El 30 de enero de 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró “emergencia sanitaria internacional” por la aparición de un nuevo coronavirus; un mes antes la ciudad china de Wuhan había reportado masivos casos de neumonía de origen desconocido. Tres años después y luego de 650 millones de personas infectadas y 6.6 millones de vidas perdidas en el planeta, el director de la OMS anunció este septiembre que “el fin de la pandemia estaba a la vista”.
El régimen del gigante asiático no parece estar seguro de ello. Fue el primer país en aplicar el encierro masivo de ciudadanos para evitar contagios por la acelerada trasmisión, y tres años después ha continuado la batalla contra el coronavirus bajo la política de “Covid cero”. Las pruebas de PCR son obligatorias en grandes centros urbanos, especialmente en fábricas, y universidades.
Entre abril y mayo de este año, Shanghái capital económica de China, ordenó el confinamiento de sus 25 millones de habitantes como medida de contención del peor brote de Covid, provocando un natural malestar por la interrupción de las actividades cotidianas, el desabastecimiento de productos básicos y pérdidas de ingresos. Además de ser una gran ciudad-fábrica, Shanghái alberga el mayor puerto chino de donde salen miles de productos al mundo entero que resintió su escasez.
Este fin de semana la indignación entró en terreno desconocido: trabajadores y jóvenes se manifestaron contra las medidas de las autoridades que obligan a mantenerse en cuarentena y a realizarse con frecuencia la prueba PCR. Amplios sectores cuestionan la política gubernamental de evitar un solo caso de contagio ahora que el mundo ha recuperado plenamente la normalidad desde Occidente hasta naciones árabes como Qatar, que alberga el Mundial del futbol con aficionados llegados de todo el planeta.
Xi Jinping quien fue ratificado como Secretario General del Partido Comunista de China en octubre y en consecuencia presidente de la nación por cinco años más, ha prometido continuar con su estrategia. Aun cuando se cuestionen las medidas adoptadas para evitar la propagación de los contagios, considerando que fue el lugar de origen del virus, su sociedad fue la menos castigada con 16 mil fallecidos reportados oficialmente, lo que habla de un manejo oportuno de la crisis sanitaria.
Los focos de las manifestaciones tienen la peculiaridad de que ahora son en rechazo a la política de “Covid cero”, en otras épocas han sido por la exigencia de mayor democracia y libertades.
El Covid no está enteramente erradicado. La confianza de Occidente de bajar la guardia puede tener consecuencias tanto en incremento de coronavirus como en influenza. Hay que seguirnos cuidando.