Chiapas siente el dolor de Ayotzinapa, porque conoce ese sentimiento / Hector Estrada

Ni el «mediáticamente-oportuno» primer caso de chikungunya en Chiapas pudo mermar el impacto social de las movilizaciones ciudadanas que se realizaron este fin de semana en la entidad chiapaneca en apoyo al caso de Ayotzinapa, donde participaron padres de los 43 estudiantes desaparecidos.
Desde el pasado viernes arribó a Chiapas el contingente procedente de Iguala, Guerrero, para iniciar en la entidad una serie de manifestaciones pacíficas que no tardaron en sumar a decenas de ciudadanos en San Cristóbal de las Casas y Tuxtla Gutiérrez en un clamor que cada vez suma a más personas arrancándolas de la pasividad social.
Y es que, Chiapas no es cualquier fracción de territorio para la República Mexicana en lo que a los movimientos sociales se refiere. Con todo y sus carencias socioeconómicas, la entidad sigue siendo un referente nacional que mantiene latente el reclamo de justicia social. Por eso en Chiapas Ayotzinapa resuena con más eco.
Ya el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) anunció este mismo fin de semana su postura de apoyo a los padres de las víctimas y la solicitud practicante generalizada de encontrar y presentar a los 43 estudiantes desaparecidos. Además de terminar con las mentiras y descalificaciones oficiales hacia la movilización ciudadana.
Ayotzinapa es un tema que innegablemente se ha salido de las manos de las autoridades, un asunto que indigna y que por ningún motivo puede terminar acumulado en los archivos que resguardan casos tan vergonzosos como Acteal y otros tantos antecedentes registrados en Chiapas y entidades igualmente sumidas en el rezago.
Por eso no debe extrañarse que el dolor de Iguala resuene tanto en esta tierra, porque se comprende, se entiende y se conoce. En Chiapas la empatía hacia el dolor guerrerense es más espontánea y entrañable que en el resto del país.
Ojalá los encargados de procurar justicia en México está vez no cometan los mismos errores del pasado y decidan ofrecer respuestas creíbles, resultados que garanticen al menos una fracción de justicia y eviten sumar otro expediente más a las tantas razones de odio y descrédito que hoy cargan a cuestas.

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