¿El país que merecen?
Cuando escucho responder al presidente de México, sobre todo ante cuestionamientos de la creciente violencia en el país o incluso, ante eventos tan execrables como el asesinato de una pequeña de 7 años de edad ocurrido en la Ciudad de México recientemente, voces instauradas en medios de comunicación proclives al conservadurismo e incluso de sus reporteros que asisten a las mañaneras, al tiempo que le cuestionan sobre qué está haciendo su gobierno para combatir la violencia e inseguridad incluidos de manera preponderantes los feminicidios registrados durante su administración, no vacilan en aprovechar dichos acontecimientos para señalar ser el responsable de que ello y sólo falta, lo acusen de haber jalado el gatillo o empuñado la daga que desolló a la víctima. Y si bien el presidente hasta hoy no se arredra ante tales cuestionamientos y decía duros señalamientos de ser su gobierno el responsable, al mostrarse acongojado como visiblemente afectado por hechos de horror como el caso de la pequeña Fátima, insiste en su estrategia de atacar las causas que han hecho de gran parte de la sociedad, sobre todo de aquellos grupos de población que se han visto condenados a la miseria, la exclusión, la falta de oportunidades y a la ignorancia, quienes precisamente -aunque no únicamente- los que protagonizan actos criminales de verdadera barbarie y lo mismo se suceden en barrios populares en una alcaldía de la gran urbe nacional o en la capital de una entidad, que en la comunidad indígena más pobre y apartada dónde un grupo de enardecidos pobladores ante las sospechas fundadas o no de haber cometido un delito como la violación o muerte de una menor, lo amarran, golpean y hasta lo queman vivo.
Así entonces la reflexión que traigo a escena, es que en general coincido con la política presidencial de que es necesario antes que utilizar la fuerza del Estado para combatir al crimen común u organizado, es decir de apagar el fuego con el fuego y la violencia con más violencia, se debe ir a las causas las que por décadas han sido la abismal desigualdad social y económica atendiendo sobre todo a los jóvenes, quienes se han convertido en el ejército de reserva de los grupos criminales o ya de plano éstos mismos solos o en pandillas de resentidos sociales, dedicase a delinquir. Ahora que quienes cometen actos como violar y asesinar a menores de edad niños y niñas (¿o no seguidores del padre Maciel?); o los que secuestran, violan y desuellan a una mujer o le tiran ácido en la cara, no está, me queda claro, en ninguna autoridad en específico ni en institución alguna en particular ¡mucho menos es responsabilidad del presidente del país!, evitarlos mucho menos decretar que este fenómeno de violencia criminal se termine. Está sí y por ello insiste el presidente López Obrador en ir a lo más profundo del fenómeno social y estructural que provoca la violencia y propicia el crimen como son, decíamos ya; la desigualdad social, la pobreza, la concentración de la riqueza así como la falta de oportunidades de estudio y trabajo. Pero además y ahí sí creo es conveniente apuntar, el error de estrategia estimo incurrido por el gobierno federal, bueno y más preciso el presidente y juzgue usted, es haber asumido como suya y casi única, la responsabilidad de pacificar al país sin tomar en consideración la correspondiente a los gobiernos estatales. Al menos así lo dejó ver en su planteamiento que sería desde la esfera federal, con el concurso del Ejército y la Marina y parte de sus efectivos convertidos en Guardia Nacional, que el tema de inseguridad, de violencia y criminalidad en el país ojo, sería combatida sin cuartel y que conforme se implementarán las estrategias y operación de las bases regionales de la guardia nacional, bajarían los índices de homicidios, robos y demás delitos. La verdad hasta hoy y con todo y la guardia nacional, con casi el 50 por ciento de su capacidad de operación instalada en el país, con infortunio no ha sido así. Debe aceptarse.
En lo que no coincido y supongo que los «conservas» y sus voceros por obvias razones tampoco, incluso otros más proclives a la 4t tampoco coincidirán, es que el presidente, a sabiendas de lo podrido que estaban (están) la mayoría de los gobiernos estatales y sus principales cabeceras municipales, muchos era claro estaban coludidos con la delincuencia, incluso que autoridades civiles como jefes policiacos, trabajaban en evidente contubernio con el crimen organizado o son parte de éstos. Insisto que no haya marcado su raya y límite de su estricta responsabilidad sino que en un exceso de confianza o apasionamiento qué sé yo, asumió la total responsabilidad de acabar con la violencia en el país. Cosa que hoy, por supuesto, es materia de linchamiento mediático por parte de sus «adversarios» que más bien son sus enemigos a muerte.
De tal suerte que sentados en su incapacidad y el casi relevo de responsabilidades, los gobernadores sobre todo los que son de oposición es decir 27 de 32, incluso pecando de omisión por no decir comisión, ahí se la llevan de «a muertito» con sus decenas de muertos diarios que al mes suman centenas y que en estados como Guanajuato, Guerrero, Tamaulipas y Estado de México, se llevan las palmas al representar tan solo esos estados y quizás dos o tres más, casi un tercio del total de crímenes registrados durante el pasado 2019. No omito y admito, que igual en estados hoy gobernados por Morena, también se cuecen habas y ahí están la CDMX, Veracruz, Morelos, Tabasco y Chiapas que aportan su cuota de violencia y muertes, aunque justo decir que en Chiapas según cifras del sistema nacional de seguridad, se encuentra entre las dos entidades más seguras del país. Imagínese como estarán los demás.
Sin duda el talón de Aquiles de esta administración es la inseguridad y la violencia. Y en este esquema de violencia que se vive en el país aunque reitero concentrada en ciertos estados y municipios, los feminicidios siguen acaparando la atención y el reclamo social. Y no podría ser de otra manera habida cuenta que este país de 125 millones de habitantes, la mitad más uno son mujeres. Sin embargo y sin restarle «sororidad» al tema del feminicidio, no es la muerte o no sólo de las mujeres las que el gobierno debe atender, porque igual las de niñas y niños, jóvenes hombres y ancianos es decir de todos y todas. Está sí a la par quizá y esto también es discutible, el de aumentar las penas a los feminicidas, pero igual insisto, ir a las causas y conocer casi en cada caso las motivaciones de conductas sociales tan enfermizas y criminales. Porque no es posible como se ha evidenciado y existen estudios y estadísticas que lo corroboran, que tras la muerte o asesinato de una mujer joven o adulta está un familiar incluso, muchos de los abusos y maltratos así como violaciones sexuales se cometen en casa por el padre o padrastro, hermano, pareja, hijo, tío y demás parentela. En la mayoría de los casos se ha conocido, se perpetran dentro del mismo hogar por parientes que pertenecen a familias completamente desintegradas por violencia intrafamiliar, alcoholismo, drogadicción y la falta de oportunidades de trabajo o de estudio. Por la criminal pobreza a la que han sido condenadas. Así el resentimiento social de hombres y mujeres condenados desde la infancia a padecer hambre, enfermedad o una casa, menos a la recreación o el deporte, insisto al desprecio social y a la ignorancia, dentro un mundo insensible a sus sufrimientos y suerte, terminan como lo hemos constatado con dolor, rabia y asco, cometiendo actos verdaderamente aborrecibles e inhumanos. Y claro no es justificación, pero sí es menester reflexionemos al respecto.
Concluyo; afortunadamente como sostiene Andrés Manuel López Obrador, el mejor presidente que pudo tener México después de la otra barbarie cometida por los gobiernos corruptos, insensibles y depredadores de la riquezas nacionales y por ende criminales, son más pero muchos más los mexicanos buenos que conservan valores morales, espirituales y culturales dentro de la familia y sus comunidades. Por ello mismo y pese a todo lo que han saqueado; ¡aún tenemos país! Porque no solo querían acabar con las riquezas naturales como oro, plata, petróleo, ríos, mares y bosques, sino que buscaron a toda costa, hacer creer a los mexicanos que la corrupción estaba en nuestro ADN y así pervertir o desaparecer el conocimiento de nuestra propia historia que nos da identidad y fortaleza. Por ello mismo decía, el inculcar nuestros valores, el respeto a la familia y a nuestra historia, es lo que nos ha mantenido de pie y hoy, avanzando como nación. Porque pese a todo y yodos que por muchos que sean son apenas un puñado de puñetas -con todo respeto- México se consolida; se Transforma. A los conservadores, a los que extrañan su poderío económico y de clase, a los «otros», quizás y tengan razón que éste no es; ¡El país que merecen! ¡Me queda claro! (Dalai)