Matza Maranto al Museo del Café
Este agosto de 2020, el Museo del Café cumplirá once años como un espacio en donde se cuenta la importancia histórica, cultural y socioeconómica del café en Chiapas.
Esta casona construida en 1913 en Tuxtla Gutiérrez, y donada al Gobierno en 1934 por el doctor Rafael Grajales Ramos, actualmente es un punto de encuentro para el arte y la literatura donde muchos hemos tenido la oportunidad de coincidir.
Por ello, hoy que me entero de que la administración de dicho museo estará en manos de mi querida amiga, la poeta Matza Maranto Zepeda, celebro la decisión tomada por el gobernador Rutilio Escandón Cadenas y la directora del Coneculta Chiapas, Cecilia Flores.
Y lo hago, aclaro, porque conozco el trabajo de la poeta y doctorante Matza Maranto desde hace años. Y además, ojo, porque el museo (como muchos otros espacios) requiere de personas que amen lo que hacen y que entiendan la importancia de sembrar para preservar.
Con Matza nos une, de años atrás, no sólo el interés por la literatura o las coincidencias poéticas que hemos tenido desde nuestros inicios como lectores y escritores.
También lo hacen las largas horas de plática en donde hemos afianzado nuestra amistad y hemos debatido sobre temas de nuestro interés: del cine a la forma que cada uno concibe la poesía, de la política de antes a la de ahora. Pero sobre todo, creo, en ese modo en que entendemos que escribir, desde nuestras trincheras al menos, es un modo de resistencia.
Me da gusto, en verdad, que sea otra mujer talentosa la que se suma a este gobierno, pero sobre todo que a Matza le hayan dado un espacio que para muchos es importante: un punto en el que muchas veces coincidimos quienes escribimos.
Ahora que recuerdo, fue en ese museo, acompañado de la poeta Matza Maranto y el editor, librero y poeta Fabián Rivera, cuando presenté mi libro Evocación de la infancia en 2019. Fue ahí mismo, también, que junto a Fabián y la escritora Elva Macías presentamos Ajedrecístico, de la misma Matza.
Las coincidencias entre ambos han sido muchas. ¡Vaya que sí! Desde las lecturas de obra de otros escritores, los talleres y las conferencias, hasta los festivales en los que hemos tenido la oportunidad de viajar y ser representantes de esta tierra que amamos.
Tengo claro que el Museo del Café se ha distinguido por ser un espacio en el que convergen artistas, al menos desde su consolidación el 1 de agosto de 2009 según recuerdo. Sin embargo, es indispensable que esta tarea se fortalezca y éste se consolide como el punto de encuentro entre las distintas manifestaciones artísticas que se desarrollan en nuestra ciudad y que con ello se acerque más al pueblo. Justo es.
Por eso, la llegada de Matza me parece importante. Porque como escritora, como una mujer inmersa en la creación poética, como estudiosa de la literatura, tiene clara la finalidad de los museos: la importancia de conservar, investigar, comunicar, exponer y/o exhibir todo tipo de colecciones, en este caso como espacio exclusivo para el café y, también, para los encuentros de poetas, narradores, cineastas, dramaturgos, cantantes, pintores, artesanos y hasta políticos.
Sé bien que a Matza no le gustan estas cosas. Me refiero a este jardín de palabras que siembro en esta columna para ella. Pero si algo reconozco, y quería dejarlo en claro, es su constancia en este complejo mundo de la escritura que ambos entendemos como un oficio: el de leer y escribir a diario para poder crecer.
Quizá, ahora que lo pienso, mientras redacto estas líneas, algo que siempre nos ha unido con Matza es que ambos no concebimos la vida si no es mediante un juego. Cada uno, cierto es, a su modo, a su manera; cada uno, sí, desde diferente espacio.
Lo cierto es que valgan estas líneas llenas de afecto y cariño para mi queridísima Matza Maranto Zepeda. Seguro estoy que el Museo del Café verá una nueva etapa bajo su dirección y ya tendremos la oportunidad de celebrar leyendo parte de lo que hacemos.
Que alegría me da, de corazón lo digo, ver que esos espacios que uno aprende a querer, los sitios que nos cobijan en silencio, sean ocupados por gente que disfruta la vida, que ama la lectura y que alguna vez nos dijo en algún verso que «No hubo asiento de café que advirtiera quiénes éramos».
Manjar
Luego del lamentable deceso del doctor Óscar Gurría Penagos, presidente municipal de Tapachula, ha salido a flote el hambre de poder y arribismo que carcomió el principio con el que los miembros de ese Cabildo llegaron en 2018. La muestra clara es el comportamiento de Isidro Ovando Medina, mejor conocido como el doctor Chilo, un regidor que busca desesperadamente el puesto que cree le corresponde y ha impugnado la decisión del Congreso local quien nombró a Rosa Irene Urbina como presidenta municipal sustituta de Tapachula y quien podría, de proceder la impugnación, entrar a un jaloneo político como el que se vivió en el tema del municipio de Arriaga, meses atrás. Por si no recuerdan, el mismo dr Chilo es quien, en sus círculos más cercanos, era promotor del voto cruzado en 2017 a favor del presidente Andrés Manuel López Obrador y en contra del gobernador Rutilio Escandón, a quien le echó a andar una campaña de desprestigio que no le funcionó, y ahora busca su respaldo. Lamentable que quienes se decían y declaraban seguidores de los ideales del doctor Gurría sean los que ahora, tras su muerte, se muestren desesperados por ocupar su lugar. #CríaCuervos // «Confucio ha dicho que como mejor se conoce el mundo es sin salir de casa. Y no le falta razón. No es imprescindible desplazarse en el espacio; también se puede viajar hacia el fondo del alma». Ryszard Kapuscinski. #LaFrase // La recomendación de hoy: el libro Espejo humeante de Juan Bañuelos y el disco Fallen de Evanescence. // Recuerde no comprar mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.