Chiapas, un «hogar» temporal para africanos

A diferencia de la mayoría de los centroamericanos, las personas procedentes de África consiguen un documento que les permite estar en el país de manera legal durante 30 días mientras consiguen el dinero suficiente para continuar su viaje a los Estados Unidos

Julieth Rodríguez/Portavoz

[dropcap]E[/dropcap]l pesado tránsito se ha detenido justo en hora pico en el cruce que conforma la 9ª Avenida Sur y la calzada Samuel León Brindis. El calor apabulla y el sol reluce con fuerza sobre cada superficie; lastima las pieles. Hay una en particular que sobresale por su oscuridad. La esbelta y larga figura está de pie sobre el camellón, mientras a sus espaldas carga una repleta mochila de viaje. De su expresión impávida, contrasta la blancura de sus globos oculares pues la negritud de su tez se extiende pulcra desde la mollera de su cabeza hasta la punta de sus arácnidos dedos. Su tono es más profundo que el del café que por las mañanas se bebe, es aún más intenso.
En diciembre de 2016, las autoridades migratorias se vieron rebasadas ante la oleada de migrantes procedentes de países como África y Haití que Chiapas recibió en meses anteriores.
De acuerdo con cifras que proporcionó en octubre de 2016 el Instituto Nacional de Migración (INM) —dependiente de la Secretaría de Gobernación—, más de 20 mil africanos ingresaron a territorio mexicano por medio de la frontera de México con Guatemala, en un periodo de dos meses; se preveía un incremento en la cifra. Hasta esa fecha, el INM había extendido 12 mil 500 permisos para que algunas de esas personas se trasladaran de manera segura por el país.
César Augusto Cañaveral Pérez, de la Pastoral de Movilidad Humana de la Diócesis de Tapachula, en entrevista para Excélsior informó que era evidente no sólo la presencia de ciudadanos africanos en Chiapas, sino también de la república de Haití y de Cuba.
Asimismo, el diputado federal por el distrito 12 Tapachula, Samuel Chacón Morales, admitió que existía incertidumbre respecto a si llegarían más personas de estas nacionalidades; asimismo, que no había un registro o control de su número.
«Los migrantes están pasando por Chiapas y ya llegaron al norte del país donde ya se está rebasando el control que deben tener las autoridades», declaró en esa oportunidad.

¿Dónde y cómo?

De acuerdo con el documental «África, where are you from? Personas de origen africano en la frontera Sur de México. El Caso de Tapachula, Chiapas», del antropólogo social Jaime Horacio Cinta Cruz, la población de al menos 35 países de los 54 que conforman el continente africano han tenido presencia en Chiapas.
De 2007 en adelante, han sido más los provenientes de Eritrea, Etiopía, Somalia, Ghana, Nigeria y Camerún; en los últimos cinco, de la República Democrática del Congo; le siguen los de Senegal, Guinnea Bissau y Guinea.
Para llegar a Chiapas utilizan diversos medios, consigna el especialista, pero los más utilizados son la vía aérea y marítima para llegar a algún país de América del Sur, principalmente Brasil, Argentina y Ecuador. Los migrantes en situación irregular caminan prolongados tramos como el paso del Darién—un bosque tropical silvestre que tiene entre 100 y 160 kilómetros de longitud—, en la frontera de Colombia con Panamá.
Una vez ahí, caminan hacia el norte para librar Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala, antes de internarse en territorio mexicano a través de Chiapas, por el río Suchiate. La próxima ciudad es Tapachula, desde donde saldrán con rumbo a Tijuana para cruzar hacia su destino, los Estados Unidos.

Ciudad de camino en el mapa

La capital del estado se trata sólo de un punto de paso para todo tipo de migrantes; en el caso de estos intercontinentales, se les ha visto en grupo por las inmediaciones de la 9ª Sur, los parques «5 de Mayo» y de la Marimba, sobre la 1ª Norte, entre 8ª y 7ª Poniente, entre otros puntos.
Es casi medianoche. Doblando la esquina, a unos cuantos pasos, dos varones y una mujer permanecen debajo de un almendro, frente a un hotel. Hablan un idioma ininteligible pero rítmico; al parecer tratan de llegar a un consenso pero uno advierte la mirada indiscreta de los transeúntes; la evade y los tres continúan la conversación en tono más bajo, con su equipaje a cuestas.
Tuxtla es ciudad de pernocta de muchos extranjeros y está considerada dentro de uno de los tres microterritorios (norte, centro y sur) de migración identificados en 2014, por la organización civil chiapaneca Formación y Capacitación (Foca), que estudió 25 «pasos ciegos» en tierra para el flujo de viajeros.
La directora de Foca, Diana Damián Palencia, consideró que el más seguro es el microterritorio norte, que abarca de Santa Cruz Barillas (Huehuetenango, Guatemala) a Comitán de Domínguez o Palenque debido a tres factores: los prestadores de servicios han expresado mayor empatía hacia los migrantes; la zona geográfica es menos montañosa; y los delincuentes no actúan de manera abierta «por así convenir a sus intereses».
Atribuyó la baja en el flujo migratorio del microterritorio sur —que comprende de Tectitlán (Guatemala) a Tonalá y Arriaga (Chiapas)—, a la alta incidencia de extorsiones tanto por parte de criminales como de autoridades.
La misma circunstancia se repite en el microterritorio centro —que va de Jacaltenango (Guatemala) y pasa por Venustiano Carranza, Chiapa de Corzo y Tuxtla Gutiérrez—, donde es alta la presencia de corporaciones policiacas y de retenes del Instituto Mexicano de Migración (INM).
No obstante, para tomar la ruta denominada la «del Altar» (Sonora), el viaje consiste en abordar transportes turísticos de aquellas empresas que organizan viajes semanales de Chiapas a Tijuana (3 mil kilómetros por carretera), aunque estén mayormente sujetos a revisiones que efectúa el personal del INM o la Policía Federal.
Esta conclusión coincide con el trabajo de Thelma Gómez Durán para el Proyecto «En el Camino», implementado por la Red de Periodistas de a Pie con el apoyo de Open Society Foundations, en el que informa: «En Tuxtla Gutiérrez funcionan los «tijuanas», camiones turísticos que cruzan el país para llegar a las metrópolis de la frontera norte».
En la capital del estado, en efecto, algunas de las compañías que hacen estos viajes tienen su base en el estacionamiento del Mercado de Los Ancianos (9ª Sur y 15ª Oriente) y alrededores, tal es el caso de otras localizadas sobre la 15ª Oriente, entre Avenida Central y 8ª Sur.

«La Perla» en el viaje

Mientras que Tuxtla Gutiérrez se trata de una ciudad de paso para la migración, Tapachula se ha vuelto estancia temporal; además, en el caso de los africanos y otros migrantes intercontinentales, ahí tramitan el salvoconducto en la Estación Migratoria «Siglo XXI» del INM, que les permite transitar libremente por la República Mexicana y salir de la misma por cualquiera de sus dos fronteras.
De acuerdo con cifras oficiales de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, en un periodo de ocho años (desde 2007 a 2015), más de 7 mil de personas de origen africano habían transitado por esta ciudad, «como parte de una migración forzada que tiene como destino final Estados Unidos o Canadá»; antes de «la ola» que se suscitó en 2016.
Cinta explica en su estudio «Migración de africanos a su paso por Tapachula, Chiapas, a principios del siglo XXI: una exploración al uso de redes sociales y de apoyo en la migración» (2014), que la travesía para llegar a esta demarcación es costosa y riesgosa para esta población. Por este viaje pagan hasta 15 mil dólares y en el camino pueden perder la vida.
Asimismo, explica que su afluencia ha permitido el florecimiento de ofertas comerciales para satisfacer las necesidades de los viajeros, como cibercafés, hoteles, casetas telefónicas, peluquerías y restaurantes ubicados en la zona centro, que además «se han establecido como puntos de reunión de estas personas». De ahí que sea usual verlos en el centro de Tapachula, en las inmediaciones del Parque «Miguel Hidalgo», sobre todo en la 8ª Avenida Sur. No obstante, muchos no saben hablar español y evitan relacionarse con los nativos.
En ocasiones, una vez en esta ciudad, mujeres y hombres de origen africano se entregan de manera voluntaria a la estación migratoria «Siglo XXI» para obtener el permiso de salida de México que tiene una vigencia no mayor a 30 días; ese periodo es equivalente a lo que algunos han tenido que esperar para obtenerlo.
Sin embargo, tras la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, ha sido perceptible una disminución en el ingreso a México de africanos y migrantes en general, de acuerdo con lo declarado a los medios por el secretario de la Frontera Sur y Enlace para la Cooperación Internacional, Adolfo Zamora Cruz, se debe al desánimo generalizado que provocan las políticas migratorias que impulsa el mandatario estadunidense.
Así como se han encontrado con establecimientos donde han procurado su atención, como la fonda de «Doña África», una mujer humilde que ha adecuado su menú a las peticiones de los africanos, los de esta nacionalidad y otras distintas a la mexicana han tenido que afrontar la discriminación. Medios nacionales como Excélsior dieron a conocer que empresas transportistas denominadas popularmente como «tijuaneras» no acceden a venderles boletos para trasladarse al norte. Su argumento, «es que transportarlos genera conflictos con los pasajeros y el chofer».
De acuerdo con un sondeo que el antropólogo social Jaime Cinta documenta en audiovisual, algunos tapachultecos consideraron un riesgo sanitario la presencia de personas africanas o haitianas en su ciudad. Temían que pudieran traer enfermedades como el ébola e incluso algunos adujeron que los virus de zika y chikungunya habían venido con ellos; otros más asumieron que comprometían «la salud, higiene y seguridad». Ello evidenció, además de la desinformación, una tendencia xenofóbica por parte de algunos chiapanecos.

Huyen de violencia

Llegar a Estados Unidos, para estos migrantes intercontinentales representaba la posibilidad de solicitar su estancia en calidad de refugiados. En el documental «África, where are you from?», se asienta que las personas de origen africano que llegan a Tapachula han huido de la violencia generalizada en sus propios países de origen; algunos testimonios recabados evidencian como causa del éxodo forzado las guerras civiles, como las de Somalia; gobiernos dictatoriales, como el de Eritrea; las masacres en El Congo y los conflictos religiosos en Nigeria.
Esto es coincidente con las apreciaciones que se vierten en «Tapachula: primer refugio mexicano para nuevos migrantes «extracontinentales»» [forma parte del proyecto En el Camino, realizado por la Red de Periodistas de a Pie con el apoyo de Open Society Foundations]. Ahí se relata la historia del camerunés Bonifacio, quien huyó de su tierra natal, luego que fuera golpeado casi hasta la muerte, por la policía debido a su trabajo en favor de los derechos de homosexuales.
También se cuenta la vida de Ismael: «»No sé si mis familiares están vivos o muertos», confiesa. Hace un año vivía en Sudáfrica cuando disputas raciales destruyeron su negocio, poniendo en riesgo su vida. En pánico, su esposa e hijos huyeron de regreso a Somalia sin avisarle. Ismael le pagó a un contacto de Kenia, llamado Johnny, 5,000 dólares a cambio de un pasaporte falso y un boleto de avión a Brasil».
El panorama en México no es muy distinto, según una revisión hemerográfica del último año; se enfrentan al hambre, robo, agresiones, extorsiones por parte de «polleros» o las mismas autoridades y a la violación de sus derechos humanos. No obstante, la solicitud de asilo creció 164 por ciento de 2013 a 2015, según cifras de la Agencia de la ONU para los Refugiados; podría ser mayor pero pocos saben que México puede brindar refugio o asilo político y el mismo país calla al respecto, no promueve su territorio como «santuario» para extranjeros; tampoco tiene las condiciones para hacerlo.
The Huffingtonpost, en su artículo «Migrantes y refugiados en México: políticas de control vs. Protección», consigna que las políticas de control migratorio como el Programa Frontera Sur siguen prevaleciendo sobre la necesidad de proteger a las personas; además, aunado a que no se sabe ni se investiga si los migrantes detenidos por el INM podían calificar para la condición de refugiado, la mayoría de ellos son deportados.

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