el bienestar colectivo, ahora responde al egoísmo y la codicia. “La ambición ha envenenado la vida de las personas, y a los demás se les ve como enemigos, mercancías o medios para ganar dinero”, dijo.
En regiones del estado, lo que antes era una convivencia comunitaria segura se ha transformado en un escenario de miedo y violencia constante. Los conflictos entre grupos criminales, la impunidad y el vacío de autoridad han generado una realidad en la que los ciudadanos temen por su seguridad y la de sus familias.
El administrador de la Diócesis de Tapachula destacó que esta crisis no solo afecta la seguridad física, sino también el tejido social y espiritual de las comunidades:
“Caminamos en medio de tinieblas que tienen rostro de violencia y muerte”, sentenció Méndez Victorio.
Méndez Victorio hizo un llamado urgente a la reflexión y a la acción, tanto a las autoridades como a los ciudadanos, para combatir las raíces de la crisis: la ambición, la indiferencia y la deshumanización. “Hemos desfigurado lo que Dios ha hecho para nosotros, permitiendo que nuestras comunidades se conviertan en espacios de inseguridad, violencia y muerte”, concluyó.
Con información de Diario del Sur