Ser solidarios en la pandemia
Me resulta curioso cómo se han agudizado algunas críticas hacia todo lo que se mueve dentro del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Si bien éstas habían existido desde algunos frentes y de forma esporádica, de un tiempo a la fecha se han vuelto constantes y con mayor ahínco abordan temas que, incluso, han sido sacados de contexto o utilizados para el golpeteo mediático sin importar que estemos ante una contingencia de salud a nivel mundial.
Nada de qué espantarse, claro está. Este juego forma parte de la política sucia e inicua que impera en el mundo entero. Un caldo de cultivo para un país tan lleno de intereses aviesos como el nuestro. Triste, pero así es. Lo hemos visto en repetidas ocasiones y desafortunadamente lo seguiremos viendo, nos guste o no. Sin embargo, es de suma importancia no caer en la mezquindad y en la propagación de una de las nuevas enfermedades del siglo XXI, la infodemia.
Me refiero a esa enfermedad que se propaga de forma rápida, que corre como pólvora encendida y que causa daños severos. Esa que se mueve a una velocidad impresionante y cuyo contagio es alto en un país como este México tan polarizado. Porque es más fácil, aunque cueste reconocerlo, difundir una noticia falsa o a medias que una verdad. Sobre todo si de ésta se desgajan otros intereses que persiguen fines particulares en futuros cercanos.
Pongo como ejemplo el tema de los ventiladores que el IMSS Tapachula envío en calidad de apoyo a la Ciudad de México. Es un tema por demás lógico que se basa en el concepto de la ayuda. Es decir, en hacer todo lo humanamente posible para salvar a otros mexicanos como usted o como yo. Simple como eso. Sin embargo, este tema ha sido utilizado como carne de cañón para el golpeteo mediático bajo posturas que buscan incidir en el pensamiento colectivo, a través de una alteración de la realidad y de una verdad a medias, pues muestra sólo un rostro, una parte del todo.
Porque es lógico que si la Ciudad de México es la entidad federativa que alberga el porcentaje más alto de contagios por COVID-19, que si es el espacio geográfico donde la lucha es más dura y ardua, y en donde día a día se están muriendo cientos de mexicanos, todos los esfuerzos se deben enfocar en canalizar toda la ayuda que sea posible. Así, todos los estados que puedan sumarse son bienvenidos. Es parte del funcionamiento de los gobiernos democráticos.
Ver que las delegaciones del IMSS se solidarizan y coadyuvan en tratar de salvar el mayor número de vidas no sólo es un acto de institucionalidad obligatorio, sino un acto humanitario en sí. Se trata de un acto de corresponsabilidad institucional y de solidaridad pues. Se trata de un trabajo colaborativo entre los estados, entre los nosocomios, entre los delegados. Se trata de acuerdos que permitan hacer frente a esta pandemia y que van más allá de asuntos de índole personal, como se ha estado manejando.
No se trata de un desmantelamiento de las clínicas en Chiapas ni del desamparo de los chiapanecos. No veo eso por más que le busco. Y no es así porque los ventiladores están dentro del mismo IMSS. Fueron enviados a otra delegación donde se requieren con urgencia. No se vendieron ni se entregaron en canje de nada. Si nuestra entidad los llegara a requerir de forma urgente (ojalá no, por el bien de todos), como lo requiere la CdMx en estos momentos, seguramente otras delegaciones afianzarán su postura institucional y mandarán la ayuda.
Porque de eso se trata todo esto cuando nos alcanza una pandemia: de concentrar la ayuda en donde más se necesita, donde la enfermedad está causando más estragos; se trata de ser solidarios y empáticos con los hermanos que están sufriendo y luchando por vivir; se trata de ser unidos, más allá de discursos; se trata de sumar esfuerzos.
Es increíble que en un país tan golpeado como el nuestro, tan cargado de comorbilidades aparte del COVID-19 (diabetes, hipertensión, obesidad, sobrepeso), ahora se le sumen las infodemias como un cáncer que crece y crece aprovechándose de la situación, atizando y abonando a tergiversar las cosas.
Porque se pueden tener preferencias políticas. Se puede apoyar a quien nos guste o nos agrade, desde el papel que elijamos jugar. Eso es válido y es muy respetable. Lo que no se vale es que se abone a la desinformación, que se atice al rencor por unos cuantos likes. Lo que menos necesita este país, y en estos momentos de crisis, es que se tuerzan los intereses y que se apuntale la insensatez desde posturas manipuladas. No se contagie, diga no a las infodemias. Es por su bien, por el bien de todos.
Manjar
Recién me entero de la desaparición de don Antonio Vázquez allá en Yajalón. No puedo evitar sentir cierto pesar con la noticia. Recuerdo que cuando apenas me empezaba a ganar mis primeros pesos trabajando con mi papá, a mis trece años, me llevó con don Toñito para que me abriera mi línea de crédito en su tienda. Cada sábado bajaba a pagar lo que me tocaba. Poco a poco me gané su confianza hasta que ya no requerí de la compañía de mi padre. Bastaba mi palabra para poder sacar en pagos la ropa que me gustaba o los zapatos que quería. Fueron buenos tiempos y buenos aprendizajes. Ojalá que todo se trate de un mal chiste, que sea sólo un mal momento y que de nuevo la tienda Vázquez siga funcionando con él a la cabeza. #HistoriasdeCuarentena «Lo empiezas a saber, / tu amor va enseñando sus sales de baño, sus fiestas de guardar, sus cenas sin nadie; / a veces, el esqueleto de tu ángel de la guarda / baila en tus ojos, / ciertas avecillas silvestres amanecen temblando en tus manos, / ya el tufo de la crucifixión / no te hace taparte la nariz de niña». José Carlos Becerra. #ElPoema // La recomendación de hoy: el libro Matar al candidato de F. G. Haghenbeck y el disco Vauxhall and I de Morrissey. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.