En Chiapas, ya no esperan justicia, la toman en sus manos

Chiapas destaca por ser uno de los estados con mayor número de linchamientos consumados; especialistas atribuyen esta problemática al vacío de autoridad, la crisis de seguridad y la falta de profesionalización de cuerpos policíacos

Cristian Jiménez / Portavoz

[dropcap]E[/dropcap]l linchamiento es una práctica cada vez más común en el país; especialistas atribuyen esta problemática al vacío de autoridad, la crisis de seguridad y la falta de profesionalización de cuerpos policiacos, situaciones que han llevado a la población a hacer justicia por su propia mano.
De acuerdo con el estudio «Linchamientos en México: recuento de un periodo largo (1988-2014)» de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el estado de Chiapas ha destacado por el número de casos de este tipo, tan sólo después del Estado de México, Distrito Federal (hoy Ciudad de México), Puebla, Morelos y Oaxaca. Explica que de los 366 casos ocurridos en México en los últimos 26 años, 100 fueron actos consumados que tuvieron como resultado la muerte.
Así también lo indica un recuento realizado por el periódico de circulación nacional El Universal, el cual considera los casos ocurridos entre el 1 de enero de 2014 y el 19 de octubre de 2015, y que ubica a Chiapas como la entidad donde más se registraron linchamientos al concentrar seis de los 24 casos consumados en ese periodo en territorio nacional; le siguen Puebla con cinco, Tabasco y Oaxaca con cuatro cada uno, el Estado de México con tres, en tanto que Baja California y Quintana Roo, registraron una caso cada uno.
Este 2016 se han registrado varios linchamientos en distintos municipios de Chiapas, sin embargo no todos fueron consumados. El último caso del que se tiene registro ocurrió este sábado 3 de diciembre en San Cristóbal de Las Casas, cuando indígenas tsotsiles golpearon severamente a un turista originario de Veracruz acusado de intentar robar en uno de los comercios del mercado José Castillo Tielemans. El hombre, quien se encontraba con su familia, casi fue linchado luego de que al menos 50 sujetos lo acorralaran. La policía llegó al sitio casi media hora después.
Ese mismo día, pero en el estado de Oaxaca, se registró otro caso pero la historia tuvo otro final. La víctima fue precisamente un chiapaneco que se dedicaba a la distribución de medicinas y que fue acusado de intentar secuestrar a una joven de 15 años en la comunidad de Santa Rita, agencia municipal de San Francisco del Mar.
El hombre, originario del municipio de Ocozocouatla de Espinosa, fue detenido y trasladado a la cárcel municipal del palacio de San Francisco del Mar, sin embargo, los indígenas de ese municipio y de las poblaciones cercanas, quienes llegaron al lugar tras correrse la voz de alarma, lo sacaron para golpearlo y colgarlo de una puerta. En esta ocasión la policía se vio rebasada por la multitud.
Otros caso consumado este año en Chiapas tuvo lugar el pasado mes de mayo en el municipio de Tila, donde la población decidió tomar la justicia en sus manos y matar a machetazos a un presunto delincuente que asolaba la zona; en esta ocasión los habitantes fueron convocados mediante un aparato de sonido comunitario.

Mayor frecuencia

En el estudio «Linchamientos en México: recuento de un periodo largo», Norma Ilse Veloz Ávila y Raúl Rodríguez Guillén, investigadores de la UAM, destacan que es muy probable que casos de acción colectiva como estos se sigan registrando no sólo con mayor frecuencia, sino también con mayor intensidad, en tanto las condiciones de injusticia prevalezcan y las autoridades encargadas de brindar seguridad pública no lo hagan.
Lo anterior, a pesar de que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, especifica en su Artículo 17: «Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho».
En su investigación, los autores también se refieren a un fenómeno denominado «vigilantismo», el cual se da a partir de la formación de grupos de vigilantes en colonias, barrios y pueblos, incluso pueden ser guardias comunitarios que dan seguridad a la comunidad y que se organizan haciendo rondines nocturnos y a veces diurnos, pero éstos están organizados y cuentan muchas veces con armas.
Esta situación se ve cada vez más en municipios de Chiapas, de manera especial en la capital, donde la población ha comenzado a colgar mantas y lonas con advertencias como estas: «Ratero, ¡ya basta!, si te agarramos te vamos a linchar».
En casos como estos, aseguran, los pobladores detienen a los delincuentes, los golpean hasta causarles lesiones graves, incluso les quitan la vida.

Las opiniones

El director de la organización civil México SOS, Orlando Camacho, consultado por la agencia noticiosa Xinhua, aseguró que los episodios de linchamientos se reducirán en la medida en que las autoridades construyan instituciones de seguridad y justicia sólidas que castiguen a los delincuentes.
«Es un conjunto de cuestiones en las que tenemos que acabar con la impunidad, que es el gran cáncer de este país», señaló el directivo de la organización que promueve leyes y acciones ciudadanas en materia de seguridad.
Por su parte, Edna Jaime, directora de la organización México Evalúa, observó un deterioro en la gobernabilidad, pues consideró que existen autoridades que no funcionan.
«La función del Estado es civilizar, poner a disposición de los ciudadanos mecanismos para la solución de conflictos, generar condiciones de acceso a la justicia, y cuando esto no existe se fractura la autoridad y las personas sienten que no tienen más recurso que el uso de la fuerza o venganza por propia mano. (…) El Estado mexicano está fallando. Las instituciones de procuración y administración de justicia no están haciendo su trabajo», opinó para el diario Reforma.
El maestro en Sociología Criminalística, Mario Arroyo, considera que es tal el descrédito de las autoridades que la población ya no confía en la procuración de justicia.
«Tenemos una Policía reactiva, agentes que están buscando delincuentes, que persiguen hechos consumados. Lo que necesitamos es una Policía de proximidad, aquella que se anticipa, la que va buscando la cohesión social», planteó en entrevista para el periódico de circulación nacional.

Que quede claro

El concepto de linchamiento presente en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, en su edición de 1984, fijaba el significado del verbo linchar como «castigar, usualmente con la muerte, sin proceso y tumultuariamente, a un sospechoso o a un reo». Ya en su edición de 2001, esa obra de referencia define esa acción como ejecutar, es decir, ajusticiar, dar muerte sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o a un reo».
«El linchamiento es un fenómeno que tiene características altamente violentas, se dan con mucha celeridad, o sea son muy rápidos, se realizan de manera espontánea y por autores anónimos», detalló Rodríguez Guillén, coautor del estudio «Linchamientos en México: recuento de un periodo largo (1988-2014)».
En dicho documento, los especialistas indican lo siguiente: «Los linchamientos son agresiones y castigos infligidos a individuos a quienes se asocia con delitos de distinta gravedad como la que representa el abuso policiaco, el robo, el atropellamiento y la violación, entre otros. Faltas cometidas ya sea por civiles o individuos que ostentan cargos de autoridad. Se trata entonces de una historia de impunidades, donde el abuso, la prepotencia y la corrupción política o judicial, sumadas a la negligencia de autoridades políticas, expresan también la inoperancia del sistema de administración de justicia».

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *